lunes, 14 de septiembre de 2015

San Juan ya construye una nueva represa


Lenta agonía del Salado-Chadileuvú
Se trata de El Tambolar, el proyecto para el cual el gobierno nacional gestionó financiamiento chino. Los trabajos comenzaron a principios de año. Cuando se termine, generará el mayor embalse de esa provincia.
Con un caudal promedio dos veces más grande que el del río Atuel, el río San Juan es el más caudaloso de la cuenca del Desaguadero-Salado-Chadileuvú, una enorme región hidrográfica que se extiende en la zona más árida de nuestro país y abarca a varias provincias, La Pampa entre ellas. En los últimos años su caudal empezó a menguar aguas abajo producto de la crisis hídrica que atraviesan los ríos de la región pero también por la puesta en marcha de nuevas obras de regulación. La más reciente es la represa de Punta Negra, una obra que ha generado una fuerte reacción en nuestra provincia por lo que parecen ser las vísperas de una historia similar a la del río Atuel. Un tema para prestarle toda la atención que se merece, máxime que otra represa, aún más grande, ya está en marcha. 

Fuente del mapa: http://www.skyscrapercity.com/showthread.php?t=1827512A














La lenta desaparición en territorio pampeano del río Salado es resultado de la crisis hídrica que atraviesan todos los ríos de la región, pero también de los aprovechamientos hidroeléctricos que se están haciendo aguas arriba, que retraen cada vez más caudal a los tramos medios e inferiores de la cuenca. A los nuevos aprovechamientos se deben sumar los "históricos" que Mendoza tiene sobre sus ríos, que por norma general impiden que sus aguas lleguen hasta el Desaguadero, el colector de la cuenca.
Aunque es el más importante de la cuenca, el río San Juan era hasta ahora el menos regulado de todos. La situación ya empezó a cambiar y lo hará en mayor grado en los próximos años. Las consecuencias se sentirán directamente en nuestra provincia, donde el río Salado ya está experimentando una lenta pero constante retracción.

Quebrada de Ullum

Durante años, la única obra de aprovechamiento hidroeléctrico sobre el río San Juan fue el embalse Quebrada de Ullum, un dique ubicado 20 kilómetros al noroeste de la ciudad de San Juan con una capacidad de almacenamiento de 440 hectómetros cúbicos. El dique se inauguró en diciembre de 1980 y generó un embalse de 3.200 hectáreas de superficie.
Mientras la represa Quebrada de Ullum fue la única obra de regulación sobre el San Juan, el funcionamiento de la cuenca fue normal y solo sujeta a las variaciones estacionales controladas por el clima y los usos consuntivos de sus aguas. En La Pampa, el ingreso del río Salado fue ininterrumpido y con caudales importantes, algunos de ellos al punto de provocar desbordes e inundaciones. En general, el río llegaba hasta las lagunas del sistema de Puelches y, eventualmente, activaba el cauce del río Curacó hasta la laguna La Amarga. Si el Atuel también aportaba lo suyo, el conjunto del oeste pampeano vivía unos meses de escurrimientos intensos y con lagunas y bañados colmados que permitían atisbar por un instante lo que fueron las épocas de gloria de la zona.
Si la situación cambió a fines de la década pasada, más lo hará a partir del sábado 29 de agosto y se agravará cuando se concrete la construcción de la represa de El Tambolar.

Los Caracoles
Aguas arriba del dique de Ullum se encuentra Los Caracoles, otra represa que modificará la dinámica natural del río San Juan. Fue inaugurada en diciembre de 2008, también por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, y el llenado de su embalse avanza a ritmo lento por la crisis hídrica que viven los ríos cordilleranos del centro y norte del país.
El embalse tiene un volumen máximo de 556 hectómetros cúbicos, ocupa una superficie de 3.200 hectáreas y permite regar unas 17.000 hectáreas. Posee una central hidroeléctrica al pie de presa con una capacidad de 132 megavatios.

Embalse compensador
Punta Negra, la represa que tanta repercusión ha tenido en nuestra provincia, se ubica poca distancia aguas abajo de Los Caracoles y será su "embalse compensador". Esto significa que Punta Negra almacenará el agua que se libere desde Los Caracoles cuando sus turbinas estén trabajando a máxima potencia, lo que ocurre en las horas de máxima demanda de electricidad. Desde Punta Negra, el agua almacenada se erogará en forma paulatina y acorde a las necesidades de riego y de consumo humano. Este programa de manejo permite eficientizar el aprovechamiento de Los Caracoles y hacer un manejo amigable con el ambiente del agua.
La construcción de Punta Negra comenzó en diciembre de 2009 -un año después de terminada Los Caracoles- y la represa quedó inaugurada el 29 de agosto en un acto que encabezó la presidenta Cristina Fernández. La propia Presidenta, a través de videoconferencia, dio la orden de cerrar las compuertas y comenzar con el llenado del embalse. Esto tomará su tiempo ya que la crisis hídrica aún se mantiene y Los Caracoles todavía tiene capacidad de almacenamiento disponible.
El proyecto de Punta Negra contempla la instalación de una pequeña central hidroeléctrica al pie de la presa. Tendrá dos turbinas tipo Francis que sumarán una potencia de 62,2 megavatios.

