lunes, 22 de agosto de 2016

“Favorecen el modelo extractivista”

ASAMBLEAS DE TODO EL PAIS RECHAZARON DURAMENTE EL IMPULSO OFICIAL A LA ACTIVIDAD MINERA

Luego de que el ministro de Ambiente, Sergio Bergman, recorriera pueblos conocidos por su lucha socioambiental, los asambleístas denunciaron que el gobierno opera para extender “los territorios devastados por la megaminería”.







 Por Darío Aranda
“La minería es una actividad productiva que el gobierno nacional apoya y desarrolla. Las posiciones extremas terminan politizando y desprestigiando actividades productivas que, cuando se hacen seriamente, traen bienestar para la comunidad”. Las frases, en línea con el discurso de las empresas, fueron dichas por el ministro de Ambiente, Sergio Bergman, en su paso por Chubut. Desde su asunción, Bergman visitó bastiones socioambientales como Esquel, Andalgalá, Jáchal y La Rioja, con propuestas de “diálogo” para avanzar con el extractivismo. A ocho meses de su asunción, las asambleas las cuestionaron duramente. También definieron al ministro. “Es un lobbista de las mineras”, afirmó Rosario Carranza, de la Asamblea El Algarrobo de Andalgalá.
A fines de julio, Bergman visitó Trelew y Rawson. Explicó que el Gobierno promueve “debates serios” sobre minería y señaló que el problema es la “falta de controles”. Señaló que era “inconsistente” oponerse a la minería en una provincia con historia petrolera.
Empresas y funcionarios impulsan en Chubut el proyecto de plomo y plata Navidad, en manos de la empresas Pan American Silver. Ubicado entre Gan Gan y Gastre, el emprendimiento ya fue rechazado por una decena de comunidades indígenas y asambleas de toda la provincia. El 4 de agosto hubo movilizaciones en distintas ciudades de Chubut en rechazo a los nuevos intentos de las mineras y gobiernos.
En Esquel, lugar emblemático donde en 2003 el 80 por ciento de la población votó en contra de la actividad, hubo manifestaciones a pesar de la lluvia y las temperaturas bajo cero. “Nos encontramos una vez más en esta plaza para manifestar el repudio a la megaminería contaminante y saqueadora. Exigimos el tratamiento del proyecto de ley de Iniciativa Popular (presentado por los vecinos) para frenar las mineras para siempre”, destacó el documento de la Asamblea de Vecinos de Esquel.
Por su parte, las Asambleas Mendocinas por el Agua Pura (Ampap) repudiaron “la continuidad del modelo extractivista” y denunciaron los intentos de profundización del “saqueo de la megaminería”, que comenzó con la quita de las retenciones en diciembre pasado. “Pero más nos preocupa y alerta que los ministerios a cargo de Juan José Aranguren (Energía) y Sergio Bergman (Ambiente) estén operando conjuntamente para seguir extendiendo los territorios devastados por la megaminería”, alertó Marcelo Giraud, de Ampap.
Giraud afirmó que Bergman busca “quebrar la oposición de las asambleas, comunidades y pueblos de las provincias cordilleranas”. Una vía en ese sentido es el intento de los gobiernos, junto a las empresas de mineras, de derogar las leyes que frenan la actividad, como la 7722 (en Mendoza) y 9526 (en Córdoba).
El Gobierno pretende avanzar con los proyectos mineros Potasio Río Colorado (de la denunciada multinacional Vale) y San Jorge. Las asambleas mendocinas cuestionaron el accionar del subsecretario de Energía y Minería provincial, Emilio Guiñazú, impulsor de “mesas de diálogo para la minería sustentable”.
Andalgalá conoce de megaminería desde hace veinte años. Allí funciona Bajo la Alumbrera e impulsan el nuevo proyecto Agua Rica, rechazado por amplios sectores de la población. El ministro Bergman visitó la ciudad en mayo pasado. Y repitió lo que había hecho en Jáchal y Chubut: propuso diálogo y “minería con controles”, y pidió “respetar la ley” para avanzar con la actividad. Rosario Carranza, de la Asamblea El Algarrobo de Andalgalá, dijo por eso que el ministro “es un lobbista de la mineras”. “Su visita fue una falta de respeto. Repite todos los mismos argumentos de las empresas y cuestiona nuestros conocimientos, experiencias y propuestas”, detalló.
El respeto a la ley es el argumento recurrente de Bergman. En Andalgalá le plantearon que existen leyes claves: Ley de Glaciares (no se pueden realizar actividades que pongan el riesgo esas fuentes de agua) y el principio precautorio de la Ley General del Ambiente (ante riesgo de contaminación y afectación a la salud, se deben tomar medidas preventivas y detener las actividades de riesgo).
“Quedó claro que no vino a escucharnos, vino a buscar consenso para la minería”, afirmó Carranza y recordó que Andalgalá –donde todos los sábados marchan en la plaza de la ciudad, hubo cortes de caminos y hasta puebladas de rechazo– ya se expresó contra la actividad extractiva.
La Asamblea de Ciudadanos por la Vida de Chilecito (La Rioja) también se expidió la semana pasada. “El gobierno de Mauricio Macri y del gobernador Sergio Casas no solo son continuidad de los anteriores, sino que profundizan el modelo extractivista que consiste en entregar los recursos naturales del país a las empresas transnacionales, sin importarles los costos económicos y ambientales que deberán pagar los pueblos y las generaciones futuras”, declaró. Los integrantes de la Asamblea también señalaron: “La visita del mediático Sergio Bergman, principal lobbista de las mineras, es una muestra de la decisión del gobierno nacional de que nuestra provincia se transforme en minera cueste lo que cueste”.
En julio pasado, la Asamblea Jáchal No se Toca viajó a Buenos Aires para exigir el cierre y la remediación de la mina Veladero (que derramó en septiembre más de un millón de litros de solución con cianuro a ríos de San Juan). También reclamaron la aplicación de la Ley de Glaciares y cuestionaron al Ianiglia (Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales), que –según la misma ley– debiera haber finalizado el inventario de glaciares de todo el país.
Fuente: Página 12, 20 de agosto de 2016.

