Territorios minados, Colonia Chica
Sudoeste de La Pampa, 2013
Blog de la Cátedra Geografía de Argentina. Facultad de Ciencias Humanas. Universidad Nacional de La Pampa
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Publicado en REALIDAD ECONÓMICA el 20/5/2013: | |
Entrevista. Ignacio Ramonet. Director del le monde diplomatique español. El prestigioso escritor y periodista español analiza la compleja trama geopolítica global y advierte que la crisis económica europea es insostenible en el tiempo. Ignacio Ramonet es uno de los pensadores más lúcidos de los últimos tiempos. Instalado en París desde 1972, sociólogo y semiólogo, especialista en geopolítica, profesor de Teoría de la Comunicación, sagaz periodista, su forma de mirar e interpretar la modernidad y, por extensión, la globalización, hace de sus ideas un punto de inflexión necesario contra el pensamiento dominante. –¿Asistimos a un renacimiento de los movimientos de protesta ciudadana? –Desde que estalló la actual crisis financiero-económica, en 2008, estamos asistiendo a una multiplicación de los movimientos de protesta ciudadana. En primer lugar, en los países más afectados (Irlanda, Grecia, Portugal, España), los ciudadanos –cívicamente– apostaron por apoyar, con sus votos, a la oposición, pensando que ésta aportaría un cambio de política tendiente a menos austeridad y menos ajuste. Pero cuando todos estos países cambiaron de Gobierno, pasando de la izquierda o centro-izquierda a la derecha o centro-derecha, la estupefacción fue completa, ya que los nuevos Gobiernos conservadores radicalizaron aún más las políticas restrictivas y exigieron más sacrificios, más sangre y más lagrimas a los ciudadanos. Ahí es cuando empiezan las protestas. Sobre todo porque los ciudadanos tienen ante sus ojos los ejemplos de dos protestas con éxito: la del pueblo unido en Islandia y la de los contestatarios que tumban las dictaduras en Túnez y Egipto. Además, destaca el hecho de que las redes sociales están facilitando formas de organización espontánea de las masas sin necesidad de líder, de organización política, ni de programa. Todo está listo entonces para que surjan, en mayo de 2011, los indignados españoles, y que su ejemplo se imite de un modo u otro en toda la Europa del sur. –¿Por qué los partidos políticos de la izquierda son mal comprendidos por estos movimientos? –Porque lo que los medios califican de “partidos políticos de izquierda” tienen, en opinión de esos movimientos y de las mayorías exasperadas, muy poco de izquierda. No hay que olvidar, además, que estos partidos están comprometidos con esta misma política conservadora que ellos fueron los primeros en aplicar, sin anestesia. Recuérdese lo que ocurrió en España cuando, de pronto, en mayo de 2011, Rodríguez Zapatero, sin avisar ni explicar, decidió aplicar un brutal plan de ajuste ultraliberal que era exactamente lo contrario del ADN del socialismo. –¿Cuál fue el pecado original de Mayo del ’68? ¿Son los movimientos de hoy hijos tardíos del ’68? ¿Cree que pueden realmente construir contrapoder político, alternativa real de Gobierno, o son más bien movimientos emocionales? –No se pueden comparar las dos épocas. Mayo del ’68 era una crisis contra un país en expansión (nacimiento de la sociedad de consumo, crecimiento alto, pleno empleo), que seguía siendo profundamente conservador y hasta arcaico en materia de costumbres. Hoy sabemos que fue menos una crisis política que una crisis cultural. El movimiento del 15M, sin embargo, es el reflejo del derrumbe general de todas las instituciones (Corona, justicia, Gobierno, oposición, Iglesia, autonomías...). En ese sentido, es lo más positivo que ha ocurrido en la política española desde el final del franquismo. Lo más fresco e innovador. Aunque no se ha traducido en movimiento político con perspectivas de conquistar el poder, revela un sentimiento profundo de hartura de la sociedad española golpeada por la crisis y por las brutales medidas de austeridad del Gobierno de Mariano Rajoy. –¿Qué otros efectos está produciendo esta crisis en Europa? –La crisis se está traduciendo también en un aumento del miedo y del resentimiento. La gente vive en estado de ansiedad y de incertidumbre. Vuelven los grandes pánicos ante amenazas indeterminadas como pueden ser la pérdida del empleo, los choques tecnológicos, las biotecnologías, las catástrofes naturales, la inseguridad generalizada. Todo