jueves, 20 de abril de 2017

“El suelo no absorbe el agua

Jobbágy: “El árbol es una bomba extractora de agua”.
Jobbágy: “El árbol es una bomba extractora de agua”.
(Imagen: Andrés Pérez Moreno)
EL DESMONTE Y ALGUNOS CULTIVOS ELEVAN LAS NAPAS FREÁTICAS
El investigador del Conicet Esteban Jobbágy sostiene que la explotación de ciertos cultivos y el desmonte quitaron capacidad de absorción al suelo, dieron nacimiento a ríos nuevos y elevaron las napas freáticas hasta la superficie.

Una decena de provincias con inundaciones y emergencia agropecuaria, pérdidas millonarias y pedidos de ayuda al Estado. Esteban Jobbágy, investigador de la Universidad de San Luis y del Conicet, aporta un elemento invisibilizado: la poca capacidad del suelo de absorber agua y su relación con el uso del suelo (modelo de agronegocio mediante). Alerta que –por el avance de algunos cultivos– las napas freáticas suben y las inundaciones son (y serán) cada vez más frecuentes. Otro factor: en Argentina se desmontaron 2,4 millones de hectáreas en los últimos diez años.
“El actual modelo agropecuario produjo que lugares que ya se inundaban ahora lo hagan más seguido, y zonas que no se inundaban, ahora comiencen a hacerlo”, explicó Jobbágy, del Instituto de Matemática Aplicada de la Universidad de San Luis (Imasl), del Grupo de Estudios Ambientales e investigador del Conicet. Hace quince años trabaja sobre la capacidad del suelo de retener agua. Señaló que las inundaciones no dependen sólo de la lluvia, sino también de cuánto absorben los suelos y su directa relación con la capa freática (acumulación de agua subterránea).
“El manejo de cultivos tiene un impacto mayor sobre el comportamiento freático de lo que hoy se acepta en la región pampeana”, alertó en 2009, en un panel del Congreso de la Asociación de Productores de Siembra Directa (Aapresid), empresarios impulsores del modelo transgénico.
Explicó que las inundaciones se deben al ingreso de agua “al sistema” (ambiente) y las pérdidas-egresos por evaporación (muy reguladas por la vegetación). “El uso de la tierra afecta el régimen de inundaciones”, afirmó Jobbágy, que es ingeniero agrónomo y doctor en biología. Un sólo cultivo anual (por ejemplo, soja), evapora mucho menos que otros cultivos y produce mayores excesos hídricos (y la napa se ubica más cerca de la superficie).
Jobbágy aclara una y otra vez que no se trata sólo de la soja, que en Argentina abarca casi el 60 por ciento del área cultivada, sino que hay que apuntar al modelo agropecuario, que avanzó hasta zonas impensadas, ocupó espacios de pasturas destinados a ganadería y arrasó millones de hectáreas de monte nativo. Según el último informe de Greenpeace (2016), en Argentina se desmontaron 2,4 millones de hectáreas desde 2007 (cuando se aprobó la Ley de Bosques, que debiera proteger el monte nativo).