El Tambolar

De contar durante décadas una sola obra de regulación sobre su curso principal, San Juan pasó en pocos años al otro extremo de la escena: ya tiene tres importantes diques en funcionamiento -o por lo menos en la etapa de llenado de sus embalses- y está en marcha el proyecto para construir un cuarto: El Tambolar.
Esta represa tuvo su impacto periodístico a principios de año cuando trascendió que uno de los acuerdos que había firmado la presidenta durante su viaje a China incluía la financiación para construir esta nueva represa sobre el río San Juan. En ese momento se escucharon las primeras voces críticas a la iniciativa, en particular a la falta de consulta a las provincias de la cuenca sobre el tema.
El proyecto El Tambolar contempla la construcción de una represa en posición más alta a la de Los Caracoles, unos 20 kilómetros aguas arriba de ésta. En la primera etapa de la obra se planean invertir 68 millones de dólares a lo largo de 2 años y cuatro meses.
El Tambolar ya está en marcha. Fue adjudicado a Techint-Panedile, el mismo consorcio que construyó Los Caracoles y Punta Negra. Las obras empezaron pocas semanas después de que la Presidenta volviera de China. En estos meses, las máquinas están concentradas en la construcción del canal por el cual se desviará el río San Juan para despejar el tramo donde se levantará el gigantesco muro que frenará las aguas del río.
Cuando El Tambolar se termine, generará el embalse más grande la provincia de San Juan: 605 hectómetros cúbicos de capacidad, más que todos los ya existentes. Tendrá una central hidroeléctrica empotrada en uno de los cerros con una capacidad intermedia entre la de Los Caracoles y Punta Negra.
El futuro del río San Juan, y por ende el Desaguadero y su continuidad aguas abajo, el Salado-Chadileuvú, estará en juego. Si para entonces La Pampa no logra acordar con San Juan un programa de embalses y desembalses que garantice la llegada a la provincia de un mínimo caudal, el Salado terminará por desaparecer. Será la misma historia que el Atuel, solo que en tiempo presente y ante nuestros ojos. Y no habrá gobierno central ni sumisión territoriana a la cual echarle la culpa.

Un punto de inflexión
De acuerdo a los datos aportados por la Secretaría de Recursos Hídricos de La Pampa, el ingreso del río Salado-Chadileuvú a La Pampa tuvo un punto de inflexión en el segundo semestre del año 2009, justo después que terminó la construcción de Los Caracoles y comenzó el llenado de su embalse.
En julio de 2009, ingresaban a nuestra provincia unos 13 metros cúbicos por segundo, según la medición en la escala ubicada bajo el puente de la ruta provincial 10 -unos pocos kilómetros al este de la localidad de Santa Isabel-.
En septiembre de ese año, el caudal había bajado a 3 m3/segundo, en noviembre estaba en 1 m3 y para enero estuvo a punto de desaparecer. En los meses posteriores registró un leve repunte, pero apenas por encima de 1 metro cúbico y sin llegar a los 2 m3.
Desde esa fecha en adelante, el caudal que circuló bajó el puente de la ruta 10 siempre estuvo por debajo de un metro cúbico por segundo, y en más de una oportunidad orilló la desaparición.
Un caudal tan exiguo en los primeros kilómetros de territorio pampeano significa que el río termina por desaparecer un poco más adentro del territorio, sin llegar siquiera hasta la localidad de La Reforma, donde cruza la ruta provincial 20.
La permanente, y casi total en algunos casos, retracción en el espejo de agua de las lagunas que se alimentan de este curso de agua, la desaparición del mismo en gran parte del territorio, y las subsecuentes alteraciones del ecosistema fluvial, son las consecuencias más evidentes.

"Repetido incumplimiento"
San Juan quiere obligar a Mendoza a que haga mosto con uvas comunes, proponiendo una prohibición para que variedades como cerezas y criollas se destinen a vino y sí que vayan a mosto.
Debido a que se prevén excedentes de vinos en Mendoza para la próxima temporada, situación que afectará nuevamente a la región cuyana, el gobierno sanjuanino ideó una propuesta para tratar de reducir la cantidad.
El plan consiste en buscar un nuevo acuerdo del mosto, ya que, a diferencia de lo que pasa en San Juan, en Mendoza no se respeta el porcentaje pactado de elaboración de ese producto y se termina engordando el stock vínico que deprime los precios.
Por eso, la idea sanjuanina es obligar a los bodegueros y productores a que destinen las uvas comunes, como cerezas y criollas, a mosto y se prohíba su uso para la elaboración de vinos. De concretarse, la medida impactaría de lleno en suelo mendocino, dado que allí se hacen caldos con esas variedades, como los 108 millones de litros de este año, mientras que en San Juan no se vinifica nada con esas uvas, según los datos del Ministerio de la Producción.
Si las provincias llegaran a suscribir la idea sanjuanina, se trataría un "pacto inédito" en la historia de esta industria.
Si se hubiera aplicado el mecanismo este año, según previsiones oficiales, se habría eliminado la mitad del sobrestock de 300 millones de litros de vino. Y en el caso de que se pusiera en marcha para la próxima temporada, se sacarían más de 100 millones de litros que engrosarían un excedente que puede girar en torno a los 200 millones.
Este año, la región atravesó una dura crisis vitivinícola por ese motivo, y entre las causas principales aparece el "repetido incumplimiento" del acuerdo del mosto por parte de Mendoza, de acuerdo a la visión del gobierno sanjuanino y de los actores vitivinícolas.
La propuesta la dio a conocer el ministro de Producción de San Juan, Marcelo Alós, quien manifestó que se trata de "un aporte que nos parece viable, que hay que discutirlo, mejorarlo o implementarlo tal cual lo planteamos" y que "si no hacemos nada, vamos a estar muy complicados el año que viene. Por eso, nos parece que es urgente poner el tema en la agenda".

