miércoles, 28 de agosto de 2013

Expropiación de YPF Fracking: una tecnología en el centro de la controversia


Por Nora Bär


Según estimaciones de organismos internacionales, las reservas no probadas de hidrocarburos no convencionales [es decir, aprisionados a gran profundidad en la roca madre] podrían multiplicar entre 11 y 67 veces las reservas probadas actuales de gas y petróleo convencionales de la Argentina. No es necesario aclarar que estas cifras inspiran atractivas expectativas económicas.


"Siempre que se toca el ambiente, hay una respuesta -dice el doctor Jorge Codignotto, geólogo y presidente de la Academia de Ciencias del Ambiente-. Suelo dar este ejemplo: cuando uno está sentado a la orilla del mar y viene una ola, empieza a hundirse en la arena, y lo único que hizo fue desviar el flujo del agua. De allí en más, imagínese... Pero no siempre podemos abstenernos de alterar la naturaleza: el petróleo no sólo se utiliza para producir energía, también interviene en un sinnúmero de otros productos, como los plásticos, las prótesis de titanio, los detergentes, el asfalto, los lentes orgánicos... Lo importante es tener información válida."

De acuerdo con las teorías vigentes, el petróleo y el gas se formaron a partir de capas de microorganismos que se fueron acumulando en el lecho de estuarios, mares y lagos. Allí, en ausencia de oxígeno y sometidos a gran presión y temperatura, se cocinaron en una suerte de gran "horno geológico", explica en un documento el Instituto Argentino del Petróleo y el Gas (IAPG).

El estrato en el que se produjeron se conoce como "roca generadora" o "roca madre". Tiene diminutos poros no conectados entre sí y se encuentra a grandes profundidades, incluso superiores a los 3000 metros. Luego, los movimientos de la corteza terrestre fueron rompiendo esa roca madre y generando pequeñas fisuras por las cuales el petróleo y el gas comenzaron a migrar hacia otras formaciones hasta llegar a un "techo". Estas estructuras, llamadas "trampas", son las que contienen hidrocarburos convencionales.

El problema es que gran parte de éstos quedaron encerrados en la roca en que fueron creados. Al declinar la producción de petróleo y gas convencionales, surgió la idea de mejorar la permeabilidad de los yacimientos para acceder a ellos. El fracking emula lo que hizo la naturaleza: fractura la roca inyectando agua a presión para liberar el petróleo y el gas atrapados (ver infografía).

Alrededor de 2005, esta tecnología empezó a usarse a gran escala en los Estados Unidos y comenzaron los cuestionamientos.

Entre otras críticas, se objeta que en los sitios cercanos a la explotación podrían producirse riesgos para la salud pública, como la contaminación de acuíferos, o la emisión de benceno y otros gases que pueden causar cáncer y patología neurológica.

"El fracking consiste en hacer un pozo común y corriente hasta que se llega a la capa donde se sospecha que puede haber alojados gas o petróleo sin salir de la roca generadora -explica el geólogo e ingeniero petrolero Gualter Chebli-. La diferencia con lo tradicional es que se perfora primero en forma vertical y después horizontalmente. En ese momento se envía a la profundidad una mezcla de agua a muy alta presión con aditivos químicos que cumplen diferentes funciones. Pero esto afecta tanto el ambiente como un pozo convencional."

Se emplean entre 8 y 15 sustancias (anticorrosivos, gelificantes, inhibidores de crecimiento bacteriano, lavandina, soda cáustica, bicarbonato de sodio, vinagre), y todos deben declararse.

Según Chebli, dado que en el país la roca madre está a más de 3000 metros de profundidad, siempre que la técnica se aplique correctamente y que no haya problemas en el aislamiento ("encamisado"), no existe peligro de contaminación de acuíferos (que se encuentran a alrededor de 300 metros de la superficie).

Otra de las críticas que se esgrimen es que se emplea gran cantidad de agua. "Sí -concede Chebli-, pero ¿cuál es el problema? En la Argentina, hay unos 40.000 pozos perforados y en todos se usa agua para la extracción."

Fuentes del IAPG precisan que se inyectan entre 10.000 y 30.000 m3 de agua por pozo, pero que eso equivale a unos pocos segundos del caudal de un río neuquino. Los cálculos de este organismo indican que, si se cumpliese el Plan Quinquenal previsto para Vaca Muerta, se perforarían en esa provincia 2500 pozos en cinco años y se usaría menos del 0,1% del recurso hídrico, mientras la población y el agro consumirían el 5% y el 94% desaguaría en el mar.

También preocupa el "agua de recuperación secundaria" (o backflow ), que es la que asciende desde la perforación y debe ubicarse en pozos sumideros (agotados) o formaciones estériles. "Este líquido es contaminante, pero lo que se hace es instalar una planta depuradora o reinyectarlo en otro pozo", dice Chebli.

El licenciado Daniel Bouille, investigador senior y presidente ejecutivo de la Fundación Bariloche, subraya que el mayor problema ambiental estaría vinculado no con la cantidad de agua que requiere la explotación, sino con el tratamiento de los residuos. "No conozco estudios sobre los efectos, pero hay que tener en cuenta que pueden ser de muy largo plazo -dice-. El riesgo adicional que tiene esta tecnología es que, como la inyección es a tremendas presiones, aumenta la posibilidad de filtraciones."

Por su parte, aunque coincide en que "no hay estudios serios del impacto del fracking ", Mauro Fernández, de Greenpeace, lo objeta enérgicamente porque "profundiza un modelo fósil que llegó al límite, justo en un momento en que los países están avanzando hacia tecnologías alternativas". Según Fernández, Japón y Alemania están comenzando a abandonar las matrices fósiles y nucleares en favor de tecnologías renovables. "Tecnologías como el fracking o la extracción de petróleo del Ártico, algo que es posible por el mismo calentamiento climático que las petroleras contribuyeron a impulsar -afirma-, son un intento de ir más allá de los límites naturales."

Fernández agrega, además, que "cuando se extrae el esquisto hay emisiones de metano, que es 50 veces más poderoso que el dióxido de carbono para generar calentamiento climático". Y afirma: "Nos preocupa que se instale la solución petrolera y que no se invierta en tecnología de fuentes renovables".

Bouille toma distancia. Por ahora, dice, "la biblioteca del fracking no se inclina ni para un lado ni para el otro". Por eso, el especialista opina que se impone respetar el principio de incertidumbre. Esta misma idea hace que, mientras en algunos países esta tecnología fue adoptada (como en Canadá y Ucrania), en otros rige una moratoria (Gran Bretaña), en otros se la está analizando (Suiza, Alemania, España, Rumania y República Checa), y en otros está prohibida (Francia y Bulgaria).

"Está planteado un esquema de riesgo -dice Bouille-. Por ahora, no se puede afirmar que sea dañino, pero tampoco que no lo sea." Para Bouille, las fuentes renovables pueden jugar un papel complementario y el mayor rédito de aplicar el fracking en Vaca Muerta "será poder aprender y tomar conocimiento de cuáles son las reales reservas y los recursos extraíbles". Un documento de la Fundación Bariloche recomienda no sólo incursionar en el [petróleo y gas no convencionales], sino también explorar cuencas conocidas y las que aún no están en producción, pero también promover la eficiencia energética a través de medios de transporte masivo, del uso del ferrocarril para el transporte de cargas y el uso racional de la energía.




Fuente: La Nación - 16 de agosto de 2013

lunes, 26 de agosto de 2013

“Es necesario consolidar un modelo que tiene que resolver problemas estructurales”


Entrevista a Aldo Ferrer por Tomás Lukin


El economista Aldo Ferrer rechaza que el resultado de las elecciones primarias condicione la política económica del Gobierno, pero advierte que hay desafíos estructurales y desequilibrios macroeconómicos a los que hacer frente. “El proceso de reindustrialización basado en la recuperación de la soberanía requiere más inversión privada y cambio tecnológico, la inversión pública y de las pymes son fundamentales pero no alcanzan. Para eso es fundamental el debate al que está convocando el Gobierno a los actores económicos”, afirma el ex embajador argentino en Francia y uno de los principales referentes del pensamiento económico nacional. La inflación, la competitividad, la puja distributiva, la producción de hidrocarburos y la política industrial son algunas de las tensiones que el fundador del Plan Fénix considera que deben ser abordadas para garantizar la “sustentabilidad del modelo”.

–Todos los aspectos de la realidad influyen en las opciones del electorado. Siempre hay algunas insuficiencias para resolver. Las PASO son una elección previa a la que le seguirá una renovación legislativa en octubre, y luego otra presidencial. Forma parte del proceso democrático. No hay que exagerar la influencia. Lo que sí está claro es que los modelos económicos se defienden en función de la consistencia de sus principios y de sus resultados, y estamos viendo que hay muchos logros relevantes que le otorgan al Gobierno un apoyo significativo sobre el electorado. El resultado de las elecciones no va a definir el rumbo financiero y económico de Argentina.

–¿Cuáles son los principales desafíos que enfrenta la economía argentina en la actualidad?