ello es un desafío para las democracias, porque ese “terror difuso” se transforma a veces en odio y repudio. En varios países europeos, ese odio se dirige hoy contra el extranjero, el inmigrante, el diferente, los otros (musulmanes, gitanos, subsaharianos, sin papeles...) y crecen los partidos xenófobos, racistas y de extrema derecha. –¿Son los movimientos sociales y políticos actuales, culminando en el 15M, capaces superar a los partidos políticos tradicionales de la izquierda? –No sabemos hacer política sin partidos políticos. Lo que reclaman los contestatarios, los indignados en casi toda Europa del sur, es cambiar las reglas del juego: desmontar el truco. Nuevas reglas supondrían, por ejemplo en España, una nueva Constitución como reclama un número cada vez mayor de ciudadanos. Una Constitución que dé más poder a los ciudadanos, que garantice más justicia social y que sancione a los responsables del actual naufragio. Un naufragio que no puede sorprender a nadie. El escándalo de las hipotecas basura era sabido por todos. Igual que el exceso de liquidez orientado a la especulación y la explosión delirante de los precios de la vivienda. Nadie se inmutaba, porque el crimen beneficiaba a muchos. Y se siguió afirmando que la empresa privada y el mercado lo arreglaban todo. En la historia larga de la economía, el Estado ha sido siempre un actor central. Sólo desde hace treinta años –o sea, nada en una historia de siglos–, el mercado ha querido expulsar al Estado del campo de la economía. Hay que volver al sentido común, a un keynesianismo razonable: tanto Estado como sea necesario y tanto mercado como sea indispensable. La prueba evidente del fracaso del sistema neoliberal actual son los ajustes y rescates que demuestran que los mercados no son capaces de regularse por sí mismos. Se han autodestruido por su propia voracidad. Además, se confirma una ley del cinismo neoliberal: se privatizan los beneficios pero se socializan las pérdidas. Se hace ahora pagar a los pobres las excentricidades irracionales de los banqueros, y se les amenaza, en caso de que se nieguen a pagar, ¡con empobrecerlos aún más! ¿Se producirá un incendio social? No es imposible. Las repercusiones sociales del cataclismo económico son de una brutalidad inédita: 23 millones de parados en la Unión Europea y más de 80 millones de pobres. Los jóvenes aparecen como las víctimas principales. Por eso, de Madrid a Londres y Atenas, de Nicosia a Roma, una ola de indignación levanta a la juventud. Añádase, además, que en la actualidad, las clases medias también están asustadas porque el modelo neoliberal de crecimiento las está abandonando al borde del camino. En España, una parte se unió a los jóvenes para rechazar el integrismo ultraliberal de la Unión Europea y del Gobierno. “No nos representan”, dijeron todos los indignados. –¿Cómo ve Europa y el proyecto común europeo dominado, estos años, por Alemania y su política de austeridad? –El curso de la globalización parece como suspendido. Se habla cada vez más de desglobalización, de descrecimiento. El péndulo había ido demasiado lejos en la dirección neoliberal y ahora podría ir en la dirección contraria. Ha llegado la hora de reinventar la política y el mundo. Todas las sociedades del sur de Europa se han vuelto furiosamente antialemanas puesto que Alemania, sin que nadie le haya otorgado ese derecho, se ha erigido en jefe –autoproclamado– de la Unión Europea enarbolando un programa de sadismo económico. Europa es ahora, para millones de ciudadanos, sinónimo de castigo y sufrimiento: una utopía negativa. –¿Hay alternativas frente al abandono del campo de batalla de la socialdemocracia tradicional? –La socialdemocracia ha fracasado porque ella misma ha participado en la liquidación del Estado de bienestar, que era su principal conquista y su gran seña de identidad. De ahí el desarraigo de muchos ciudadanos que pasan de la política absteniéndose, limitándose a protestar o votando por Beppe Grillo (que es una manera de preferir un payaso auténtico en lugar de sus hipócritas copias). Otros han decidido votar a la extrema derecha, que sube espectacularmente en todas partes, o en menor grado, optar por la izquierda de la izquierda que encarna hoy el único discurso progresista audible. Así estaban también en América latina hace poco más de un decenio, cuando las protestas derrocaban Gobiernos democráticamente elegidos (en Argentina, Bolivia, Ecuador, Perú...), que aplicaban con saña los ajustes dictados por el FMI. Hasta que los movimientos sociales de protesta convergieron con una generación de nuevos líderes políticos (Chávez, Morales, Correa, Kirchner, Lula, Lugo...) que canalizaron la poderosa energía transformadora y la condujeron a votar en las urnas programas de refundación política (constituyente), de reconquista económica (nacionalizaciones, keynesianismo) y de regeneración social. En ese sentido, se observa cómo a una Europa desorientada y grogui, América latina le está indicando el camino. FUENTE: Miradas al Sur - 19 de mayo de 2013 |