Fuente: Diario La Arena, 13 de septiembre de 2015

martes, 25 de agosto de 2015

Nuevos principios de la estrategia industrial


Por Aldo Ferrer *
Publicado en Realidad Económica en agosto de 2015
La industria ha vuelto a ocupar, merecidamente, el centro del debate sobre el desarrollo económico argentino. Constituye, en efecto, la cuestión dominante, por dos razones principales. Por un lado, porque la construcción del sistema nacional de ciencia y tecnología requiere el desarrollo de las industrias que operan en la frontera del conocimiento. Por el otro, porque el déficit en el comercio internacional de manufacturas de origen industrial (DMOI) es la causa dominante de la insuficiencia de divisas, vale decir, la restricción externa. Este es el principal obstáculo al crecimiento de la inversión, la producción y el empleo y el disparador del ciclo de contención y arranque (stop & go) de la actividad económica. Crea, asimismo, expectativas negativas que impulsan la fuga de capitales y la inflación.


El debate sobre estas cuestiones quedo interrumpido en 1976, con el comienzo del cuarto de siglo de la hegemonía neoliberal. En aquel entonces, se discutía la llamada industrialización sustitutiva de importaciones (ISI), su trayectoria, limitaciones y futuro. La cuestión reapareció en el nuevo escenario creado por el cambio de rumbo de la política económica y el renovado énfasis en la industrialización, posteriores al 2002

En los últimos doce años, la recuperación del empleo y producción industriales, es notable. Pero ha vuelto a reaparecer la restricción externa, precisamente vinculada a las debilidades de la estructura industrial. Se plantean, entonces, dos cuestiones fundamentales. Por una parte, el régimen económico necesario para impulsar la inversión, el cambio técnico y el empleo industriales, a niveles crecientes de productividad, salarios reales y ganancias. Por la otra, la formación de la estructura productiva necesaria para eliminar el DMOI, concentrado en los sectores de mayor contenido de valor agregado y tecnología (autopartes, electrónicos, bienes de capital, productos químicos). Formación, asimismo necesaria, para sustentar un vigoroso sistema nacional de ciencia y tecnología, fuertemente integrado a la totalidad de la producción de bienes y servicios.

Estas notas se ocupan de la segunda cuestión. Sobre la primera, sólo señalemos que es preciso un régimen macroeconómico (fiscal, pagos internacionales, monetario) consistente con la competitividad y la estabilidad necesarias para impulsar la inversión y la innovación, con pleno empleo, a niveles crecientes de productividad.

Los antiguos principios

Sobre la segunda, la estructura industrial, cabe observar que la ISI tuvo lugar en dos etapas. La primera, entre 1930 y 1976. La segunda, entre 2003 y la actualidad. En ambas, la ISI respondió a los siguientes principios:

Primero, sustituir importaciones actuales, sin anticiparse a los cambios, en la oferta y la demanda, determinados por el progreso técnico. Es decir, sustituir el pasado. De este modo, las importaciones de nuevos bienes excedieron el ahorro de divisas producido por la producción local de importaciones. del pasado.

Segundo, concentrarse en las manufacturas menos complejas. Esto generó un déficit creciente en el comercio internacional de los bienes de mayor contenido tecnológico y valor agregado. El énfasis del planteo desarrollista en las “industrias de base”, productoras de commodities (acero, aluminio), no alcanzó para eliminar el desequilibrio en las manufacturas más dinámicas en el comercio internacional, como los electrónicos y los bienes de capital.

Tercero, dedicarse esencialmente el mercado interno, sin proyectarse al mercado mundial para generar, al menos, las divisas necesarias para abastecer de insumos y equipos importados al propio sistema industrial. Cuarto, delegar el liderazgo de la industrialización en las filiales de empresas extranjeras. La industria argentina es una de las más extranjerizadas del mundo. Las filiales generan más del 80 por ciento del valor agregado de las mayores empresas. El comportamiento de las filiales responde también a los tres principios anteriores. El déficit de sus operaciones externas, es parte principal del DMOI. A esto se agrega la transferencia de utilidades a las matrices y la distribución de rentas a través de los “precios sombra”, en el comercio intrafirma.