–Los riesgos que se plantean ahora están asociados a la sustentabilidad del modelo. Es necesario consolidar un modelo nacional que tiene que resolver problemas estructurales fundamentales como el energético o el déficit en el comercio exterior de manufacturas a pesar del fuerte aumento de la producción industrial de la última década. El déficit en el balance comercial de manufacturas industriales revela el insuficiente desarrollo del aparato industrial argentino. Subsisten problemas estructurales y también hay desequilibrios macroeconómicos que hay que atender.

–¿A qué se refiere con desequilibrios macroeconómicos?

–Hay una situación muy tensa en las finanzas públicas por la política de subsidios destinados a contener la inflación. También existen tensiones con los precios internos y con el tipo de cambio. Hay que tratar de evitar que los costos suban más que la paridad nominal del tipo de cambio y sostener espacios de rentabilidad a largo plazo que contribuyan a frenar la fuga de capitales. Hay un problema de sustentabilidad del modelo que permitió una muy importante recuperación de soberanía, pero esto sólo se puede consolidar sobre bases muy firmes de equilibrios fiscales y pagos internacionales. La reacción a los problemas se dio cuando éstos eran muy agudos. Hay tensiones que se pretende corregir con controles legítimos pero es necesario recuperar solvencia fiscal y competitividad. Hay situaciones tensas que no generan un clima propicio para el ahorro y la inversión.

–Ese análisis se asemeja mucho a los planteos ortodoxos.

–Hay una ortodoxia irresponsable y neoliberal que plantea la necesidad de un ajuste del gasto y bajar los salarios. Y hay otra ortodoxia que dice que hay que vivir con lo nuestro y mantener la casa en orden. La sustentabilidad radica en esos dos principios: no hay que depender de crédito externo y se deben mantener equilibrios responsables para evitar los desvíos que abren el espacio para el retorno a las recetas de la ortodoxia. Hay que buscar el pleno empleo, inducir la inversión y apuntar todos los instrumentos al crecimiento. Pero no se construye nada en el desorden ni en un escenario de tensiones.

–¿Sostiene que hay que bajar el gasto público?

–No es un problema de nivel del gasto, no hay que bajar el gasto. El nivel de gasto público es razonable dado el nivel de desarrollo. Pero es necesario ocuparse de la calidad del gasto público y mantener una situación de superávit primario que transmita señales contundentes de que las finanzas públicas están sólidas. Naturalmente hay una demanda de gasto muy grande pero los desequilibrios generan climas poco propicios para la sustentabilidad del modelo. Los subsidios tienen que estar bien focalizados y analizar si se justifican como instrumentos para contener el alza de precios. También queda mucho por hacer en materia tributaria. Es necesaria una reforma integral y una iniciativa como la de gravar la renta financiara es buena.

–¿Cómo se logra impulsar la exportación de bienes industriales en un escenario internacional de crisis donde cayó sensiblemente la demanda para esos productos?

–El problema de Argentina no apareció ahora, es una vieja limitación. Incluso en condiciones de tensión como las que hay ahora existen muchas cosas que se pueden hacer en materia microeconómica y en las economías regionales para promover la transformación productiva. Así como no es todo por viento de cola no todo es por el viento de frente.

–El BCRA reconoce que se perdió parte del colchón cambiario extraordinario que generó la devaluación de 2002. ¿La pérdida de competitividad se debe resolver con un nuevo salto cambiario?

–No. El tipo de cambio se tiene que discutir en conjunto con toda la política económica que define la competitividad. Está claro que hay un desfasaje entre los costos internos y la paridad nominal y esto achicó la rentabilidad. El BCRA ajusta continuamente la paridad nominal. Un tipo de cambio competitivo, administrado, para atender la realidad en un país en desarrollo es fundamental. Pero el tema de la competitividad no incluye sólo el tipo de cambio. Hay que apelar a todos los instrumentos necesarios para fortalecerla.

–¿Se requieren mayores niveles de inversión para lograr una transformación de la estructura productiva?

–Es necesaria una política explícita de incentivos a la inversión privada en sectores estratégicos. Lo que hace al éxito de la política industrialista en Asia es que los beneficios para las empresas están condicionados a metas de exportación, inversión y cambio tecnológico. Si no lo cumplen, pierden los beneficios. Hoy no está la contrapartida de la sanción al no cumplimiento de objetivos compartidos. La política de transformación implica alianza con sectores privados y públicos que requiere incentivos y sanciones. En los últimos años existió un énfasis público en materia de ciencia y tecnología. En Argentina continúa aumentando el déficit comercial en materia de bienes industriales de alto contenido tecnológico. El desarrollo en esos sectores dinámicos continúa rezagado. Para eso hacen falta compromisos recíprocos entre las políticas públicas y el sector privado.

–Sin embargo, los avances en materia de regulación formal e informal desde el Estado son duramente resistidos desde los grupos económicos más poderosos, que son beneficiarios de las políticas de impulso a la demanda y las herramientas de protección comercial.

–Cuando hay incentivos debe haber compromisos. Si el atractivo del régimen para la inversión y las ganancias es suficiente vas a tener una respuesta positiva. El economista polaco Michal Kalecki planteó hace mucho tiempo que los grupos económicos dominantes privilegian la posición dominante por sobre sus ganancias. No les gusta que intervenga el Estado, prefieren operar en sectores con alto desempleo y poca presencia sindical. La clave del éxito es atraer al campo de la inversión y el cambio técnico a un sector privado que puede tener ese comportamiento. Es necesario y posible pulir las políticas de industrialización con incentivos y objetivos claros. Si no lográs la incorporación de la inversión privada a la reindustrialización y el cambio tecnológico, descansás esencialmente en la inversión pública y de las pymes, que son fundamentales pero no alcanzan.

–La presidenta Cristina Fernández de Kirchner convocó a los principales actores económicos y sociales a debatir el proyecto económico.

–El debate entre los actores económicos y sociales y el Gobierno es fundamental. Los cambios necesarios para el desarrollo, para el crecimiento con inclusión social, creación de empleo y cambio tecnológico no se pueden lograr en un marco de hostilidad continua entre el Estado y los sectores privados. El diálogo es fundamental para limar asperezas, pero eso no quiere decir que desaparecen los conflictos ni que la creación de una mesa de diálogo le quite al Poder Ejecutivo la responsabilidad de gobernar. Puede mejorar mucho la calidad del diálogo. Las medidas de protección al mercado interno y estímulo de la demanda son fundamentales pero son necesarios incentivos a la transformación industrial. Porque si no vuelve a suceder que el sector industrial desequilibrado en términos comerciales termina descansando en el superávit de divisas que genera la actividad primaria. Ese es un modelo de industrialización a medias y eso no es consistente.


Fuente: Página/12 - 19 de agosto de 2013 y Realidad Económica

viernes, 23 de agosto de 2013

“Una región libre de armas nucleares”


Página 12, 23 de agosto de 2013
En el cierre de la Conferencia para la Proscripción de las Armas Nucleares en América latina y el Caribe, la Presidenta cuestionó la política británica de ocupación militar y destacó la tradición argentina de desarrollo nuclear con fines pacíficos.

El Reino Unido “insiste en seguir armando a las islas”, advirtió Cristina Fernández.
Imagen: Télam.
La presidenta Cristina Fernández de Kirchner pidió por “un Atlántico sur libre de armas nucleares” y lanzó un llamado “al mundo y a las grandes potencias” para evitar la creciente presencia de armas nucleares del Reino Unido en las Islas Malvinas. El gobierno británico “insiste en seguir armando a las islas”, denunció la mandataria durante el discurso con el que cerró la Conferencia General para la Proscripción de las Armas Nucleares en América latina y el Caribe (Opanal), que se de-sarrolló ayer en Buenos Aires con la participación de representantes de treinta y tres países.
Durante su discurso de cierre, la Presidenta afirmó también que el derecho de veto que ejercen los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (que hoy la Argentina preside de forma pro-témpore) “quedó a destiempo”.
En su exposición, Fernández de Kirchner repitió su condena a la política británica de ocupación militar de las islas del Atlántico Sur y a la postura de no sentarse a la mesa de diálogo a discutir la soberanía, tal como pide la Argentina y respaldan diversas resoluciones de la ONU. Y relacionó esa negativa con la posibilidad que tiene Inglaterra, al igual que Francia, Estados Unidos, Rusia y China, de bloquear cualquier decisión tomada por el Consejo de Seguridad.
“Cuando uno quiere solucionar un conflicto y le da a alguien el derecho a veto, seguramente no se soluciona. Estamos en un mundo complicado, con malas lecturas, y se ve una impotencia de las grandes potencias para solucionar conflictos que están desangrando a la humanidad”, sostuvo CFK. Por otra parte, la jefa de Estado destacó la larga historia que tiene este país en cuanto a desarrollo no bélico de tecnología atómica. Argentina “tiene un gran desarrollo nuclear y también se convirtió en uno de los primeros adalides del uso de energía nuclear con fines pacíficos”, destacó.
La Presidenta recordó que “los analistas, tiempo atrás, decían que era peligrosa la energía nuclear en el Cono Sur, porque existía una idea traída desde afuera en cuanto a que tanto Argentina o Brasil tenían potencial para poner en peligro a la región; pero como siempre pasa no acertaron”.
En ese sentido, resaltó que “para Argentina es fundamental preservar al Atlántico Sur como una región de paz y libre de armas nucleares” y que la principal amenaza para ese equilibrio en el Cono Sur no proviene de los países de la región, sino de la ocupación militar británica de las Islas Malvinas”.
Por último, CFK destacó los constantes cambios en el mundo aunque advirtió que “la historia continúa”, haciendo referencia al “fin de la historia” anunciado por teóricos neoliberales en los ’90. “Ya no hay peligro de holocausto nuclear, pero sí de un holocausto social en el mundo, por eso tenemos que armarnos, pero de nuevas ideas”, agregó.
En ese sentido, remarcó que “el desafío de cara al futuro es repensar la función de los organismos multilaterales” en el mundo y aseguró que, desde la presidencia del Consejo de Seguridad de ONU, la Argentina va a demandar “un liderazgo responsable en el mundo” porque “en política se puede hacer cualquier cosa, menos ignorar la realidad”.
El XXIII encuentro de Opanal se llevó a cabo ayer en el Palacio San Martín, sede de la Cancillería argentina, y fue encabezado por el vicecanciller Eduardo Zuaín. La organización, fundada en 1969, tiene sede en la ciudad de México y cuenta como socios a los treinta y tres países de América latina y el Caribe, que se reúnen cada dos años.
En la actividad de ayer, participaron todos los países miembro, además de organizaciones de la sociedad civil, que discutieron cómo “asegurar la ausencia de armas nucleares en la zona de aplicación” del Tratado de Tlatelolco, firmado por todos los países de América latina en 1967, estipulando la primera Zona Libre de Armas Nucleares densamente poblada del mundo. Además, se les solicitó a los países poseedores de armamento nuclear que redoblaran esfuerzos para la reducción de sus arsenales.