Río nuevo es el nombre del documental científico realizado en 2016 por Jobbágy y su equipo de investigación. “El árbol es una bomba extractora de agua”, resume en el documental Ernesto Viglizzo, investigador del INTA y del Instituto de Ciencias de la Tierra y Ambientales de La Pampa. Y lo desarrolla: el árbol toma agua de la napa y logra mantenerla baja. Cuando el árbol ya no está, nadie cumple la función de “bomba extractora” y la napa comienza a subir, se acerca a la superficie. Ante la primer lluvia fuerte, el suelo ya no absorbe y la inundación es un hecho.
“Ya hay cuatro ríos nuevos en San Luis y uno en Córdoba”, precisó Jobbágy y advirtió: “Las inundaciones serán cada vez más seguidas y más intensas, aún si las lluvias se mantienen estables. Y claro que será peor si, como muchos investigadores señalan, el régimen de lluvia aumenta”.
El documental centró su investigación en Villa Mercedes (San Luis) y puede ser extrapolado a lo que sucede en otras regiones. Publicaron veinte artículos científicos sobre el tema y confirmaron situaciones similares en Buenos Aires, Santiago del Estero, Córdoba y Mendoza. El ascenso de la napa es tal que confirman la existencia de nuevos ríos, primero pueden ser “brazos” de los ya existentes, también lagunas que crecen, napas que llegan a la superficie. Brindan testimonios productores que tenían la napa a siete metros de profundidad, y hoy la sufren a 60 centímetros. “Esto recién comienza”, alertó Mario Galván, del INTA San Luis.
En mayo de 2015, Jobbágy fue uno de los disertantes del “Simposio Fertilidad”, patrocinado por grandes empresas del agronegocio. “En la región pampeana, los niveles freáticos más elevados, la menor capacidad de albergar excesos de lluvia y, por lo tanto, los anegamientos e inundaciones más frecuentes son el problema principal”, afirmó.
Aseguró que el avance del modelo agropecuario “generó excesos hídricos sostenidos y lo que en un principio se atribuyó exclusivamente a las fluctuaciones climáticas (lluvia), hoy aparece también vinculado a los cambios en el uso del territorio”. Citó como ejemplo la situación en Marcos Juárez (Córdoba), donde se pasó de la napa freática a diez metros (en la década del 70) a los últimos años, donde “lotes que se inundan por primera vez en la historia”. 
En un artículo conjunto (con Marcelo Nosetto, Raúl Giménez y Jorge Mercau) para la Facultad de Agronomía de UBA,  Jobbágy fue más allá: “En poco tiempo, las napas a menos de 50 centímetros de la superficie y un número creciente de áreas encharcadas y lagunas podrían poner en jaque a la producción agropecuaria”. Citó como ejemplos zonas de La Pampa y Córdoba. Y precisó con números para la Pampa Húmeda: las pasturas transpiran (“evaporan”) 1075 milímetros al año, mientras que cultivos como soja y maíz de primera sólo transpiran 680 milímetros. “Estas diferencias en la transpiración inclinan la balanza hacia la ocurrencia de excesos hídricos (inundaciones) como consecuencia de la agricultura continua”, alertó.
Fuente: PAGINA 12, 17 de abril de 2017.