Quinto, con mayor o menor grado de adaptación al medio local, delegar el liderazgo de la innovación en los conocimientos importados, a través de dos canales principales. Uno de ellos, las filiales que “importan” la tecnología de sus matrices, fundamentalmente en los segmentos menos avanzados, como sucede, por ejemplo, en la industria automotriz. En el sector electrónico, la producción local se reduce al ensamblaje de componentes importados. El otro, la dependencia de la inversión en bienes de capital en maquinarias y equipos importados, cuya tecnología responde a las condiciones propias de las economías de origen, no las argentinas.

Estos fundamentos de la ISI son el origen de las debilidades de la industria argentina. Es decir, el DMOI y la escasa densidad tecnológica. Si a esto se agrega la inestabilidad institucional y de la política económica, en la primera etapa de la ISI y, luego, el genocidio industrial del periodo neoliberal, lo asombroso no es que existan los problemas actuales sino que, a pesar de todo, haya sobrevivido un sector industrial que es la plataforma de las transformaciones futuras.

Sobre la base de los principios fundacionales de la ISI, antes mencionados, es imposible erradicar la restricción externa y convertir a la industria en la correa de transmisión, de la ciencia y la tecnología a la producción de bienes y servicios. Esa ISI está históricamente agotada y en contradicción, cada vez mayor, con las transformaciones del orden mundial. El concepto mismo de “sustituir importaciones” debe ser abandonado porque reduce la industrialización a abastecer el mercado interno. Es preciso, al mismo tiempo, exportar manufacturas en los sectores de mayor contenido de valor agregado y tecnología y, sobre estas bases, profundizar las relaciones al interior del “triángulo” de Sábato. Es decir, la asociación entre las políticas públicas, el sector productivo y el sistema nacional de ciencia y tecnología.

Los nuevos principios

Se trata, en definitiva, de formar un sistema industrial integrado y abierto sobre la base de principios que están en las antípodas de los de la ISI. A saber,

Primero, sustituir el futuro no solo el pasado. Anticiparse a los cambios previsibles impuestos por el avance de la ciencia y la tecnología, incorporando en el tejido productivo las actividades que lideran el desarrollo, para abastecer el mercado interno y exportar. Como las economías avanzadas y emergentes, es preciso ser protagonistas, dentro de la división internacional del trabajo intraindustrial (a nivel de productos no de ramas) y la formación de cadenas transnacionales de valor. Segundo, rechazar la actitud resignada de especializarse en las manufacturas simples, bajo el supuesto que hay actividades que, por su complejidad, exceden las posibilidades del país. Con este criterio, China, Corea del Sur y las otras economías emergentes de Asia, no serían hoy economías industriales avanzadas. Por ejemplo, nada impide que Argentina cuente con una o más empresas terminales en la industria automotriz, para integrar las cadenas de valar con motores y componentes avanzados y, al menos, erradicar el creciente deficit externo del sector. Lo mismo puede afirmarse en las industrias vinculadas a las tecnologías de la información y la producción de bienes de capital.

Tercero, aumentar las exportaciones de manufacturas, incluso en las actividades de mayor contenido de valor agregado y tecnología. Estos bienes y servicios constituyen la mayor parte y el componente más dinámico del comercio internacional. Las ventajas competitivas en las actividades de frontera, no están determinadas por la dotación actual de factores sino por la decisión política. La audacia debe ser un elemento esencial de la estrategia de desarrollo industrial, para integrar el territorio y las cadenas de valor. El país cuenta con los medios y capacidades necesarias para tales fines.

Cuarto, fortalecer el protagonismo y el entramado de las empresas nacionales, en todas sus dimensiones, Pymes y grandes. No se construye un empresariado nacional y el desarrollo del país, delegando el protagonismo en las filiales de las corporaciones transnacionales. No hay empresarios nacionales sin un Estado desarrollista ni desarrollo sin empresarios nacionales. En ningún lado, a lo largo de la historia, el desarrollo ha tenido lugar sobre otras bases que la soberanía, el impulso privado y las políticas públicas. Es necesario un nuevo régimen de inversiones extranjeras. Los mejores referentes al respecto, son los existentes en China y Corea del Sur. Se trata de asociar a la inversión extranjera al proceso de transformación, orientándola a la incorporación de tecnología, la ampliación de los mercados externos y la vinculación con empresas locales. Sobre estas bases, las filiales dejan de ser causa para ser parte de la resolución de la restricción externa. Para estos fines es preciso erradicar el vocablo de uso frecuente “atraer inversiones”, que implica que el origen de la inversión es esencialmente extranjera, cuando, en la realidad, la fuente fundamental del financiamiento es el ahorro interno. A nivel mundial, las inversiones extrajeras contribuyen con 10 por ciento de la acumulación de capital fijo. El 90 por ciento restante se financia con ahorro interno de los países.