martes, 20 de agosto de 2013

Mapa bicontinental: nuevas formas de representación del espacio nacional


Ley 26.651 Obligatoriedad del uso del Mapa Bicontinental de la República Argentina

La ley 26.651, estableció “la obligatoriedad de utilizar en todos los niveles y modalidades del sistema educativo” este nuevo mapa denominado bicontinental, porque contiene la Argentina del continente americano y la del antártico. Por eso desde ahora tendrá que ser también incluido en los nuevos libros escolares . Según el texto de la ley, el mapa bicontinental, elaborado por el Instituto Geográfico Nacional, muestra “el Sector Antártico en su real proporción con relación al sector continental e insular”. 
La Ley 26.651, sancionada el 20 de octubre de 2010 y promulgada el 15 de noviembre de 2010, establece la obligatoriedad de utilizar en todos los niveles y modalidades del sistema educativo como así también en su exhibición pública en todos los organismos nacionales y provinciales, el mapa bicontinental de la República Argentina el cual muestra la Antártida Argentina en su real proporción con relación al sector continental e insular.
El Instituto Geográfico Nacional como institución de competencia científico-técnica y como organismo responsable de la representación oficial del país, a través de la “Ley de la Carta” (Ley 22.963), ve modificada a ésta en su artículo 19º a través del artículo 4º de la ley 26.651 en los siguientes términos: “Las editoriales deberán incluir el mapa bicontinental de la República Argentina, referido en la presente, en las nuevas ediciones de los libros de texto. Los textos editados con anterioridad deberán incorporar el mapa bicontinental en caso de reimpresión o reedición”.

Para mayores precisiones sobre la aplicación de la presente, comunicarse con la División Ventas al teléfono 4576-5509 o a la Dirección de Geografía al teléfono 4576-5527 o por correo electrónico a:ventas@mapas.ign.gob.ar o ralbanese@ign.gob.a

La Ley N° 26.651


Se establece en todos los niveles y modalidades del sistema educativo como así también en su exhibición pública en todos los organismos nacionales y provinciales, el mapa bicontinental de la República Argentina el cual muestra el sector antártico en su real proporción con relación al sector continental e insular.

Artículo 1°-

Se establece la obligatoriedad de utilizar en todos los niveles y modalidades del sistema educativo —Ley Nº 26.206, de Educación Nacional—, como así también su exhibición pública en todos los organismos nacionales y provinciales, el mapa bicontinental de la República Argentina que fuera confeccionado por el ex Instituto Geográfico Militar —actualmente Instituto Geográfico Nacional— (Leyes 22.963, de representación del territorio continental, insular y antártico y su modificatoria 24.943), el cual muestra el sector antártico en su real proporción con relación al sector continental e insular.

Artículo 2°-

El Ministerio de Educación de la Nación será el encargado de garantizar su exhibición, empleo y difusión, en todas las instituciones educativas públicas y privadas, mediante la provisión de la lámina correspondiente en escala 1:5.000.000.

Artículo 3°-

Los gastos que demande el cumplimiento de la presente ley serán imputados a la partida jurisdicción 70, Ministerio de Educación del Presupuesto General de la Nación.

Artículo 4°-

Las editoriales deberán incluir el mapa bicontinental de la República Argentina Argentina, referido en la presente, en las nuevas ediciones de los libros de texto. Los textos editados con anterioridad deberán incorporar el mapa bicontinental en caso de reimpresión o reedición.

Artículo 5°-

Comuníquese al Poder Ejecutivo nacional.
DADA EN LA SALA DE SESIONES DEL CONGRESO ARGENTINO, EN BUENOS AIRES, A LOS VEINTE DIAS DEL MES DE OCTUBRE DEL AÑO DOS MIL DIEZ.


miércoles, 14 de agosto de 2013

Cazar el viento


Por Fernando Krakowiak

La energía eólica no es considerada una alternativa de base por la inestabilidad que presenta y la imposibilidad de ser acumulada, pero es un aporte complementario que puede servir para ampliar la capacidad de generación eléctrica en el corto plazo, sin emisiones de dióxido de carbono. El Congreso Nacional sancionó en 2006 una ley de fomento y promoción de fuentes renovables que prevé incrementar al 8 por ciento su participación en la matriz energética para 2016. Dentro de esa denominación se incluye también el aporte solar, biomásico y de hidráulicas de baja potencia (ver relacionado), aunque el objetivo oficial es que la mitad de ese porcentaje lo aporten los vientos.

La potencia eólica instalada hoy es de apenas 162,2 megavatios, el 0,5 por ciento de la matriz. En el sector afirman que las dificultades para acceder al financiamiento impidieron un mayor despegue de la actividad. En el Gobierno sostienen, en cambio, que muchas empresas reclaman crédito, pero no están dispuestas ni siquiera a poner una mínima porción de capital propio. Igual destacan que hay varios proyectos que están avanzando.

Potencia
En la actualidad, el Parque Rawson, construido por la empresa Genneia en Chubut, es el que dispone de la mayor potencia eólica del país con 77,4 megavatios. En segundo lugar se ubica el flamante Parque Loma Blanca, montado por Isolux Corsán en Trelew, que a mediados de julio puso en funcionamiento el primero de sus cuatro módulos con 17 aerogeneradores que suman una potencia de 50 MW. Luego le siguen Parque Arauco (La Rioja), con 25,2 MW; Diadema (Chubut) con 6,3 MW; El Tordillo (Comodoro Rivadavia) con 3,0 MW y el Parque Necochea (Buenos Aires), con 0,3 MW.

Esos emprendimientos aportan al Sistema Argentino de Interconexión (SADI) una potencia acumulada de 162,2 MW. Según la CNEA, en junio de este año la potencia energética instalada en todo el país fue de 31.228 MW, sin contar los 50 MW de Loma Blanca. Si se suma este último aporte llega a 31.278 MW y la participación de la eólica en la matriz es del 0,5 por ciento. Además, se estima que hay otros 30 MW dispersos de cooperativas que no están conectadas al SADI, pero que le restan demanda al Mercado Eléctrico Mayorista.

En el caso de la energía eólica, la brecha entre la potencia instalada y la electricidad entregada al sistema es amplia porque los vientos son inestables e impredecibles. En Argentina, el factor de capacidad está en torno del 35 por ciento, y es un promedio bueno a nivel internacional. Además, no hay en la actualidad una tecnología, al menos comercialmente desarrollada, que permita acumular esa energía y distribuirla de un modo estable. Por eso, por ahora no es considerada una energía de base y se la toma sólo como un complemento de las fuentes tradicionales. No obstante, en Argentina el potencial de crecimiento es muy amplio porque aún está poco desarrollada. Los especialistas coinciden en que un parque eólico se puede montar en un año. Por lo tanto, podría ayudar incluso a reducir las importaciones de combustibles en el corto plazo, mientras se llevan adelante obras que demandan mayor tiempo como la explotación petrolera de Vaca Muerta, la construcción de las represas de Santa Cruz y las nuevas centrales nucleares que están en carpeta. “El objetivo es llegar al 8 por ciento de la matriz energética con las renovables en el menor tiempo posible y la mitad de ese porcentaje debería ser eólico”, afirmó a Cash Javier De Urquiza, coordinador del área de Energías Renovables del Ministerio de Planificación.

Proyectos
En la actualidad, hay una serie de proyectos con distinto grado de avance. El Parque Arauco, por ejemplo, está próximo a duplicar su potencia. “En septiembre está previsto elevar la capacidad instalada a 50,4 MW y en mayo se licitó una nueva etapa que permitirá llevarla a 100,8 MW en todo el proyecto, utilizando la misma línea de transmisión”, señaló a Página/12, Javier Riba, project manager de Arauco. El parque pertenece a una sociedad integrada por el gobierno de La Rioja y la estatal Enarsa. Impsa fue la encargada de montarlo y ahora realiza la operación y el mantenimiento.