miércoles, 17 de agosto de 2016

Regiones y apertura




 Por Claudio Scaletta
Uno de los pasajes más recordados de Adam Smith es probablemente el de la fabricación de alfileres con el que comienza La riqueza de las naciones. ´

Smith sintetiza allí que la mayor riqueza en el capitalismo naciente se originaba en el aumento de la productividad del trabajo provocada por su división. Luego, esta división al interior de la fábrica se extendía al mercado nacional y global. El segundo pasaje celebre, también del primer capítulo y el que interesa citar aquí, deriva de la extensión del mercado: es el de “la chamarra del jornalero”, uno de los primeros registros escritos de la globalización productiva y en el que se relata cómo en la producción de una simple prenda de lana intervenía una multitud de trabajadores y mercaderes de todo el planeta en su versión siglo XVIII; en los albores de la revolución industrial. Definidas las causas de la generación de la mayor riqueza, Smith seguía a lo largo de su obra con las medidas de política: liberar a los mercados de sus trabas y barreras que impedían expresarse a la división del trabajo en el taller, entre los individuos y entre las naciones.
El eco smithiano retumba hoy con fuerza en los supermercados de la Argentina amarilla. En las góndolas se manifiesta, a simple vista, el mercado mundial. En los escaparates ya no hay sólo productos de las economías regionales, sino también cerdos daneses, pollos brasileños, manzanas chilenas, naranjas españolas y frutillas polacas, entre otros tantos productos planetarios. Para que el prodigio sea posible, el debate económico local retrocedió décadas. Junto con las mercancías exóticas reaparecieron los defensores de la apertura económica como herramienta de disciplinamiento de precios internos o de incentivo a la competitividad. Imposible no recordar la publicidad de las sillas importadas de tiempos de José A. Martínez de Hoz. Resulta asombroso tener que volver a dar en el presente el mismo debate que hace 40 años. No sólo por el paso del tiempo, sino porque ahí está la historia para conocer de antemano los resultados que tuvieron estas políticas sobre el aparato productivo y el empleo.
El discurso aperturista contrasta, sin embargo, con la insistencia de campaña sobre la necesidad de recuperar las economías regionales. Sucede que las nuevas importaciones no se limitaron a productos elaborados, insumos de procesos industriales, o bienes que no se producen localmente, sino que como lo manifiesta el supermercado, alcanzan a carnes, frutas y hortalizas que compiten con economías regionales ya deprimidas por la contracción de sus mercados de destino, locales y mundiales. El supuesto pro regionalismo del nuevo gobierno funcionó en realidad como un ariete discursivo destinado a justificar la devaluación y la quita de retenciones para el agro pampeano. Salvo excepciones, a pesar de la mejora en el tipo de cambio efectivo, en los últimos 8 meses las regiones empeoraron su situación y su comercio exterior. Como fue advertido, las medidas cambiarias y arancelarias sólo provocaron un efecto riqueza para los exportadores, pero ninguna mejora en el valor agregado ni en el comportamiento interno de los circuitos productivos. La apertura comercial, con importaciones de productos competitivos con las regiones, representa un nuevo agravante. Un segundo problema es que a diferencia del agro pampeano, las producciones regionales no son de ciclo anual, piénsese por ejemplo en la fruticultura, la viticultura o el sector lácteo, por lo que los procesos de destrucción que hoy se registran serán de reconstrucción lenta.