Quinto, ampliar las bases del cambio tecnológico y la innovación propias, desplegar el triángulo de Sabato, vincular la educación con la capacitación de los recursos humanos necesarios para las ciencias básicas y la tecnología. Los gastos de investigación y desarrollo, en las empresas, las universidades, los organismos públicos pertinentes, son las inversiones de mayor impacto en el desarrollo económico y social. La creación del Ministerio de Ciencia y Tecnología, constituye una importante contribución en esta materia. El desarrollo de la producción local de bienes de capital, vinculada a la demanda de la economía argentina y a las oportunidades de exportación, es un componente insustituible del avance tecnológico y el desarrollo del país.

La segunda etapa de la ISI y la misma ISI, llega a su fin, en un escenario más propicio que el del pasado, para la formación de una economía industrial avanzada, abierta e integradora de los sectores y el territorio.

* Profesor emérito de la UBA.


Suplemento CASH de Página/12 - 18 de agosto de 2015

martes, 24 de febrero de 2015

Derecho a la ciudad dinámica


Entrevista a David Harvey por Julieta Roffo

David Harvey es inglés y geógrafo, tiene ochenta años y una foto de Karl Marx en su escritorio. De esos ochenta, pasó nada menos que cuarenta enseñando El Capital a sus alumnos universitarios: es profesor de Antropología y de Geografía, claro, en la Universidad de la Ciudad de Nueva York, donde vive con su hija y su esposa miramarense. Harvey, que se define a sí mismo como un “urbanista rojo”, mira el mundo con los ojos de quien ha leído y releído la obra marxiana, sobre todo el mundo de las ciudades. Tal vez sea esa perspectiva la que haga que en sus charlas abunde el público joven que aplaude fuerte cada vez que el teórico clama el “derecho a la ciudad” que todos deberíamos ejercer y que lo expresa claramente en su reciente libro Ciudades rebeldes. Del derecho a la ciudad a la revolución urbana (Editorial Akal).

–En varias entrevistas usted señaló que las ciudades sin ningún conflicto no son las mejores para vivir, y que incluso por eso eligió criar a su hija en Manhattan. ¿Cuál es el punto justo de conflicto que una ciudad debe tener para ser un buen lugar para vivir?

–Aunque no tengo una idea concreta de “buena ciudad”, creo que la organización urbana es siempre algo dinámico, un proceso en acción. En casi todas las ciudades hay conflictos sociales, y creo que una medida de eso es siempre saludable, porque significa que alguna gente piensa que hay que ir hacia un lado, otro grupo de gente cree que hay que ir hacia otro lado: a partir de eso, la población se entusiasma y trata de introducir cambios, y entonces la ciudad vive en medio de la dinámica. Claro que los conflictos pueden volverse violentos y se puede terminar como Belfast, por ejemplo, o con un gran muro que divida la ciudad y que ya no haya diálogo. Estos choques pueden tener salidas muy violentas, pero no me gusta pensar que todos debemos vivir armoniosamente, estar de acuerdo todos con todos: eso sería aburrido porque no habría ningún movimiento.

–¿Qué ciudades le parece que sirven de ejemplo a esa dinámica tensa que no llega a un conflicto violento?

–Bueno, una de las cosas que me gustan de vivir en Nueva York es su diversidad étnica. Por eso hay conflictos todo el tiempo y entonces tiene que haber negociaciones, de manera que la vida allí siempre es excitante, y de formas que no encuentro en otros lugares del mundo. Por otro lado, en ciudades como Nueva York actualmente los desarrolladores inmobiliarios, el gobierno urbano y los poderes financieros deciden constantemente qué pasará en la ciudad sin ningún tipo de consulta con el resto de la población: esa desigualdad todavía no está subrayada y debería estarlo. Pero en cuanto a la mezcla de ideas, Nueva York es muy estimulante.

–Al respecto, especialmente en cuanto a desarrollos inmobiliarios, usted señaló varias veces que la parte más rica de la población está poniendo su plata en activos y no en fines productivos. ¿Cómo debería atraerse al capital para que vuelva a volcarse a esos objetivos?

–Para empezar, una buena medida sería introducir cambios en el sistema de impuestos. Por ejemplo, gravar de manera más onerosa a los edificios de lujo. En Nueva York las reglas impositivas son muy perversas: los ricos pagan las tasas más bajas. Por otro lado, creo que las finanzas públicas deberían dirigirse no a proyectos pensados para los que tienen altos ingresos, sino a mejorar la calidad de vida de la masa poblacional: los presupuestos estatales benefician al capital más que a la población.

–Una de sus reivindicaciones más frecuentes es el “derecho a la ciudad”, ¿en qué consiste?