La empresa de Pescarmona obtuvo además la adjudicación para construir Koluel Kaike I y II, en el norte de Santa Cruz, y Malaspina I y II, al sureste de Chubut, parques que tienen previsto aportar una potencia total de 75 y 80 MW, respectivamente. Las obras estuvieron demoradas al inicio por falta de financiamiento, pero Impsa informó en enero del año pasado que obtuvo fondos de la Corporación Andina de Fomento y el BICE para Koluel Kaike II, que sumará 25 MW. A su vez, en diciembre consiguió recursos del Banco Nación y el BICE para Malaspina I, que aportará 50 MW. Otro de sus emprendimientos es El Jume en Santiago del Estero, a 290 kilómetros de la capital provincial. En enero concluyó la obra civil y ahora resta montar los cuatro generadores que acumulan una potencia de 8,4 MW.

El listado de los proyectos más importantes se completa con el Parque Tres Picos (99 MW), que planea Sogesic en la localidad bonaerense de Tornquist; Puerto Madryn I y I, de Genneia, que sumará otros 100 MW; el Parque El Angelito con 200 MW en el paraje El Escorial de Chubut; el Parque Valle Hermoso, una iniciativa de NRG Patagonia que aportará 12 MW en Comodoro Rivadavia; el Parque Aguada del Molle, en Río Cuarto (Córdoba), que sumará otros 110 MW; y Puerto Madryn Norte (50 MW), Oeste (20 MW) y Sur (50 MW), de los desarrolladores New Energies, Energías Sustentables y Patagonia Wind Energy, respectivamente. Todas esas iniciativas permitirían acumular otros 880 MW de potencia en los próximos años.

Problemas
El gobierno nacional fue el principal impulsor de los parques que ya están en funcionamiento y de los proyectos en curso. Además de apoyar la Ley 26.190 de fomento de energías renovables, realizó un Mapa Eólico para determinar el potencial de generación, incentivó la producción de aerogeneradores al montar el parque El Tordillo, donde Impsa y NRG instalaron sus primeros prototipos de alta potencia fabricados en el país, adjudicó 754 MW en 2010 a través del Programa de Generación de Renovables (Genren) con contratos a 15 años e incluso sancionó otra serie de normas para incentivar al sector. Además, en 2006 inauguró la línea de transmisión Choele-Choel-Puerto Madryn y en 2008 la línea Puerto Madryn-Pico Truncado, las cuales permitieron conectar el sistema eléctrico patagónico con el SADI, poniendo en valor los vientos del sur.

Pese a estos avances, hubo desarrolladores que tuvieron problemas para concretar sus proyectos eólicos por falta de financiamiento, incluso varios de los favorecidos por la licitación del Genren. Uno de los argumentos empresarios es que el contrato con Cammesa para proveer energía al SADI no es suficiente garantía para los bancos. “Cammesa ha tenido demoras en los pagos y eso los bancos lo saben. Por lo tanto, una posibilidad para solucionar este tema es que se habilite a firmar contratos entre privados para la provisión de energía, siempre bajo la supervisión de Cammesa”, aseguró a Cash Vanesa Revelli, gerente de la desarrolladora alemana Abo Wind. Otra de las causas esgrimidas por los desarrolladores es que los contratos a 15 años que ofrece el Estado no son un plazo suficiente para garantizar la devolución del crédito al banco y obtener una ganancia razonable por la inversión. Erico Spinadel, presidente de la Asociación Argentina de Energía Eólica, agregó además a este suplemento que, “a diferencia de lo que ocurre en Brasil, no hay financiamiento público a tasas competitivas para los proyectos”.

En el Gobierno afirmaron a Cash que están evaluando la posibilidad de que se firmen contratos entre privados, pero descartaron ampliar el plazo de los que involucran a Cammesa. “Un proyecto de estos se paga en 5 o 7 años; el resto es ganancia. Por lo tanto, los 15 años no son un problema. Lo que pasa es que muchas empresas piden financiamiento, pero no están dispuestas a poner capital propio y eso frena el desarrollo”, agregó una fuente oficial. Con referencia al crédito público, remarcaron que el Banco Nación y el BICE están realizando aportes, pero reconocen que en una escala menor a la que garantiza una banca de desarrollo como la brasileña.

Integración nacional
Algunos de los parques que se construyeron a partir del Genren tuvieron una participación altísima de componentes importados. Por ejemplo, el Parque Rawson de Genneia, la energética que controla Alejandro Ivanissevich, le compró los aerogeneradores a la danesa Vestas. Esa situación incluso le terminó trayendo problemas porque cuando se implementaron las restricciones cambiarias no pudo seguir pagando su deuda en dólares y Vestas la demandó ante un tribunal internacional a fines del año pasado.

La Cámara de Industriales de Proyectos e Ingeniería de Bienes de Capital reclama que a los parques que reciben ayuda estatal se les exija una integración nacional mínima y además piden que se modifiquen los aranceles de importación porque en la actualidad si una empresa compra un aerogenerador en el exterior no paga arancel, pero las principales piezas para fabricarlo en el país tienen un arancel del 14 por ciento. “La apuesta nuestra es que la generación de energía eólica se haga con tecnología nacional y empleo argentino”, afirmó a Cash Rubén Fabrizio, director ejecutivo de esa cámara. Ante la consulta de este suplemento, en el Gobierno respondieron que trabajan con los fabricantes nacionales que integran el cluster eólico y que en todo momento buscan garantizar su participación en los proyectos, siempre que haya oferta local a precios competitivos. Quieren apuntalar la integración nacional, pero sin que se convierta en un obstáculo para el desarrollo del sector

Fuente: Suplemento CASH de Página/12 - 6 de agosto de 2013

lunes, 12 de agosto de 2013

Riachuelo, por aguas más limpias


Una navegada por el Riachuelo permite adivinar un futuro en el que este río sea un nuevo eje urbano. Ya lo es geográficamente, porque está casi en el centro de la megaciudad bonaerense.
 Por Sergio Kiernan


La misma idea de navegar por el Riachuelo sigue sonando, en este siglo XXI, absurda. El Riachuelo no se navega, se evita o se padece. Es un no-lugar tóxico que rechaza –algo insoluble– un agujero negro de esta ciudad. Hasta que un buen día invernal, de sol, subidos a una lancha y zarpando del amarradero de Acumar en la Vuelta de Rocha, la experiencia se pone turística, placentera, cuerda. Puede parecer un milagro, pero hasta el más reacio empieza a creerse que es posible recuperar este borde de Buenos Aires, ampliar la ciudad y darle nada menos que una nueva costa.
El reciente aniversario de la orden de la Corte Suprema para que la provincia, la ciudad y la nación resolvieran de una vez el problema de la contaminación del río pequeño, fue ocasión para un aluvión de notas técnicas, balances y powerpoints. Lo que no quedó tan en claro es que el Riachuelo, como lugar físico, real, está muy cambiado. Y esto puede significar nada menos que el movimiento del eje imaginario de la ciudad.
Es que Buenos Aires tiene, como todo lugar, un paisaje en la mente de sus habitantes. Con las variaciones de dónde viva cada uno, la cosa funciona más o menos como una primera tensión entre un río tan inmenso que funciona como una barrera natural a la que sólo se le animan los navegantes avezados. El Plata es un río de una orilla, lo que deja a la ciudad medio desconcertada frente a él. Famosamente, los porteños le damos la espalda.
Luego viene la misma inmensidad de la ciudad, prolongada en sus ciudades suburbanas que forman una megaurbe interminable. Esta ciudad, parece, sólo cambia por acción humana y no hay nada en ella que sea natural: casi no se nota el suave relieve y los cursos de agua fueron asfaltados o quedaron en un “allá” poluido y vedado.
Pero el Riachuelo, a vuelo de Google, está como en el medio de una zona urbana que va del Delta a La Plata y es un río de dos orillas, como un Sena o un Tíber. ¿Es posible imaginar que como esos ríos urbanos alguna vez esté mentalmente en el centro de nuestra ciudad? Limpio, con algunas industrias en plena revitalización –la Siam está siendo reconstruida– y parques lineales en sus veras, el pequeño río puede estar dando estos pasos para ser otra cosa.
Todo esto es posible soñarlo o sospecharlo desde una lancha por el cambio de escala. Si primero se apunta para afuera, se está en una inmensidad naval, de buques de calado, containers e islas industriales. Pero apuntar hacia el interior permite descubrir un río con escala de avenida, con ciudad a ambos lados. La sorpresa inicial es ver Buenos Aires desde un punto de vista alternativo, poco usual, ligeramente desde abajo y desde el agua. Luego, que prácticamente no hay basura. Para el aniversario, la Acumar –la Autoridad de la Cuenca del Matanza-Riachuelo– difundió fotos de “antes y después” que permiten confirmar recuerdos personales: las aguas tapadas de basura urbana, botellas y bolsas, y decoloradas por los desechos industriales. Nada de esto se ve ya y se puede navegar por agua marrón porteño y la única basura que se ve está atrapada en las barreras flotantes. Porque tampoco es cuestión de pensar que nadie tira nada...
Las costas de este río se habían transformado en una villa lineal, hogar de los más pobres y excluidos. Parte de la política de limpiar la zona era relocalizar a estas familias en viviendas dignas, con mínimos servicios. En Lomas de Zamora viven mejor 24 familias, en La Matanza 122 de los asentamientos Mi Esperanza, El Mosquito, La Saladita y Don Juan, y en Avellaneda 18 del barrio Puente Bosch. La ciudad parece ser más insensible y las 275 familias de los asentamientos Luján, El Pueblito, Magaldi y puente Victorino de la Plaza siguen todavía ahí. Desde la costa se pueden ver algunos de los nuevos barrios que, gratamente, no son monoblocks sino casas a escala humana con un entorno urbanizado y algo de terreno libre. Estos barrios eran escenarios de miseria y enfermedad, y también fuentes de polución del río por simple falta de infraestructura.
Este panorama cambia drásticamente al pasar la altura de Parque Norte. El Riachuelo arranca como paisaje urbano industrial del siglo XIX, con maravillas como la Barraca Peña y los puentes más viejos. Luego se encuentra la inversión industrial del siglo XX, con fábricas, más barracas –la vieja palabra para los depósitos vinculados a la navegación– y puentes y mucha vivienda. Pero a cierta altura el navegante se siente en un lugar rural, una suerte de segundo Delta con un eco urbano por atrás. Es asombroso saber que uno está entre la Capital y la mayor concentración humana del conurbano, viendo pájaros y árboles.
Esta limpieza implicó empadronar 12.701 potenciales agentes poluyentes, de los cuales casi siete mil son industrias. Curiosamente, los culpables de los famosos olores del Riachuelo son apenas 884, de los cuales 154 fueron perentoriamente clausurados –con el caso de un industrial cabezón al que le cerraban el caño y habría otro, hasta que le cerraron directamente la fábrica– y 177 ya fueron reconvertidos. También hubo que levantar 186 basurales clandestinos y se están erradicando otros 83. “Levantar” es literal, porque se removieron casi 300.000 metros cúbicos de basura “civil” y casi 19.000 toneladas de residuos industriales. Esto se reemplazó con 179 puntos legales de recolección municipales y la extensión del servicio de recolección a 11.000 familias en barrios precarios.
En el Puente de la Noria se puede ver una gran caja metálica, como un container, alambrado y enrejado. Es una estación de monitoreo ambiental que permite saber, por ejemplo, que el agua ya no es una suerte de ácido diluido. Falta para que vuelva a haber peces, entre otras cosas porque la cuenca es un curso lento y le cuesta oxigenarse, pero los pájaros vadeadores ya se están aquerenciando de nuevo.
Tal vez los humanos podamos hacer lo mismo. Y tal vez veamos un cambio de eje de toda nuestra megaciudad, gracias a la limpieza de una cuenca. Eso sí que sería diferente.
Fuente: Página 12, 10 de agosto