Resta una pregunta clave: si no fueron cambiarios y arancelarios, ¿cuáles son los problemas de las economías regionales? Una respuesta es que las dificultades se encuentran en la distribución de la renta al interior de los circuitos productivos. Si el precio que recibe el productor primario es un porcentaje marginal del precio que paga el consumidor es altamente probable que existan problemas de rentabilidad lo suficientemente fuertes como para disuadir el ingreso de nuevos capitales a la producción primaria. Existen muchos casos en que estas dificultades se resuelven “naturalmente” por medio de “la mano invisible del mercado”, es decir; con integración vertical. Los productores primarios independientes desaparecen y la producción termina controlada por grandes empresas, incluidos los supermercados. Son procesos de integración de arriba hacia abajo que favorecen a la sección de la cadena con más capacidad en la determinación del precio. Normalmente se cargan las tintas sobre el supermercadismo, pero existe también una sumatoria de intermediarias, como procesadoras y distribuidoras, que con mayor o menor énfasis, participan de la apropiación de la renta primaria. Dos ejemplos son las usinas lácteas y las empacadoras frutícolas, las que controlan cartelizadamente el precio primario por medio de la propiedad de activos estratégicos.
Un déficit de la anterior administración fue no involucrarse con lo que sucedía al interior de estas cadenas. Especialmente en los últimos años la conducción económica tuvo conciencia de la situación, pero desde la política se optó por no abrir nuevos frentes de batalla. Tradicionalmente el poder central decidió que los problemas de los territorios eran potestad de los caciques territoriales. Los peronismos provinciales son fuerzas conservadoras con estrecha relación con los poderes económicos locales, lo que redundó en “no meterse” con las cadenas de valor. Mirando hacia el futuro deberán considerarse dos dimensiones. La primera es que lo que sucede en los circuitos productivos regionales no es un problema regional, sino nacional en tanto afecta los niveles de producción y precios de los bienes salario. La segunda es que desde la perspectiva económica no son problemas específicos de cada producción. No hay una problemática de la leche, otra de las frutas, la yerba o el tabaco: lo que existe es un problema común de apropiación de renta primaria que, en principio, se resuelven con una ley nacional de comercialización de productos perecederos, una legislación que, una vez sancionada, debe ser “militada” en cada territorio.
Fuente: Página 12, Revista Cash, 16 de agosto de  2016

jueves, 11 de agosto de 2016

Persistencia y cambio en el oeste pampeano: el rol de los ambulantes
Por María Eugenia Comerci *


En el oeste de la provincia de La Pampa persisten prácticas culturales, productivas y sociales arraigadas desde comienzos del siglo XX. Dentro de los agentes tradicionales que históricamente han interactuado con los productores, se destacan los vendedores ambulantes o “mercachifles”. A través de densas redes, éstos han proveído a los puesteros de bienes de consumo. En el artículo se exploran los vínculos históricos establecidos entre los vendedores ambulantes y los puesteros y  las estrategias comerciales gestadas en el transcurso del tiempo.

 Camioneta de los ambulantes recorriendo puestos en Chos Malal. Fuente: Comerci, M. E. 2013.
En el sector occidental de la provincia de La Pampa, desde principios del siglo XX hasta la década de 1970, predominaron explotaciones familiares configuradas territorialmente con el diseño de puestos. Los puesteros de los departamentos Chicalcó, Limay Mahuida y Puelén, el desarrollaban una producción de subsistencia basada en el uso del monte abierto. En este período, además de los intercambios con los vendedores ambulantes de General Alvear, San Rafael y Catriel, la presencia de estancias ganaderas, si bien era escasa, permitía generar relaciones laborales a través de empleos eventuales asociados con el arreo de animales.
La puesta en ejecución de algunas políticas públicas en los últimos treinta años, lentamente redefinieron las prácticas productivas y los mecanismos de articulación. Estas políticas, junto con las mejoras en las comunicaciones y las nuevas demandas productivas, permitieron establecer mayores vínculos con Santa Rosa, capital de la provincia.
Dentro de los agentes tradicionales que han interactuado con los puesteros, se destacaban los vendedores ambulantes o “mercachifles”, quienes a través de densas redes, han proveído a los puesteros de recursos que no podían obtenerse en las unidades productivas. A su vez, los vendedores ambulantes compraban diversos recursos que estos producían. En la actualidad, los ambulantes recorren algunos parajes y puestos alejados, si bien se han reconfigurado sus recorridos y modalidades de venta.