–Creo que todo el mundo debería pensarse como un ciudadano urbano que tiene el derecho de tratar de transformar el mundo en el que vive de acuerdo a sus necesidades y sus deseos. Eso traería conflicto entre quienes piensan la ciudad de una manera y quienes la ven de otra, pero como dije antes, es un tipo de conflicto saludable porque todos los involucrados podrán decir “estoy ejerciendo mi derecho a la ciudad, tratando de crear un ambiente en el que yo y la gente que quiero estemos bien”. Me parece que poder decir algo sobre el ambiente en el que uno vive es un derecho fundamental de los hombres y tiene que ser uno de los sentidos más profundos de la democracia urbana. Actualmente, en la mayoría de las ciudades, las decisiones más importantes las toman las elites, que deciden dónde va un shopping y dónde va un emprendimiento inmobiliario. Hay un déficit de democracia urbana que sólo va a ser remediado cuando los ciudadanos se unan y digan que todos tienen derecho a la ciudad, derecho a ser consultados para ver para qué lado queremos ir. Es muy importante educar a la gente dentro de su idea de ciudadanía para que se entienda que el derecho a la ciudad no es sólo individual sino también colectivo. Es imprescindible tener la libertad de modificar el entorno: lo hacen las hormigas, las abejas, creo que deberíamos estar capacitados para hacerlo.

–En los últimos años y sobre todo en las ciudades está cambiando la estructura familiar, que ya no es tan nuclear, ¿cómo afecta esto al paisaje urbano?

–Esto es un punto muy interesante porque la ideología del desarrollo urbano para poblaciones masivas se construyó, durante los últimos cincuenta años, bajo la idea de la familia nuclear, pensando además que es una buena institución en sí misma. Y si se rompe esa tradición, cosa que obviamente pasa, sobre todo en las ciudades, entonces aparece un problema con el que hay lidiar: los planificadores urbanos están muy intimidados porque la familia nuclear ya no es hegemónica. Creo que hay que desarrollar nuevas estructuras de derechos propietarios, más colectivos que individuales. Algo así como tener un edificio y decirles a los usuarios: “No podés vender tu departamento en el mercado pero tenés derecho a vivir ahí hasta que quieras y por un costo mínimo”. En algunas partes del mundo, hay colectivos de artistas que toman espacios de esta manera y aseguran: “Tenemos relaciones sociales pero no es familia; tenemos hijos pero no en la estructura familiar tradicional”. No hace falta ser increíblemente radical para pensar en nuevas estructuras de propiedad. Los conservadores van a decir que esto alienta a la gente a vivir colectivamente y abandonar así la familia, no lo van a poder tolerar, pero creo que es un momento muy interesante para ejercer una presión que legalice estas condiciones de vida.

–En varias entrevistas usted señaló que el neoliberalismo no desapareció de Latinoamérica, a pesar de un fuerte discurso en su contra, ¿por qué ocurre esto?

–La mayoría de los países de la región tuvieron una experiencia muy mala con el neoliberalismo, y tienen entonces una retórica muy fuerte y negativa al respecto. Desde lo teórico, se pueden dar charlas sobre lo mala que es esta doctrina y todo el mundo va a escuchar atentamente. Pero las prácticas neoliberales invadieron profundamente la estructura económica de la región, porque una de esas prácticas más frecuentes es la inequidad: no veo que se haga mucho al respecto, a pesar de que en países como Brasil o Argentina hubo cierta movilidad social. El poder del neoliberalismo para dominar no está realmente atacado, entonces me pregunto cómo la retórica anti-liberal va a transformarse en una práctica política real. Latinoamérica lo está discutiendo, pero decir que el neoliberalismo es malo no quiere decir que haya desaparecido.

–¿Cuáles son las ideas de Marx que mejor resistieron el paso del tiempo?

–Toda la estructura teórica de su trabajo es importante para entender críticamente qué nos pasa hoy, pero hay que reconocer que es una estructura incompleta y que mucho era tentativo. Además, cuando Marx escribía, solamente el cinco por ciento de la población vivía en la ciudad, mientras que ahora es el 50 por ciento: la pregunta urbana no era importante para él y sí lo es para mí. De todo su trabajo, lo más importante me parece la idea de la acumulación por la acumulación misma, de que el capital acumula por la riqueza y por el poder, y no por el bien de la Humanidad. El mundo está orquestado por esa acumulación que benefice al capital, y si no nos gusta, tendremos que luchar contra la necesidad de ese capital de acumular para siempre.


Fuente: Revista Ñ - 9 de febrero de 2015. Realidad económica, febrero. 

lunes, 26 de enero de 2015

La fuerza del mar


Por Raquel Roberti

Qué inapropiado llamar Tierra a este planeta, cuando es evidente que debería llamarse Océano”, decía Arthur Clarke, el autor de 2001: una odisea del espacio. Claro que tenía razón: 75 por ciento de la superficie del planeta está cubierta de agua. Quizá por eso extraer energía de la fuerza de las mareas, las olas o los ríos es, además de un desafío, una de las grandes promesas de las energías alternativas y renovables. Argentina es una de las regiones más aptas para generar esta energía, ya que cuenta con una ribera excepcional sobre el Océano Atlántico que podría proveer, según se estima, un potencial energético de hasta 40.000 MW (la central atómica Atucha II producirá 692 MW).