Publicado el 8/5/2013 en Revista Realidad Económica N 274 | |||
Por Ignacio Jawtuschenko | |||
La población mundial tiende cada vez más a migrar a las ciudades y a incrementar su movilidad. Para el año 2050 ocho de cada diez personas vivirán en espacios urbanos. En esta edición Futuro pone atención en la migratología, o la necesidad de que la ciencia estudie a la humanidad y sus desplazamientos. Las migraciones son el hormigueo del mundo. Un hormigueo antiguo, como antigua es la búsqueda de valles de climas templados, donde abunda el agua y los suelos fértiles. Sabemos que los seres humanos ocuparon Africa hace 150 mil años, salieron de allí hace 70 mil años e ingresaron a Europa para luego colonizar Asia y Australia hace unos 40 mil. En América ingresaron hace 20 mil años, y ya 2 mil años atrás todas las islas del Pacífico estaban ocupadas. La Edad Media fue cruzada por tres procesos migratorios masivos: las invasiones bárbaras, la expansión del Islam y la formación del Imperio Bizantino. Entre 1800 y 1950 la gran emigración europea, relacionada con el éxodo rural, y las posguerras involucraron a unos 55 millones de europeos que emigraron hacia América y Australia. Claro que la historia es una marea que no termina allí. Hace unos días, por caso, pudo saberse que sólo en 2012, 82 mil españoles abandonaron su país para buscar empleo en otras latitudes ante la crisis de ocupación que sufre España, cifra que representa un aumento de 5,5 por ciento en comparación con el 2011. Las migraciones y sus derivas constituyen en la actualidad uno de los principales temas de las agendas internacionales, y seguirán siendo una constante de la humanidad. Detrás de todo poblamiento hay un recorrido que difícilmente se detiene. La condición migratoria, la procedencia, resuena (y siempre) en las identidades de los sujetos y en los imaginarios colectivos. Cada vez más los demógrafos indagan en la relación de las poblaciones y el espacio, y en los conflictos de desigualdad territorial. Por ello dialogamos con Hervé Domenach, uno de los referentes mundiales en análisis demoespacial y evolución de usos del territorio. Domenach es director honorario del Instituto de Investigación para el Desarrollo I. R. D., profesor en el Instituto de Urbanismo y Planificación la Universidad Aix Marseille (Francia) y docente en el Doctorado en Demografía que la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) dicta en el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec). “En realidad –señala Domenach– el hecho migratorio está cambiando profundamente de naturaleza, y la ciencia debe sacar conclusiones de ello. Se está imponiendo gradualmente una aproximación más ‘migratológica’, inspirada en el contexto global de las mutaciones societales.” La aparición de un vocabulario migratorio ilustra su evolución: “las minorías étnicas”, “las segundas generaciones”, “la asimilación abierta”, “la reemigración”, “el derecho a la diferencia”, “diásporas como factor de desarrollo” son ejemplos. ¿LA MOVILIDAD SUSTITUYE A LA MIGRACION? ¿Existe una ciencia de las migraciones? Al parecer el estudio de la migración no tiene hasta el momento una identidad académica fuerte y aparece más bien como un tema secundario. Los criterios de clasificación de la disciplina no han sido jamás muy claros y el fenómeno aparece, según el país, como un aspecto de la geografía, como un aspecto de la economía, o incluso como un subtema del tema población, este último parcialmente ligado a la sociología. Para Domenach ha llegado el momento de renovar el estudio de las migraciones, o sea –literalmente– bregar por una “migratología”, que permita entender la modernidad migratoria según las mutaciones societales contemporáneas y la evolución consecuente de sus dos dimensiones analíticas