Trueque de bienes a través de la venta itinerante
De la misma manera que en el norte patagónico, los ambulantes eran los intermediarios en la cadena de comercialización de los productos primarios y posibilitaban el acceso a los bienes de consumo. Ellos demandaban animales vivos, cueros, pieles o lana; y ofrecían alimentos, vestimentas, calzados o fardos.

Carro con venta ambulante en Victorica. Fuente: http://luisroldan.blogspot.com.ar/

La lógica de acumulación de los ambulantes consistía en comprar mercancías baratas y venderlas en forma directa “puerta a puerta” (en algunos casos, duplicando su valor), en los distintos puestos dispersos. Otra función de los vendedores fue la compra de abono o guano en los puestos que proveyó de ingresos eventuales –y poco significativos– a los crianceros. Así, relataban la presencia de ambulantes en la década de 1970 los puesteros:

Andaban en carros…sabíamos comer… ¡comprar una harina negra! Negra… Hoy por hoy no la conoce nadie… ¡negra, negra era!... Un carbón así… cuando se quema ¿vio?… esa era la harina más común que comían los viejos en esos años… (…) Se le daba un animalito así y ellos compraban… Los carros eran de Mendoza, de acá… La Pampa… de todos lados… de Victorica… ¡Hoy el carro no lo conoce nadie! Hoy ver andar un carro es una admiración… ¡Sin cubiertas andaban por acá! Hoy andan vendiendo… pero no a carro… (criancero y artesano de Chos Malal).

Se vendían los cueros y se compraba lo que quería…En ese entonces andaban los Ruices vendiendo. Los primeros camiones que vinieron fueron los Moreno…de Mendoza…Le das la lana y comprabas mercadería para el año!!! Para el año… Así que ahí se llevaban la producción… pero se abusaban (pastor de La Humada).
               
La estrategia espacio-temporal de los mercachifles variaba de acuerdo con las características de cada espacio. En parajes aislados, lo comerciantes itinerantes arribaban a los puestos solamente una o dos veces al año por el mal estado de los caminos. En otros casos en los que contactos con las familias eran más fluidos, la recorrida se realizaba de unas a tres veces al año dado que el acceso era más fácil y la disponibilidad de caminos era mayor. De este modo la venta itinerante cumplía una importante función social y económica en los parajes rurales alejados de los centros de consumo.
Los ambulantes tenían una gran flexibilidad en las formas de intercambio, por lo general no monetaria, mediante el trueque de animales y cueros. Era poco frecuente el uso del dinero, pues la práctica del trueque estaba generalizada y existían fuertes lazos de dependencia de los productores con los ambulantes, que a menudo fiaban artículos para el consumo doméstico. Asimismo, realizaban la venta fraccionada de mercancías y en pequeños volúmenes. En los relatos de los puesteros entrevistados, estos agentes aparecen como “un mal necesario”, ya que no tenían más alternativa que comprar los productos al precio que el vendedor disponía.
En algunos casos la llegada de los ambulantes a ciertos puestos promovía la realización de “fiestas” en las que se apostaba parte de la producción, se consumía alcohol y eventualmente se generaban peleas entre vecinos y/o violencia doméstica. De acuerdo con algunos testimonios se consumía alcohol y se apostaba la producción, de este modo se llevaban más animales que lo acordado:
                Y en ese entonces la gente timbiaba… y venían los camiones y se ponían a jugar ¡Días enteros timbiando!… ¿sabe la cantidad de animales que se moría?... Venían los camiones y se ponían a timbiar… tomaban y… cuando se quedaban sin plata… decían… “andá y carneá un chivo”…Vení… perdían en la timba… entonces le decía… “cargá 30 chivos…” y capaz que cargaban 50 y le pagaban 20! (criancero de Puelén).