Y si bien los científicos estudian el tema desde hace años, hasta ahora nunca se intentó la explotación marina, sólo se aprovecharon las corrientes de los ríos. Hasta ahora, porque en poco tiempo más Y-Tec, la empresa conformada por YPF y Conicet, hará las pruebas de eficiencia de turbinas en el estuario del Río Gallegos y en Cabo Vírgenes. Y de tener los resultados esperados, podrían instalarse allí varias turbinas capaces de generar más de mil MW. Es una empresa cargada de futuro que da pasos agigantados para acercarse rápidamente a la actualidad.

En mayo de 2012, cuando el Congreso debatía la estatización de YPF, desde los sectores opositores se levantaban voces criticando que el Estado argentino privilegiara recuperar la empresa petrolera por sobre otras “iniciativas prioritarias”, entre ellas la “diversificación de la matriz energética para disminuir la dependencia del petróleo y gas”, con la construcción de más “centrales hidroeléctricas, nucleares y nuevas energías renovables”. A fines de ese mismo año se formó Y-Tec, que viene a dar respuesta a esos cuestionamientos, ya que además de la generación de energía por fuerza mareomotriz, desarrolló un nanopolímero para reemplazar la arena especial que se utiliza en los yacimientos no convencionales y un sistema de extracción de litio que evita el uso de agua potable.

En un país como la Argentina, donde el 35 por ciento de la oferta interna de energía primaria se obtiene a partir de petróleo y el 51,6 por ciento a partir de gas natural, no cabe duda de que el desarrollo de energías alternativas es una necesidad de cierta urgencia.

“A principios de diciembre bajamos dos boyas, en Punta Loyola y en el Estrecho de Magallanes, para tomar lecturas del movimiento del mar. Con esos datos bajaremos, estimo que en julio, una turbina hidrocinética pequeña, de 4 KW, para medir el factor de carga y eficiencia. Pensamos que estará arriba del 90 por ciento, muy superior a una turbina hidráulica, que trabaja al 60 por ciento. Si lo comprobamos, bajaremos turbinas de hasta 50 MW, y en esas zonas podemos colocar 20 turbinas, de modo que generaríamos mucha potencia”, explica Gustavo Bianchi, director de Y-Tec.
Doctor en Ciencias de los Materiales y con un postdoctorado en la universidad de Texas en Ingeniería de Petróleo y Geosistemas, Bianchi generó al menos diez patentes nacionales e internacionales, tres de las cuales son propiedad de YPF y Siderca.

Las boyas fueron trasladadas a bordo del –y fondeadas desde– el buque Lenga: la primera, de origen canadiense, en el estuario del Río Gallegos; la segunda, proveniente de Noruega, en el Cabo Vírgenes, el límite bioceánico entre el Pacífico y el Atlántico, en el Estrecho de Magallanes. Ambas tienen instrumentos y sensores para medir corrientes, olas y mareas. La primera turbina que se usará es un desarrollo de INVAP, la misma empresa que diseñó el satélite Arsat-1 y que se ocupará de construir las turbinas adecuadas para la velocidad de las corrientes marinas en esas zonas. De acuerdo a Bianchi, el generador será el mismo pero tendrá distinto material para que resista el ambiente salino.

“Una vez que tengamos todos los datos, haremos el caso de negocio. Estos pasos son necesarios para analizar la inversión y rentabilidad del proyecto. La ventaja es que hoy Ushuaia está aislada desde el punto de vista eléctrico, y con esto podríamos abastecerla de energía evitando el altísimo consumo de gasoil que tiene hoy. Pensamos que será rentable y en ese caso podríamos hacer un puente que una la Ruta 7 con el continente y colocar ahí las turbinas. Si todo funciona como pensamos, el puente se pagaría solo”, se entusiasma el funcionario.

Pero la idea es que la explotación de ese negocio esté abierto a la inversión, podría ser de YPF –a través de YPF Energía– o de una tercera compañía que pagaría un royalty a Y-Tec por el desarrollo del proyecto y la incorporación de tecnología.

La obtención de energía de la fuerza del mar es una pretensión de la humanidad de larga data. La primera instalación efectiva se realizó en Francia, en 1967 y funcionó durante 20 años. Generaba 500 GW al año, el equivalente a 300 mil barriles de petróleo.

Pero ya sea que se busque aprovechar las mareas, las olas o las corrientes, los costos son altísimos, ya que requieren la construcción de embalses que permitirían en el caso de mareas, tener energía también en pleamar (cuando las aguas bajan). La diferencia de niveles a ambos lados del dique es el principio de conversión de energía eléctrica.

“Argentina tiene una topografía y una ribera excepcional y diferente al resto del mundo –señala Bianchi–. Por eso buscamos dos puntos en los que no necesitamos hacer construcciones. En Punta Loyola el crecimiento de la marea va por el Río Gallegos, de modo que no debemos invertir en un embalse, sólo bajar la turbina. En el Estrecho de Magallanes o el Canal de Beagle la cuestión es similar a la explotación hidráulica, se necesita un río y un embalse, pero allí el embalse es el Océano Atlántico o el Oceáno Pacífico, la corriente es continúa. Y lo más importante: la energía hidráulica depende el efecto Niño/Niña: si hay sequía no se genera energía y si llueve mucho se genera pero también se sufren inundaciones. En las energías provenientes del mar el sistema funciona siempre, a menos que desaparezca la Luna. Y si eso sucede, vamos a tener otro problema”, dice entre risas.