jueves, 8 de agosto de 2013

Alianza estratégica entre Argentina y Brasil


Por Aldo Ferrer


La visión argentina de Brasil y de su política externa de la última década depende de cómo los argentinos vemos el mundo y a nosotros mismos. En tal sentido, existen dos perspectivas principales y opuestas: la neoliberal y la nacional.
La misma considera a la Argentina como un segmento del mercado mundial, que debe organizarse conforme con las señales del orden internacional. De este modo, su estructura productiva y su inserción en la división internacional del trabajo están determinadas por sus 
ventajas competitivas estáticas, fundadas en la abundancia de sus recursos naturales y subdesarrollo tecnológico e industrial. Este enfoque supone, asimismo, que, dada la concentración del poder en los mercados y los países dominantes, Argentina carece de la capacidad decisoria necesaria para trazar su sendero de desarrollo, industrializarse, participar plenamente en la revolución científica y tecnológica y, consecuentemente, establecer una relación simétrica, no subordinada, con el orden mundial. 
Esta visión responde al convencimiento histórico del neoliberalismo de que Argentina no cuenta con factores autónomos de desarrollo. Debe asociarse, necesariamente, a un centro hegemónico externo que impulse su crecimiento. Esta fue, en efecto, la posición que el país mantuvo, hasta la crisis mundial de la década de 1930, con Gran Bretaña. Posteriormente, 
la pretendida durante las frustradas “relaciones carnales” con los Estados Unidos. Actualmente, la considerada conveniente con Brasil y, en mayor medida, con China. Se trata del “realismo periférico” de un país, que sólo podría aspirar a conseguir lo posible, dentro de la posición subordinada que inevitablemente ocupa en el orden mundial. Desde esta perspectiva, es preferible que la política exterior brasileña responda a los mismos principios neoliberales. Pero, sea cual fuere el rumbo de la misma, nuestras relaciones serán determinadas por el libre juego de la fuerzas del mercado y las ventajas comparativas estáticas, determinadas por las asimetrías en los niveles de desarrollo y la dimensión económica de ambos países. Este enfoque considera normal que, en la relación bilateral, estos hechos establezcan una división del trabajo del estilo centro (Brasil)-periferia (Argentina). La visión nacional. La propuesta industrialista forma parte de una tradición histórica que incluye a políticos y economistas, como Vicente Fidel López en el siglo XIX y, posteriormente, a mediados del XX, a Alejandro Bunge y Raúl Prebisch. La misma concibe al país como un sistema de relaciones económicas y sociales, dentro del espacio territorial, capaz de desplegar en su totalidad los recursos y el talento disponibles, construir una estructura productiva industrializada y compleja, generar ventajas comparativas dinámicas fundadas en el conocimiento, agregar valor a sus recursos naturales y establecer relaciones simétricas, no subordinadas, con el orden mundial. Si se verifican las condiciones determinantes de la densidad nacional, Argentina dispone de los recursos materiales y humanos y del poder decisorio necesarios para trazar su sendero de desarrollo y estilo de relaciones con el resto del mundo, incluso Brasil. Desde esta perspectiva, es conveniente que la política exterior brasileña responda a objetivos nacionales propios y, al mismo tiempo, conciba la relación bilateral como una alianza estratégica para impulsar el desarrollo complejo de ambas economías y el creciente contenido tecnológico y de valor agregado del comercio recíproco, en ambos sentidos. De este modo, una política exterior brasileña que reivindica la autonomía decisoria frente a los centros de poder mundial y la solidaridad con los países del espacio sudamericano es funcional a la visión nacional del desarrollo en la Argentina. 
La evidencia En la historia contemporánea, Argentina puso en práctica, en su relación con Brasil (y con el resto del mundo), ambas visiones. Al tiempo del regreso de ambos países a la democracia, los acuerdos bilaterales de los gobiernos de Alfonsín y Sarney reflejaron la propuesta nacional del desarrollo argentino y el impulso de una integración programada, a través de la convergencia de las políticas públicas y del estrechamiento de las relaciones entre los sectores privados de ambos países. Su mejor ejemplo fue la prioridad de los acuerdos sectoriales de integración industrial, con eje en el sector crítico de los bienes de capital. 
Durante los gobiernos de Menem y Collor, la relación de nuestros países en el marco del Mercosur quedó subordinada a las fuerzas del mercado. Esto se reflejó en un creciente desequilibrio en el contenido de valor agregado y tecnología del comercio bilateral y, finalmente, concluyó en el descalabro de la economía argentina en la crisis del 2001/2. En el transcurso de la última década (2003-13), la Argentina resolvió la crisis de la deuda externa, recuperó soberanía y la capacidad decisoria de sus políticas públicas. La política exterior brasileña permitió discutir y resolver, con un espíritu solidario, las consecuencias del cambio de rumbo en la Argentina y, al mismo tiempo, fortalecer una visión común sobre las tendencias del orden mundial y el lugar, en el mismo, de nuestros países. Argentina tiene una responsabilidad fundamental en la definición de la naturaleza de la 
relación argentino-brasileña. Brasil, por su dimensión y potencial de recursos humanos y materiales, es ya un protagonista importante del escenario internacional y, como diría Helio Jaguaribe, está condenado a ser una potencia de primer rango. Somos nosotros, los argentinos, quienes tenemos que contribuir a una relación simétrica y solidaria, a través de la eficacia de nuestras políticas de desarrollo nacional e inclusión social. 
Trayectorias comparadas 
Los argentinos tenemos que entender por qué Brasil acumuló un considerable poder nacional en sectores fundamentales de la economía. La explicación radica en que, a pesar del sesgo ortodoxo de la política financiera en diversos períodos, Brasil mantuvo a largo plazo la decisión de fortalecer núcleos estratégicos del poder nacional (Petrobras en hidrocarburos, Embraer en la industria aeronáutica, las grandes empresas de construcción e ingeniería). Esto se refleja, ahora, en la proyección internacional de las firmas brasileñas. 
En materia de financiamiento del desarrollo, el Banco Nacional de Desenvolvimiento (Bndes) es un envidiable ejemplo de movilización de recursos internos, con fondeos en gran medida provenientes del sistema de seguridad social y la masa salarial. Instrumentos financieros como el Bndes y el dinamismo de los principales grupos económicos permitieron el despliegue de ambiciosos planes de desarrollo de la infraestructura y programas de apoyo a la competitividad y el desarrollo de actividades prioritarias. Asimismo, Brasil protegió su soberanía, preservando la jurisdicción de sus tribunales en el caso de litigios con intereses extranjeros, no ratificó ningún tratado bilateral de garantía de inversiones, ni se adhirió al Ciadi. 
En contraste con la experiencia del Brasil, en la Argentina, durante el largo período de la hegemonía neoliberal (1976-2001), que no incluye el gobierno de Alfonsín, se demolieron sistemáticamente las fuentes del desarrollo y poder soberano de decisión y se adoptaron compromisos internacionales, que implicaron una renuncia voluntaria de la soberanía. En el pasado, la asimetría de las estrategias de desarrollo seguidas por Argentina y Brasil generó una división del trabajo en el intercambio bilateral, con Argentina en la posición predominante de abastecedor de bienes de menor contenido relativo de tecnología y valor agregado. La asimetría se expresa en sectores como el automotor, bienes de capital, electrodomésticos, informática, telecomunicaciones, calzado y textiles. De este modo, en el largo plazo, se fueron generando rasgos estructurales en ambas economías, que continúan influyendo en el intercambio y otros aspectos de las relaciones económicas bilaterales. Una vez que Argentina, después de la debacle de la estrategia neoliberal, resolvió cambiar el rumbo e impulsar su reindustrialización, necesariamente debían cambiar la dinámica y el contenido de la relación bilateral. En la actualidad, la vecindad, la historia y los desafíos que plantea el escenario internacional han llevado a los dos países a establecer un grado de comunicación y empatía sin precedentes y a la instalación del concepto de “alianza estratégica”, indispensable para ampliar las fronteras del desarrollo nacional de cada uno de ellos. 
Cultura y transformación 
Argentina y Brasil no han alcanzado, todavía, altos niveles de desarrollo económico y social. Sin embargo, en el plano de la cultura son potencias de primera magnitud. El aporte de nuestros escritores, pintores, músicos y otros creadores forma parte fundamental de la creación y del ingenio humanos en el escenario mundial. Incluso en las ciencias duras y en las sociales nuestro aporte es significativo. El desafío consiste en poner la realidad económica y social a la misma altura de los niveles alcanzados en la cultura. La ciencia y la tecnología forman parte de este campo fundamental del desarrollo y la integración de nuestros países. La formación de un sistema económico y social avanzado exige articular la explotación de los recursos naturales, con su industrialización e incorporación de valor agregado y tecnología. Las estructuras productivas, reducidas a producir y exportar productos primarios, desembocan en el subdesarrollo, la dependencia y la exclusión social. En el caso argentino, por ejemplo, es indispensable esta visión integrada del desarrollo para erradicar definitivamente el falso supuesto de que existe un conflicto de intereses entre el campo y la industria. 
La movilización de los recursos propios es el fundamento insustituible del desarrollo y la integración. La dependencia del capital extranjero reduce el ahorro interno y la tasa de inversión. Culmina con niveles insostenibles de deuda externa, desequilibrios inmanejables y la subordinación a la irracionalidad de la especulación financiera. Argentina proporciona un ejemplo dramático en la materia. Acontecimientos semejantes suceden, actualmente, en varios países de la Unión Europea. En consecuencia, vivir con lo nuestro, abiertos al mundo, en el comando de nuestro destino, es indispensable para el ejercicio efectivo de la soberanía y del derecho de construir un sendero propio en el orden global. La presencia de las filiales de las empresas transnacionales es positiva cuando contribuye a la pertura de nuevos mercados, la transferencia de conocimientos, los equilibrios en los pagos internacionales y la integración de cadenas de valor de creciente valor agregado y tecnología. Al mismo tiempo, debe ser complementaria, no sustitutiva, del protagonismo del empresariado local, que es uno de los componentes de la densidad nacional. 