lunes, 17 de abril de 2017

Argentina y sus diversos conflictos ante la expansión del capitalismo

MAS CAPITALISMO
María Eugenia Comerci* 
– En la actualidad, es necesario comprender la producción social del espacio nacional como un momento constitutivo de la dinámica de acumulación del capital y en el marco de determinadas relaciones de poder.
Las políticas económicas implantadas la década de 1990 en Argentina han redefinido las tramas sociales y productivas de los espacios rurales del país. Desde la puesta en marcha del modelo de reestructuración y nueva modernización en el agro con la incorporación de semillas genéticamente mejoradas, uso generalizado de agroquímicos, sistemas de siembra directa o producción intensiva del ganado vacuno, ha crecido en forma sostenida la productividad. Sin embargo, la implementación del paquete tecnológico produjo una mayor dependencia por parte de los productores con las compañías proveedoras de insumos que establecen qué, cómo y cuánto producir. Los productores que pudieron acceder a este cambio tecnológico se transformaron en agentes pasivos en la cadena de comercialización de cereales y oleaginosas.
En forma paralela, los procesos de desregulación y la desaparición de las juntas nacionales han favorecido el desarrollo de otras formas de articulación entre los productores y otros agentes privados. Así, la penetración del capital de agentes vinculados al agro o no, ha facilitado el desarrollo de la agricultura por contrato, los pools de siembra y las grandes inversiones extranjeras en los espacios rurales asociadas con actividades agropecuarias, turismo o mega-minería. Estas asociaciones y nuevas prácticas expresan lógicas territoriales empresariales y manejos de los recursos dominados por la búsqueda de ganancia en el corto plazo y serias secuelas en términos socio-ambientales (inundaciones, aludes, avalanchas, derrumbes que se repiten en todo el país).
En este contexto, regiones con explotaciones familiares se han valorizado por el avance del capital en el marco del proceso de “agriculturización”. Estos cambios están generando problemáticas, conflictos, desafíos y nuevas territorialidades que redefinen la estructura agraria, los perfiles productivos y las subjetividades en la argentina rural.
Procesos de cambio.
¿Cómo entender estos procesos de cambio asociados con la expansión del capitalismo agrario que afecta a nuestro país, a la región latinoamericana o a los espacios cercanos?, ¿qué lugar queda para la producción familiar/campesina?, ¿cómo desmenuzar la información para comprender estos procesos?
En primer lugar, es fundamental -partiendo de la concepción de espacio geográfico como construcción social- aproximarnos al proceso de territorialización diferenciado que se ha dado en Argentina a través del tiempo. Para poder explicar las diversas producciones familiares generadas en el país es necesario indagar sobre la conjugación de variables -de índole territorial e histórica- que intervienen en la generación de estas diferenciaciones.
La Geografía es una ciencia privilegiada para abordar la complejidad de este momento particular en la dinámica del capital, pero necesita, inevitablemente, dialogar con otras Ciencias Sociales para nutrirse de enfoques, perspectivas y fuentes. Asimismo se deben recuperar los saberes populares para favorecer el cruce de conocimientos, para poder visibilizar las otras territorialidades, las experiencias alternativas y los modelos diferentes al dominante. En esa dirección se intenta emprender el camino en el libro “Territorialidades en el campo argentino. Geografías, procesos y sujetos” (EdUNLPam, 2015).
El primer propósito es efectuar una contribución al conocimiento de las diversas territorialidades rurales de la Argentina contemporánea que configuran un mosaico de perfiles socio-productivos y problemáticas agrarias en el país. En este contexto, se proponen establecer las rupturas y las continuidades en las relaciones de poder/resistencia que dan como resultado diferenciaciones espaciales en la Argentina agraria. También se pretende reflexionar en torno a diversas problemáticas socioeconómicas y ambientales de la Argentina rural en base a estudios de caso a diferentes escalas. Asimismo, generar discusiones sobre la construcción del conocimiento geográfico como saber y su importancia para la interpretación de la realidad social.
Para iniciar este recorrido, que es el resultado de las investigaciones en los últimos trece años en la Cátedra de Geografía de Argentina, el trabajo compartido en docencia, investigación y extensión con colegas del Departamento de Geografía, estudiantes, compañeros y docentes de la Maestría en Estudios Sociales y Culturales de la Universidad Nacional de La Pampa y del Doctorado en Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad Nacional de Quilmes, se propuso abordar las principales trayectorias de la Geografía como Ciencia Social y los aportes en la construcción de categorías analíticas.