Aunque al evitar las construcciones también se evita en gran medida el impacto ambiental de estos proyectos, Y-Tec trabaja en conjunto con el CENPAT (Centro Nacional Patagónico, ubicado en Puerto Madryn) para que sus científicos –de áreas tan diversas como biología, química, ingeniería hidráulica, etc.– determinen en qué áreas pueden instalarse las turbinas sin alterar la vida de lobos marinos, pingüinos, o cualquier otra especie animal. “También hay oceanógrafos que estudian el movimiento del lecho marino –agrega el director de Y-Tec–, para indicarnos en qué lugar debemos bajar las turbinas porque si el lecho me tapa la turbina, obviamente no funcionará. Es un equipo multidisciplinario de más de 25 científicos de todas las orientaciones”.

Proyecto mareomotriz tiene una duración de 3 años, prevé la reubicación de las boyas y la adquisición, configuración y emplazamiento de vehículos submarinos y superficiales autónomos y un Lander, que serán utilizados en el estudio de los estuarios del Río Gallegos y el Río Santa Cruz, Cabo Vírgenes, Punta Dungeness, Cabo Espíritu Santo, Bahía San Sebastián y Canal de Beagle.

El desarrollo de tecnologías y conocimientos en el área de petróleo y gas son parte de la misión de Y-TEC, y allí también la empresa ya tiene resultados promisorios: en conjunto con la Universidad de Buenos Aires (UBA) desarrolló un agente sostén ultraliviano –a nivel popular “arena sintética”– para utilizar en la explotación de yacimientos no convencionales.

“Es un polímero hecho con nanopolímeros y nanopartículas de carbón. Estamos construyendo una planta piloto pequeña para hacer las pruebas definitivas, pero el producto es más resistente que la arena que se utiliza hoy y tiene una densidad similar a la del agua. La planta estará terminada para julio, elaboraremos 300 kilos de este agente, haremos la prueba de campo y si funciona, pasaremos a una planta industrial”, resume Bianchi. Tal como en la energía mareomotriz, el negocio estará abierto a la inversión privada, en tanto Y-Tec cobrará un royalty por el desarrollo.

Los yacimientos no convencionales son aquellos en los que el petróleo y el gas no fluyen libremente una vez hecha la perforación, ya que ambos elementos están atrapados en la roca madre. La técnica para explotarlos (fracking) es inyectar agua a muy alta presión para agrietar la roca madre y permitir la extracción de los fluidos. Pero, si no se sostienen, esas grietas se sellan cuando se detiene la bomba de presión hidráulica. Por eso es necesario que junto con el agua se inyecte un agente de sostén que mantenga abierta la grieta. En la actualidad se utilizan arenas seleccionadas que, en general, se importan de China.

“No sólo tendremos un ahorro en las importaciones –señala Bianchi exultante–, sino que por ser más resistente, este agente permitirá mejorar la producción esperada de los yacimientos no convencionales. Eso es lo que se ve en los ensayos. Por ahora estamos produciendo en la planta piloto de Y-Tec, pero luego veremos si hay Pymes interesadas en invertir”. Otra vez: la empresa recibirá un royalty, que de acuerdo al volumen de la producción, puede oscilar entre 0,5 y 5 por ciento del valor de venta del producto.

Y queda todavía un área más en la que Y-Tec aporta tecnología y conocimiento: el litio. “Seremos el primer país de Centro y Sudamérica en fabricar baterías de litio para autos, relojes, computadoras, motos. Estamos desarrollando una patente que viene de la UBA-Conicet, para un sistema de extracción que baja drásticamente el consumo de agua dulce”, explica Bianchi.

El litio se extrae de las salinas y el proceso está concesionado por las provincias a diversas empresas. Históricamente la extracción requiere de agua para precipitar el carbonato cuando se produce la evaporación. Millones de litros de agua se pierden por cada tonelada de litio, y además, el paso final es un tratamiento químico contaminante.

La expectativa es que en poco tiempo más esas compañías utilicen el sistema desarrollado por Y-Tec, ya que acelera el tiempo de obtención en seis o siete meses. “Pero además –aclara el directivo– procesaremos parte de esas extracciones para construir baterías. Ya hacemos la pasta, el ánodo, el cátodo y la membrana. La idea es que en mayo tengamos un producto visible, para empezar a tratar con los fabricantes de autos. A futuro podríamos traer al país autos híbridos, por lo tanto las estaciones de servicio de YPF además de vender combustible, tendrán un lugar para enchufarse”.

No será el futuro de Odisea del espacio, pero para un país que hasta hace poco más de 10 años tenía a la mitad de su población bajo la línea de pobreza, parece ciencia ficción.


Revista Veintitrés - 15 de enero de 2015