fundamentales: “espacio-tiempo” y “flujos-stocks”. No es una tarea trivial. En el actual contexto de crisis internacional, varios países consideran a los migrantes una amenaza a la seguridad de Estado. Sin dudas, el trato que un país les da a sus migrantes es una prueba del modelo de sistema político que intenta construir. En la Argentina, según el Censo 2010, los inmigrantes representan el 4,5 por ciento de la población (1.805.957 personas). De ellas, las comunidades paraguaya, boliviana y, en menor medida, peruana, son las que muestran mayor vitalidad por su persistencia y crecimiento. Nunca en la historia vivieron en la Argentina tantos oriundos de países limítrofes, 3,1 por ciento del total. El 62,2 por ciento del total de extranjeros reside en el Area Metropolitana de Buenos Aires. Esta consolidación se explica por medidas fundantes como la nueva Ley de Migraciones N° 25.781 y el Plan Nacional de Normalización Migratoria “Patria Grande”, que desde el 2004 cambiaron el abordaje sobre la cuestión poniendo el foco en la integración del migrante a la sociedad, teniendo en cuenta sus derechos humanos. Tres de cada diez extranjeros llegaron al país entre 2002 y 2010. Por otra parte los últimos datos censales indican que se revirtió la histórica tendencia decreciente de población extranjera, que venía en disminución desde el año 1914 (cuando llegó a representar el 29,9 por ciento del total de habitantes). La Argentina, junto a Brasil y Estados Unidos, son los mayores países receptores de la migración transatlántica de principios del siglo XX. CAMBIOS DEMOGRAFICOS Y DESRURALIZACION En todo el mundo cada día se producen 395 mil nacimientos y 170 mil muertes, o sea hay 225 mil habitantes suplementarios diarios. Alrededor de 6,7 millones de individuos suplementarios al mes y cerca de 81 millones suplementarios al año. Los cambios demográficos presentan tres características fuertes: envejecimiento general de la población, urbanización creciente y desruralización. Si bien la desruralización tiende a acelerarse (entre siete y ocho mil nuevos habitantes urbanos por hora, aproximadamente 180 mil al día y 65 millones al año), es un proceso de larga data. En el año 1800 sólo el 2 por ciento de la población mundial vivía en ciudades, unos 20 millones de habitantes. En 1900 era el 10 por ciento, unos 185 millones de personas. Y para el año 2007 la población urbana alcanzó el 50 por ciento de la población, más de 3300 millones de personas. Es decir que la mitad de la población del planeta se concentra en menos del 3 por ciento de la superficie emergida. Y para el 2050 el 80 por ciento de la población mundial vivirá en ciudades, es decir, las ciudades deberán albergar unos 3 a 4 mil millones de habitantes más. En la Argentina, 9 de cada 10 viven en ciudades de más de 2 mil habitantes. VAGAR SIEMPRE, NO ESTABLECERSE Según una hipótesis media, la población mundial crecerá un 50 por ciento en los próximos 25 años, para pasar de 6 mil millones a 9 mil millones de habitantes. Y las nuevas líneas de investigación analizan ya su impacto sobre fenómenos como la transformación de los espacios rurales, la identidad cultural, las redes, las nacionalidades y las minorías étnicas. La noción de movilidad (en el sentido de libertad de circular) torna cada vez más confuso el concepto de migración en su sentido clásico de cambio de residencia. De desplazamientos cotidianos a estadías de larga duración, de instalaciones momentáneas a otras más permanentes, la frontera entre la movilidad alternante y las migraciones temporales o definitivas se vuelve muy incierta. La movilidad se ha acrecentado y si bien el factor migratorio cobra importancia y afecta a las sociedades en sus cimientos, y los migrantes internacionales podrían ascender a 405 millones en 2050, las herramientas de análisis no han evolucionado al mismo ritmo. Frente a este panorama, una de las novedosas líneas de investigación se inclina por estudiar “biografías migratorias”, es decir la sucesión de acontecimientos migratorios, y su duración en la historia de los individuos. Desde esta perspectiva, la distancia es un parámetro secundario; el proceso migratorio comienza de hecho mucho antes que el desplazamiento físico, con la toma de conciencia por parte del individuo de un espacio ensanchado que le es accesible. Página/12 - 4 de mayo de 2013/ Fuente:
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