Lo que está en crisis, en la actualidad, no es la globalización, que es una consecuencia inevitable del avance de la ciencia y la tecnología. La crisis es del neoliberalismo y de los estados neoliberales, cuya impotencia para administrar las fuerzas de la globalización provoca descalabros como los que hemos vivido en nuestra propia experiencia y suceden, actualmente, en otras latitudes. Aun juntos, Argentina y Brasil no pueden cambiar el mundo de asimetrías, inestabilidad e injusticia que habitamos, pero tienen una capacidad decisiva para estar, en ese mundo, parados en sus propios recursos, ejerciendo la soberanía y, desde allí, en efecto, contribuir a la defensa de los intereses del género humano en el orden global. La integración La integración de Argentina y Brasil se despliega en tres planos: las políticas internas, las reglas del juego de la integración y la proyección conjunta hacia el resto del mundo. Detengámonos, brevemente, en cada uno de estos tres planos. 
Las políticas internas. El avance de la integración depende, en gran medida, de cuestiones que sólo tienen resolución dentro de cada espacio nacional y son ndelegables a la esfera bilateral y regional. Tales, por ejemplo, las políticas sociales, para elevar el nivel de vida y las macroeconómicas, para abrir espacios de rentabilidad que fortalecen la competitividad e impulsan la inversión y el empleo. Cuanto más exitosas sean las políticas internas de desarrollo e inclusión social, más amplias son las fronteras de la ntegración. La calidad de las políticas públicas depende de la fortaleza de la densidad nacional. Vale decir, de la integración de la sociedad, la vocación patriótica de los liderazgos, la estabilidad institucional de largo plazo y la vigencia de un pensamiento crítico, no subordinado a los criterios de los centros hegemónicos del orden mundial. Estas son condiciones necesarias de las políticas impulsoras de la transformación productiva y la asimilación de la ciencia y la tecnología, generadoras de oportunidades para amplios sectores sociales, protectoras de los intereses nacionales y capaces de arbitrar los conflictos distributivos y asegurar los equilibrios macroeconómicos. El fortalecimiento de la densidad nacional es una responsabilidad propia e indelegable de cada país. Cuanto más sólida sea la de Argentina y Brasil, mayor la posibilidad de construir juntos el sendero de la integración. Las reglas del juego. La integración es útil en cuanto instrumento para impulsar el desarrollo nacional y fortalecer la posición en el escenario global. Sus reglas del juego deben ser, por lo tanto, consistentes con tal objetivo y distribuir, con equidad, los beneficios de la aplicación de la ciencia y la tecnología, es decir, del desarrollo. Esto implica la formación de economías nacionales integradas y abiertas, relacionadas entre sí y con el orden mundial, a través de la división internacional del trabajo basada en la especialización intraindustrial. Por lo tanto, las reglas del juego de la integración deben ser compatibles con el desarrollo el Brasil y la Argentina. Lo mismo es válido para la integración más amplia en el Mercosur y el espacio sudamericano. 
Es preciso, entonces, tomar nota de la situación particular de cada uno y de la naturaleza de la relación, entre dos países vecinos, con una importante asimetría de dimensión y de nivel de desarrollo, en algunos sectores. Aclarar estas cuestiones es vital para el futuro de la integración. La clave del éxito de la integración no radica en la delegación de soberanía a órganos supranacionales bilaterales o comunitarios. La experiencia de la Unión Europea alcanza para demostrar cómo la cesión de soberanía termina subordinando a las partes más débiles al poder hegemónico de los más fuertes. La integración de Argentina y Brasil y, más allá, en el Mercosur y el espacio de América del Sur, no radica en la cesión de soberanía sino en la construcción solidaria de lo que nos falta en la ciencia y la tecnología, el desarrollo industrial y la inclusión social. En materia financiera, en tiempos recientes se han dado pasos positivos en tal sentido, a través del desendeudamiento externo, la acumulación de reservas internacionales y los controles de los capitales especulativos. La integración consiste entonces en la complementación de las soberanías nacionales a través de reglas adecuadas de la integración. 
La adecuación de las reglas del juego de la integración para responder a las asimetrías y a los cambios en las realidades nacionales es imprescindible para el éxito de la integración. De allí la vigencia de reglas graduales flexibles y equilibradas, como fueron establecidas en los acuerdos de integración bilateral, durante los gobiernos de Alfonsín y Sarney. Si la integración se concibe como una combinación virtuosa de fuerzas del mercado y políticas públicas, esas reglas revelan la lucidez de las dirigencias para preservar el objetivo estratégico, reconociendo los problemas propios y el cambio de las circunstancias internas de los dos países. Es claro que las adaptaciones no pueden ser discrecionales y deben surgir de negociaciones entre las partes, para preservar la máxima estabilidad y previsibilidad posibles de las normas. Esto es indispensable para fortalecer la competencia en el mercado ampliado y la competitividad sistémica de las producciones nacionales de bienes transables, en el mercado regional y el resto del mundo. Pero un sistema inflexible, si entra en conflicto con objetivos irrenunciables de los países, se rompe. Otra cuestión, que influye pero no determina la naturaleza de la relación bilateral, es la asimetría en la dimensión de las dos economías. El factor fundamental que caracteriza la división del trabajo y el conjunto de las relaciones entre economías con tales asimetrías es la estructura productiva comparada, no la dimensión. En Europa, por ejemplo, Suecia y Alemania son países cercanos y el primero, pese a su menor tamaño, es un país plenamente desarrollado, que mantiene una relación simétrica no periférica con Alemania. En el caso de los países emergentes de Asia, como la República de Corea, Taiwan y Malasia, la vecindad con dos gigantes, como India y China, no es obstáculo alguno al pleno desarrollo industrial y tecnológico de los mismos. 
En consecuencia, las diferencias actuales de dimensión de las economías no debe inducir a la suposición de que el destino de la relación bilateral es reproducir, en el espacio regional, una relación centro-periferia, entre un Brasil industrial y una Argentina principalmente proveedora de alimentos y materias primas. Esto debilitaría la importancia de Argentina para Brasil, como aliado estratégico, porque el mejor socio es el plenamente desarrollado. Si así fuera, perdería sentido el significado de la integración como instrumento del desarrollo argentino pero, en tal caso, la responsabilidad no sería, como no lo fue en el pasado, del Brasil, sino consecuencia de nuestra propia incapacidad de consolidar la densidad nacional y trazar un rumbo eficaz del desarrollo argentino. En realidad, contar en paz con un gran vecino (como es para Argentina el caso del Brasil, con el cual comparte, además, la misma matriz histórica y cultural) es un activo fundamental de nuestro propio desarrollo. Para estos fines es preciso enfrentar las asimetrías observables en las estructuras productivas de los dos países, fundadas en la desindustrialización relativa argentina durante la hegemonía neoliberal. 
Tenemos así por delante el desafío de construir una relación viable, mutuamente conveniente, para lo cual Argentina tiene que ampliar y profundizar su desarrollo industrial y tecnológico, integrar las cadenas de valor de la producción primaria con la participación creciente de componentes provenientes de nuestro propio acervo, impulsar el protagonismo de las empresas argentinas y, en este escenario, generar una dinámica de integración entre empresas de ambos países y de cadenas de valor binacionales y el acceso conjunto a los mercados internacionales. 
La proyección hacia el resto del mundo 
La integración de Argentina y Brasil debe proyectarse necesariamente al Mercosur y el espacio sudamericano. Como dice Marco Aurelio García, la relación de Argentina y Brasil no es toda la integración de América del Sur pero, sin ella, esta última no es concebible. Debe atenderse, en particular, a través de acciones conjuntas, el desarrollo de los países hermanos de menor tamaño y desarrollo. Esta solidaridad hacia afuera construye también la solidaridad hacia adentro argentino-brasileña. La programación del desarrollo industrial en áreas importantes como, por ejemplo, celulosa y papel, es una forma de vincular los intereses de los países miembros del Mercosur. Si, por ejemplo, hubiéramos desplegado esta posibilidad a tiempo, nos habríamos ahorrado los dolores de cabeza de Argentina y Uruguay, provocados por las instalaciones de la pastera de Fray Bentos. 
La alianza estratégica se proyecta también al escenario global a través de la concertación de posiciones conjuntas en los foros multilaterales como el G-20, OMC, FMI y las negociaciones con Estados Unidos, la Unión Europea y las potencias emergentes en la cuenca de Océano Pacífico y, también, en cuestiones críticas como las de seguridad, protección del medio ambiente, emergencias sanitarias y la lucha contra el narcotráfico. La emergencia de China y otros nuevos centros dinámicos en la economía mundial es un hecho positivo porque amplía las fronteras de la proyección internacional de Argentina y Brasil. Pero plantea, al mismo tiempo, el riesgo de reactivar el antiguo modelo centro-periferia que, en el pasado, postergó nuestro desarrollo tecnológico e industrial y lo subordinó a la situación de proveedor de productos primarios e importador de manufacturas y capitales. 
La estrategia conjunta de Argentina y Brasil frente a la nueva geografía de la economía mundial, resultante de la emergencia de China y otros países de Asia, es necesaria para evitar una renovada subordinación periférica. 
La convergencia de los tres planos de la integración No existe una secuencia cronológica entre las tres esferas de la integración de Argentina y Brasil. Es necesario avanzar, simultáneamente, en todas ellas. Es decir, construir, a partir de la fortaleza de las densidades nacionales, una densidad bilateral, mercosureña y sudamericana, fundada en la inclusión social, la eficacia de los liderazgos, la consolidación de la democracia y el pensamiento crítico. Cada país tiene la globalización que se merece en virtud de la fortaleza de su densidad nacional. 
Cuanto más se consoliden las situaciones nacionales, más fluidos serán los intercambios, cuanto más flexibles y realistas las normas, mejor serán las respuestas frente a los cambios en las situaciones nacionales y, finalmente, cuanto más solidaria sea la proyección conjunta en el escenario global, más libertad de maniobra tendrán las políticas nacionales, bilaterales y regionales.
Fuente: Suplemento CASH de Página/12 - 28 de julio de 2013
Realidad Económica, agosto de 2013