Ver y sistematizar.
En el desarrollo del trabajo, se han analizado diversas fuentes para garantizar la diversidad de miradas sobre el agro argentino y sus problemáticas. Asimismo, se ha procesado abundante información producida durante los viajes de estudio de la cátedra Geografía de Argentina que se realizan desde hace más de treinta años. De este modo, el libro permite sistematizar datos obtenidos a partir del trabajo de campo tales como: fotografías, entrevistas con informantes claves, visitas a establecimientos e instituciones y experiencias directas que hemos producido en los distintos recorridos.
El libro bucea en torno a dos ejes. Un primer eje, compuesto de tres capítulos, está dedicado a plantear las líneas de interpretación sobre los estudios territoriales y agrarios desde distintas perspectivas y trayectorias conceptuales. Se abordan, en esta primera parte, los rasgos estructurales de los modelos de acumulación y regulación vigentes en Argentina desde el último tercio del siglo XX que sientan las bases político-económicas y jurídicas de los modelos productivos dominantes en el agro. Finalmente se plantea a escala nacional, el proceso de expansión de la frontera agropecuaria y los impactos socio-espaciales en las territorialidades preexistentes.
En el segundo eje, organizado con cinco capítulos, se analizan cómo estos procesos, desarrollados en el primer eje, afectan y redefinen a los sujetos, espacios, territorios y regiones mediante estudios de caso. Luego de plantear cómo impacta el avance del capital sobre el campesinado de distintas regiones del país, profundizamos el estudio de las economías regionales y sus problemáticas, los procesos de modernización en el agro pampeano, los nuevos paquetes tecnológicos en contextos del avance del proceso de agriculturización, extractivismo y expansión de las actividades hidro-carburíferas-mineras, entre otras.
Finalmente se avanza en una problemática estructural que atraviesa todos los capítulos: la tenencia de la tierra en Argentina. En este marco, se analizan las posiciones de los agentes más vulnerables y los conflictos generados por el uso y apropiación desigual de estos recursos, en el contexto de avance del modelo productivo pampeano y de la revalorización de espacios ubicados en los márgenes. Cabe mencionar que estos espacios de borde y los sujetos que los construyen son foco de atención en todo el libro dado que existe escaso acceso a investigaciones que pongan a la luz, las dificultades y potencialidades de estos territorios y sujetos.
Cruce de escalas. 
Una de las particularidades que posee la forma en que está pensado y elaborado el texto consiste en la producción de diferentes materiales didácticos en los que se destaca el uso de imágenes satelitales, cartografía, fotografías, relatos de entrevistas, figuras síntesis, gráficos, cuadros, etc. que facilitan la lectura e interpretación de la información analizada. Toda la cartografía del trabajo fue realizada por Juan Pablo Bossa, estudiante avanzado de la Licenciatura en Geografía, quien ha colaborado en la cátedra en su carácter de becario. Cada capítulo posee un abordaje teórico-metodológico y puede leerse individualmente. Al final de las conclusiones parciales, además de la referencias bibliográficas citadas, se presentan guías de actividades que permiten profundizar las hipótesis y temáticas planteadas mediante la realización de ejercicios prácticos.
En el libro se ha decidido trabajar con la interescalaridad no solo espacial sino también temporal. El cruce de escalas permite establecer distancias en los procesos, alejarse y acercase para analizar las problemáticas en distintas perspectivas y sus implicancias a escalas locales, regionales y nacionales, de modo de facilitar el abordaje de las similitudes y diferenciaciones territoriales. El lector notará la permanente recurrencia al caso de la provincia de La Pampa. La cita obligada a la escala provincial, obedece por un lado, a las investigaciones que viene realizando la autora en el territorio provincial y, por otro lado, porque facilita el involucramiento de los estudiantes lectores ya que constituye un espacio conocido y vivido por la gran mayoría.
En fin, en este trabajo se abordan las diferenciaciones espaciales, concebidas como legados perpetuados que se desarrollan en el presente y que redefinen las territorialidades. Consideramos que la Geografía, como Ciencia Social, cuenta con herramientas teóricas y estrategias metodológicas que contribuyen a la explicación y a la reproducción/transformación de la dinámica de funcionamiento del capitalismo y los desarrollos desiguales geográficos generados. Se considera que las distintas lecturas territoriales y miradas críticas de los procesos socio-espaciales posibilitan construir conocimientos socialmente significativos acordes con las necesidades emergentes y los desafíos territoriales futuros.