Cambios en la figura de los “mercaderos”
Durante las décadas de 1970 y 1980, la figura del ambulante, siguió presente en algunos parajes como en la zona de Chos Malal o en Paso Maroma, sin disociar el rol de compradores de la producción y vendedores de bienes de consumo. Lentamente, la mejora en los caminos permitió que todo el espacio fuera recorrido con más asiduidad. El uso de camiones y camionetas, en reemplazo de los carros, unido a la apertura de picadas, posibilitó una mayor presencia de los ambulantes en los puestos. Las nuevas huellas y los mayores contactos con otros espacios, facilitados por las políticas públicas, permitieron la llegada de nuevos vendedores itinerantes, aunque no se rompió la dependencia con algunos.

Antes, si andaban más, pero por ahí de vez en cuando…por ahí pasan... antes sí, pero era muy caro… Ahí tiene mi hijo una camionetita… y el chico este también tienen un auto y nos llevan al pueblo… pero ahora se rompió (criancera y artesana de Paso Maroma).

Acá hay muy pocos mercachifles… por el hecho de que todos, o sea, casi todos acá tienen vehículos acá en la zona, fue cambiando muy mucho. La modalidad de los de los ambulantes fue cambiando… creo que siguen existiendo… o sea, siguen existiendo y hay  zonas que están, pero zonas más alejadas como Chos  Malal, más al sur (puestero de La Humada).

Sin embargo, en algunos parajes más alejados de los centros urbanos la presencia de los vendedores continúa siendo significativa. La mayoría de los “mercachifles” compran sus productos en Mendoza o en pueblos pampeanos y los venden en el ámbito rural. Todos aceptan el pago de dinero en el intercambio de mercancías. Por lo general, no existe competencia entre los ambulantes, pues cada uno se especializa en la venta de diferentes bienes de consumo y de servicios.
 Entre los rubros en los que se especializan se encuentran los siguientes: a) alimentos enlatados, empaquetados y deshidratados, frutas y verduras; b) vestimenta, calzado, ropa de cama, colchones y muebles; c) insumos para el trabajo (alambre, forrajes, alimento balanceado) y d) transporte de personas y realización de trámites en los pueblos. El traslado de personas es un servicio que posee un peso significativo entre las actividades que desarrollan los ambulantes, ya que la mayoría de las familias perciben asignaciones familiares y/o jubilaciones-pensiones del Estado, y debe desplazarse hasta los pueblos para cobrar.



Estrategias y desafíos
El oeste pampeano constituye un espacio en el que persisten formas de vida y de organización territorial  familiar y en las que las relaciones capitalistas adquieren también una configuración singular. Las modalidades de intercambio con los mercachifles e intermediarios expresan vínculos que van más allá del mero cálculo económico. A pesar de los sobreprecios de los productos, estas prácticas de intercambio persisten en las zonas rurales aisladas. Los vínculos históricos y las relaciones de conocimiento mutuo entre los ambulantes-intermediarios y las familias puesteras pueden explicar la continuidad de estas prácticas. Sin embargo, la mayor persistencia de la figura del ambulante en algunos parajes rurales respecto de otros, se asocia con los siguientes factores:
-          Aislamiento relativo de los puestos respecto a los pueblos.
-          Escasa disponibilidad de medios de transporte a motor en propiedad de los campesinos.
-          Inexistencia de transporte público/privado de pasajeros entre el paraje Chos Malal y los poblados cercanos (Puelén, La Humada, Santa Isabel).
-          Flexibilidad en las formas de intercambio. El ambulante o intermediario se ajusta a las diferentes posibilidades de pago que les ofrecen los puesteros (pago en dinero, con especias y/o toma de ganado como forma de pago).
-          Venta “fiado” con el cobro de intereses.
-          Comercialización de productos fraccionados y sueltos.
-          Facilidad en el acceso a los bienes de consumo “puerta a puerta”.
-          Discursos de los puesteros y los vendedores que justifican el alto precio de los productos por el flete y el mal estado general de los caminos. 

La alternativa de venta de los animales en el frigorífico de Santa Isabel, junto con las mejores comunicaciones hacia las localidades, han reducido la relación asimétrica entre comerciantes y productores. Sin embargo, las dimensiones sociales influyen a la hora de decidir a quién comprar los artículos de consumo y a quién vender la producción. Si bien se han generado políticas públicas destinadas a mejorar la comercialización de los caprinos a través de la construcción del frigorífico regional, que además busca para dar valor agregado a los productos, no se han alterado en forma significativa las relaciones de dependencia entre ambulantes y productores. La persistencia de una demanda estacional, el mal estado de los caminos y la atomización de los productores dificultan encontrar soluciones a esta problemática que impide un desarrollo regional integrado.

Dra. en Ciencias Sociales. Investigadora del CONICET/UNLPam