lunes, 5 de agosto de 2013

El ALBA hacia una zona libre de miseria
Sally Burch
Publicado En Realidad Económica
Con la Declaración del ALBA desde el Pacífico concluyó la XII Cumbre de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América – Tratado de Comercio entre los Pueblos (ALBA-TCP), realizada en Guayaquil, Ecuador, el 30 de julio, en la cual se formalizó el ingreso de Santa Lucía como nuevo miembro de este proceso integracionista y se convino “convertir a nuestros países, no ya en zonas de libre comercio, sino en zonas libres de hambre, analfabetismo, miseria y marginación”.


Entre los acuerdos adoptados se establece la conformación de una comisión de alto nivel “para elaborar una propuesta para la creación de una Zona Económica Complementaria entre países del ALBA, del Mercosur y de Petrocaribe, la cual será puesta en consideración de estas instancias”.

En este sentido, puntualiza la Declaración, “deben privilegiarse la complementariedad y la solidaridad como lineamientos de la integración económica, antes que la competencia entre nuestros países, como única vía para fortalecer la base material del proyecto alternativo que representa el ALBA y, de este modo, asegurar la continuidad y el reimpulso de los exitosos programas sociales que caracterizan la Alianza”.

La realización de este proyecto exige “una visión integral y alternativa de desarrollo”, enfocada hacia “aquellos ámbitos en los que podemos construir sinergias. (…) Particularmente, en áreas como la energía, el comercio intrarregional, la producción de alimentos, las industrias intermedias, inversiones y financiamiento”, remarca el documento. Se buscarán también nuevos relacionamientos a nivel internacional, para lo cual se presentará una propuesta al grupo denominado “BRICS” (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica).

Otras decisiones de esta Cumbre incluyen la creación de un grupo consultivo para alertar sobre riesgos frente a problemas socioeconómicos complejos; la conformación de un equipo técnico-jurídico que prepare una demanda contra EE.UU. en las Naciones Unidas, por haber implantado un sistema de espionaje masivo a nivel mundial, violatorio de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (como lo reveló recientemente el ex agente Edward Snowden); y reforzar la cooperación con Haití en salud, educación y programas sociales. Haití junto con Argentina y Uruguay participaron como observadores en el Cónclave.

SINCRONÍA CON LOS MOVIMIENTOS SOCIALES 

Al final de la jornada, los mandatarios asistieron a un acto masivo en el Coliseo Voltaire Paladines donde recibieron la Declaración de Guayaquil  emanada de la Cumbre de Movimientos Sociales de la ALBA, que se instaló desde el día anterior. Esta Declaración respalda la visión de buscar “un nuevo orden mundial multipolar y pluricéntrico, basado en relaciones políticas y económicas internacionales horizontales, respetuosas de los equilibrios entre humanos y naturaleza”.

Asimismo, rechaza cualquier intento de retorno al gobierno directo del sector privado empresarial (neoliberalismo) y “los intentos de remozar la hegemonía imperialista en el hemisferio que se expresa, entre otros, en la Alianza del Pacífico”, ya que implica beneficiar a “intereses elitistas y privados, lejanos del bien común”.

Al respecto, el presidente boliviano, Evo Morales, resaltó, ante la prensa, que “por primera vez siento que presidentes y Gobiernos antiimperialistas nos organizamos para acompañar a nuestros pueblos organizados en movimientos sociales para enfrentar las políticas de hambre, de saqueo y de invasión”, y expresó que esta acción lo lleva a pensar que el ALBA está retomando su tarea de defender a los pueblos. El presidente venezolano, Nicolás Maduro, por su parte, al conocer la Declaración de Guayaquil de los Movimientos Sociales, reconoció su sincronía con la visión de los presidentes del ALBA. Este pronunciamiento resalta el desafío de profundizar la participación protagónica de los movimientos sociales en la construcción “de esta gran alianza de los pueblos y de fortalecer el Poder Popular en nuestros países y en la región”, dijo.

En tal sentido, recuerda que los avances y concreciones de las luchas sociales por la justicia, sus propuestas en materia de defensa y proyección de los pueblos ancestrales y afrodescendientes y sus visiones de Buen Vivir / Vivir Bien, constituyen “el mejor aporte de los pueblos y movimientos que han hecho suya la propuesta de la ALBA en sus luchas de resistencias al capitalismo”. Y por lo mismo, invita a "avanzar en una incorporación orgánica y plena del Poder Popular en el proceso de toma de decisiones de la ALBA".