*UNLPam/CONICET, Instituto y Departamento de Geografía
Fuente: Caldenia, 16 de abril de 2017, DIARIO LA ARENA
http://www.laarena.com.ar/caldenia-mas-capitalismo-1129497-5.html

martes, 4 de abril de 2017

Regalo millonario a exportadoras

Por Federico Kucher
La quita de retenciones del 2016 implicó una pérdida de recursos fiscales de 70.000 millones de pesos (equivalente a 5000 millones de dólares). Ese dinero fue transferido a diferentes actores del complejo agrario, minero e industrial. La cifra, que representa 1 punto del PIB, dejó de computarse como recaudación del sector público y potenció el desequilibrio del déficit fiscal el año pasado. El incremento de las exportaciones, pese a los argumentos del Gobierno acerca de que la devolución de ese arancel a las exportaciones iba a estimular las ventas al exterior de productos de la industria, la minería y el campo, fue 15.000 millones de pesos en 2016 (1000 millones de dólares). El complejo exportador aportó menos de un dólar por cada cinco que recibió del Estado. 
El Centro de Economía Política (CEPA) elaboró un estudio en el que se estimó la pérdida de recursos que generó para el sector público la decisión de quitar retenciones, una de las promesas de campaña que el macrismo cumplió sin titubear, a diferencia de lo que ocurrió con el Impuesto a las Ganancias y el millón de créditos hipotecarios. En el informe se detalla que el sector agropecuario pagó el año pasado 67.180 millones de pesos en retenciones, un monto concentrado en el rubro de la soja. Si no se hubieran anunciado cambios, el complejo debería haber pagado 115.195 millones de pesos, por lo que hubo una caída de ingresos de 48.015 millones. 
La rama manufacturera, en particular, los fabricantes de aceite de soja, abonaron por retenciones unos 4305 millones de pesos el año pasado, cuando con el esquema anterior hubieran pagado cerca de 16.083 millones, es decir una pérdida de recursos de 11.777 millones de pesos para el Estado. 
Las empresas mineras, en tanto, pagaron sólo 24 millones de pesos en derechos de exportación en 2016, cifra que podría haber ascendido a 9841 millones sin cambios. La decisión de quitar el ciento por ciento de las retenciones a las mineras provocó una pérdida de recaudación de 9817 millones de pesos. La cifra es desproporcionada porque la exportación de minerales el año pasado aumentó sólo por el equivalente a 360 millones de pesos. El Estado premió así a las empresas mineras con 27 dólares por cada dólar que generaron de exportación. 
Al sumar los resultados del sector agropecuario, industria y minería, el CEPA estimó que las firmas dedicadas al negocio de la exportación deberían haber pagado 141.118 millones de pesos en retenciones el año pasado, pero gracias al anuncio del macrismo de modificar las retenciones el monto descendió a 71.509 millones, lo cual implicó un retroceso de la recaudación de 69.609 millones de pesos. El 69 por ciento de los recursos que dejó de percibir el sector público se lo quedó el campo, mientras que el 17 por ciento fue para la industria y el 14 por ciento para la minería.
   La rentabilidad extraordinaria que obtuvieron los grupos exportadores no sólo no se tradujo en mayor producción y exportaciones sino que tampoco implicó un avance del empleo. Los datos del Ministerio de Trabajo registraron que los puestos en el sector industrial pasaron de 1.252.108 a 1.204.285 individuos entre diciembre de 2015 y el mismo mes de 2016, lo cual implica una reducción de 47.823 trabajadores formales. En la minería se pasó de 85.735 a 80.325 empleos, una baja de 5410 y en el campo se pasó de 316.546 a 322.081 personas, con suba de 5535 trabajadores, lo que no llega a compensar la caída de las otras dos actividades. 
La eliminación de las retenciones tampoco tuvo un impacto significativo en materia de inversiones y los recursos embolsados por el complejo exportador fueron a alimentar en parte la fuga de capitales del mercado interno el año pasado, la cual alcanzó niveles record de la última década. La modificación de los derechos de exportación implicó una mayor regresividad de la recaudación, al incrementarse el peso del IVA. 
FUENTE: PAGINA 12, 1 de abril de 2017.