NUEVOS MECANISMOS DE DOMINACIÓN

Tanto la declaración oficial, como la de movimientos sociales expresan preocupación frente a los Tratados Bilaterales de Inversión (TBI) y las instancias internacionales de arbitraje como el CIADI, que han permitido a empresas transnacionales presentar demandas multimillonarias contra Estados por supuesto daños y perjuicios, como es el caso de las petroleras Chevron y Oxy contra Ecuador. La declaración oficial los califica de "nuevos mecanismos de dominación" que ponen en riesgo "la estabilidad de nuestros países -incluso hasta su solvencia económica- a partir de procesos judiciales claramente viciados de nulidad, por abuso y colusión de intereses". Aunque señala también que "no implica el rechazo taxativo de la Inversión Extranjera Directa, sino más bien un relacionamiento inteligente con ella". Por su parte, los movimientos sociales demandan una auditoría de los TBI, y el descarte no solo de éstos sino de todos los instrumentos comerciales “que colocan la reproducción del capital por encima de la reproducción de la vida”.

Respecto al tema de la seguridad de las informaciones y el espionaje masivo, los movimientos sociales respaldan las posturas de dignidad expresadas por los gobiernos y sus esfuerzos “por develar los mecanismos de control imperialista, tales como el espionaje, o la usurpación y almacenamiento de datos, sobre países y personas”. Frente a ello, proponen desarrollar iniciativas de soberanía tecnológica y del conocimiento, con particular énfasis en la importancia de ahondar esfuerzos por desarrollar mecanismos telecomunicacionales propios y software libre.

Además, alientan a profundizar procesos de democratización de la comunicación “para afirmar el derecho de los pueblos a comunicarse libremente y a afianzar modelos de redistribución socialista de los espectros radioeléctricos”.

Otros temas que aborda la Declaración de movimientos sociales incluyen la revolución agraria, con el impulso de esquemas de agroecología y comercio justo; la despatriarcalización del Estado; y la lucha contra el racismo.

Para Irene León, vocera de la Cumbre de movimientos, la Declaración es "un pronunciamiento contundente para que los países ALBA analicen, conozcan y eliminen en todo lo posible las posibilidades de los instrumentos de control imperialista en la región".

El dirigente campesino y vocero Romelio Guamán, por su parte considera en este proceso el movimiento social debe tener clara su conducción, su estrategia y su propia autonomía. Y en tal sentido, precisa que los movimientos han ido trazando su propia hoja de ruta. Pueblos indígenas, afrodescendientes, sectores rurales, mujeres, jóvenes intercambiaron y formularon sus propuestas para el proceso organizativo propio de los movimientos, cuya próxima cita es en Cochabamba este 31 de julio, con el Encuentro Internacional por la Defensa de los Derechos Humanos y la Soberanía de Nuestros Pueblos.


ALAI, América Latina en Movimiento - 1 de agosto de 2013

jueves, 1 de agosto de 2013

Conflictualidad en el monte pampeano

Por María Eugenia Comerci

El manejo de los recursos del monte pampeano entre distintas familias  posibilitó el desarrollo de las actividades de caza, recolección y cría de ganado sin conflictos entre los puesteros[1] del oeste de La Pampa, provincia del centro de Argentina. La escasa valoración de la zona para los empresarios permitió la reproducción simple de los puesteros mediante el desarrollo de distintas prácticas de apropiación social del espacio, productivas, de socialización, matrimoniales, de movilidad y de ayuda mutua[2].
Concebimos el “conflicto” como el proceso de interacción social entre dos o más partes que se disputan material o simbólicamente el uso o la apropiación de un espacio o el acceso a un recurso natural. En este caso, el territorio en disputa son las tierras de monte del oeste provincial. 
Desde una perspectiva crítica, acordamos con Fernandes Mançano (2008) quien enmarca los conflictos dentro de los procesos de desarrollo, producidos en diferentes escalas geográficas y dimensiones de la vida. Los conflictos por la tierra son también conflictos por la imposición de los modelos de desarrollo territorial rural y en éstos se desenvuelven. Las distintas manifestaciones de conflictos que se vienen experimentando en Argentina y en otros espacios de Latinoamérica cuestionan las formas tradicionales de institucionalización de los conflictos estructurales y proponen otras formas de negociación apuntando a un cambio en las relaciones de poder. 

Espacio de pastoreo compartido hoy en disputa
Los departamentos que actualmente se localizan en el oeste de La Pampa (Chicalcó, Puelen, Chadileo, Limay Mahuida y Curacó) pertenecían al territorio indígena (mapuche, ranquel, pehuenche) antes de las campañas militares y fueron incorporados a territorio nacional en el último tercio del siglo XIX. 
Finalizada campaña del llamado “desierto” a fines del siglo XIX y una vez mensurado-fragmentado el espacio de la actual porción occidental de La Pampa, se generó la apertura de la frontera agropecuaria. 
El negocio inmobiliario de tierras no supuso asentamientos efectivos ni inversiones productivas por parte de los titulares registrales. Ello posibilitó el asentamiento de puesteros en valles, mallines y lugares con buenas pasturas, mientras en el mercado inmobiliario se vendían las tierras consideradas “marginales” y de bajo valor. El espacio de control de cada familia estaba circunscripto a la casa y el “monte abierto”. Ese espacio de pastoreo (en algunos casos compartido entre distintas familias, y en otros, dentro de distintas generaciones de una misma familia) se distribuía en función de acuerdos preestablecidos entre vecinos y en base a las relaciones de poder entre los distintos miembros del paraje. La organización en torno a los espacios de pastoreo abiertos posibilitó, durante casi todo el siglo XX, distintas prácticas territoriales y productivas que, en los últimos quince años, con el avance de la propiedad privada, el cercamiento de los campos y de lógicas territoriales de tipo empresariales,  se está desdibujando y emergen los conflictos.

La valorización del espacio occidental de La Pampa se ha generado, no sólo con las prácticas productivas sino también con el avance de la propiedad privada de productores capitalizados y empresas sobre puesteros. En la configuración de la tenencia de la tierra interdepartamental, la mayor cantidad de explotaciones con propiedad o sucesión indivisa y arrendamiento se concentra en las jurisdicciones del este de La Pampa, mientras los departamentos centro-occidentales son los que más explotaciones con ocupación tienen. Cabe mencionar que algunas explotaciones sin delimitación se encuentran localizadas en los límites provinciales (del lado mendocino), pero los circuitos pastoriles, comerciales y las redes familiares están totalmente integradas a la dinámica regional.
Como consecuencia del proceso de expansión de la frontera numerosos conflictos se han generado en estos departamentos (y en las jurisdicciones limítrofes mendocinas) entre los titulares registrales y los productores poseedores, que han derivado en despojos de familias, en actos de violencia directa, con intervención del estado provincial mediante la promulgación de leyes que suspenden temporalmente los desalojos. La conflictividad pone en evidencia la existencia de dos territorialidades que entran en tensión: por un lado la legal, catastral y registral y, por otro lado la real, concreta, que desconoce los límites políticos.
El avance de los alambrados sobre los “campos libres” está produciendo modificaciones en los sistemas productivos y en los circuitos de pastoreo. Estos procesos están promoviendo también una reducción en los planteles de ganado, implicando una menor participación de los agentes (residentes y no residentes en el puesto) en el sistema de producción. El achicamiento de los campos y menor “tajale” está produciendo enfrentamientos entre vecinos pues la menor superficie obliga a optimizar e intensificar el uso del monte disponible. Como consecuencia de estos procesos se están reduciendo las actividades de caza y recolección llevadas a cabo por los grupos domésticos para la obtención de alimentos para el autoconsumo que posibilitan la generación de ingresos extras. Las inversiones de empresas petroleras, forestales y ganaderos están generando el cierre de caminos irregulares (huellas) e incluso picadas (realizadas por la Dirección de Vialidad) que unen puestos y ojos de agua, limitando seriamente la circulación y obligando a transitar por ciertos caminos.
 En este escenario emergen conflictos entre vecinos y con agentes extralocales así como nuevas formas de sociabilidad entre puesteros/as que recuperan prácticas de organización comunitaria realizadas en el pasado. La valorización de la zona y despojo repercute en las subjetividades campesinas en las que aparece el temor y la preocupación por el futuro de las familias en el lugar y, asimismo, redefine las relaciones de poder entre los vecinos y los productores extralocales.




[1] Llamamos “puesteros” a los productores familiares con perfil campesino que habitan en el puesto, residen y trabajan en su unidad productiva, cualquier sea su relación jurídica con la tierra.
[2] Una particular combinación de diferentes factores dio lugar a la persistencia del campesinado en el extremo occidental de La Pampa. Por un lado la escasa valoración social de las tierras por parte del capital, y por otro, la disponibilidad de mano de obra familiar, el compromiso con las tareas de la unidad productiva y la existencia de lógicas internas campesinas tendientes a la supervivencia del grupo doméstico. Ello posibilitó la generación de distintas prácticas ganaderas, artesanales y de caza-recolección dentro del monte abierto, espacio vital que proveyó de alimentos, insumos e ingresos extras a los grupos. Asimismo, la reproducción de saberes campesinos empíricos transmitidos en forma oral de generación en generación, referidos al manejo del ganado, a la elaboración de artesanías, a remedios caseros y a la construcción de viviendas y corrales con el uso de recursos locales, permitió que las actividades productivas se garantizaran (Comerci, 2012).