lunes, 26 de mayo de 2014

Las penas son de nosotras



MUJERES Y RESISTENCIAS

El 47 por ciento de la población rural está constituido por mujeres y su tarea resulta un pilar para la economía familiar y nacional, no sólo porque trabajan la tierra y salen a parar la olla cuando es necesario, sino porque crían y educan a la futura fuerza de trabajo. Toda esta carga de empleo está invisibilizada, no remunerada y comúnmente endulzada por el calificativo amoroso, ese que tapa la verdadera repartija de quehaceres entre géneros. 


En el campo se intensifica la inequidad y se naturaliza la violencia, pero también se resiste con legados culturales de alto valor popular: la cocina es uno de ellos y gracias a ella el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación publicó Recetario de comidas rurales, las cocineras y sus historias, donde junto a recetas legendarias, como el locro del NOA o el arrope de chañar, se pone nombre y apellido a las mujeres detrás de los delantales.


 Por Laura Rosso
Francisca Gutiérrez va rezando una “oracioncita”, como le dice. Está bañada en transpiración. Camina con miedo mientras mira los cerros. Son dos kilómetros por la huella y ella va “dele rezar”. Les tiene miedo a las tormentas. Se acuerda de ese olor hediondo que dejó la inundación en su casa de adobe. “Cuando volví estaba todo pegado en el ropero. Hediondo era el olor”, repite. Por esa sensación que le quedó en el cuerpo, por ese olor que recuerda, la oracioncita la acompaña cada vez que el cielo se viste de oscuro y las nubes amenazan mientras ella va a buscar a Chiquito, su burro, como hace todos los días. Francisca –o Pancha, como la conocen en el pueblo– vive sola en la localidad de La Ripiera, Marayes, Departamento de Caucete, en la provincia de San Juan. Es cocinera rural y campesina. Toda su vida cocinó y sembró la tierra. Aprendió a cocinar de muy chica. Lo cuenta así: “Vivíamos en unos campos muy lejos, en el límite entre San Juan y La Rioja. Mi mamá se ponía a hacer queso y nos enseñaba. Nos hacía lavar bien las manos con jabón, nos arremangaba las manguitas y le ayudábamos a hacer la cuajada. La echábamos en una bolsa de tela, muy gruesa, esas bolsas de harina que sabían venir antes. Echábamos la cuajada y apretábamos despacito hasta que se endurecía. Cuando se endurecía la sacábamos de la bolsa, la poníamos en la batea y la amasábamos. Hacíamos pancitos y después los comíamos. Ahí estábamos todas con la mami y ella nos enseñaba. Después, ir a la escuela, hacer los deberes y si algo estaba mal hecho venía el tirón de orejas. Llorábamos, pero después poníamos mucha atención”. Su marido murió hace cinco años y su hijo varón vive a setenta kilómetros de su casa. Le gusta hablar de su familia, de su nieta Tamara Belén, de siete años, con quien tiene una huerta. “Esa nena es muy guapa conmigo. Me quiere mucho pero vive lejos, con mi hija a ciento cuarenta kilómetros, y va a la escuela.” También habla de su padre, que era turco “y muy recto”, de quien no heredó los ojos azules que sí le tocaron a su hermano. Ama el campo, no le gusta el pueblo. Adora Buenos Aires, pero la Buenos Aires de antes, dice, esa que no le daba miedo. Francisca está en la ciudad y aquí, como allá, saluda con dos besos. Dice que uno solo es “poco cariño”. La excusa de la visita fue la presentación del Recetario de comidas rurales, las cocineras y sus historias. Un recetario elaborado por cocineras rurales, mujeres campesinas y productoras de la agricultura familiar. Cada una representa a su provincia con una receta, esas aprendidas en la casa, o en el patio y que se transmiten de generación en generación. Este trabajo de recuperación y recopilación de recetas de comidas fue realizado y editado por la Subsecretaría de Agricultura Familiar de la Nación, a cargo de Emilio Pérsico. Reúne tantos platos de comidas como historias familiares. Un recetario escrito por las voces de las propias cocineras que cuentan los platos característicos de las regiones del país: el locro del NOA, el curanto de la Patagonia, el vino de pomelo del NEA, o el charqui cuyano. De postre, mermelada del centro, y si hay casamiento, el pastel de novia tucumano. Todas ellas acumulan la fuerza y la experiencia en sus cuerpos aguerridos. Huelen a saber popular y sostienen la economía familiar. De sus manos se desprende el calor propio de las ollas que revuelven con cucharones improvisados mientras cocinan en el fuego. Son mujeres que aseguran el alimento familiar y transmiten secretos y saberes que les fueron revelados por generaciones anteriores. Las cocineras rurales como Francisca, Eva, Ana y Emilia (y tantas otras) cuidan y mantienen viva la cocina de su tierra.

Ellas, las alquimistas

Eva Leal es tucumana y conoce de memoria los ingredientes del locro. Asegura que hay que tenerlos todos preparados previamente y dispuestos en la mesa para ir tomando lo necesario en el momento adecuado. Trabaja en la huerta, atiende a los animales en el corral y mantiene el surco. Para Eva el trabajo de preparación del locro lleva meses. La mayoría de los ingredientes son producidos en sus huertas y corrales. Cuando carnea un chancho guarda una pata, mondongo, espinazo o cuero y va acopiando. También usa maíz molido, zapallo, batata, puchero de vaca, chorizo colorado y porotos. Para la locreada, son cuatro o cinco horas a fuego de leña, Eva agrega uno a uno los ingredientes y revuelve con un palo resistente.
El arrope es la golosina más antigua. Además se le atribuyen propiedades medicinales. “Es un postre que cura y sana”, revela Ana Manrique. Cada región tiene un arrope que la distingue. Puede hacerse con tunas, con maíz, con algarroba, con el fruto del chañar. Ana es de la zona de Jáchal, en San Juan, y recoge el chañar en el campo. Cuenta que el arrope se lo enseñaron a hacer sus abuelas, la materna y la paterna. Una se llamaba Amelia y la otra Romelia. “Después me casé y mi suegra lo hacía igual que yo, así que continuamos haciendo el arrope las dos. Hay que lavarlo y hacerlo hervir bien hasta que se disuelva, sin apretarlo porque si no se hace muy arenoso. Haciéndolo hervir sale un color clarito, bien limpio. Se gasta bastante leña para hacer el arrope porque no le tiene que faltar leña hasta que esté a punto; se nota porque se va poniendo espesito. En ese momento, hay que agregarle el azúcar para que no se queme y no quede con el sabor amargo.”
Pocha es Emilia Ramos, tuvo siete hijos y quedó viuda a los treinta y cinco años. Fue peladora de caña, cosechera de maíz, plantadora de batatas y cocinera, tarea que aún hoy continúa. Vive en Tucumán y tiene fama de buena repostera, siente un gran entusiasmo cuando le piden que haga el pastel de novia para fiestas de casamiento y festejos de quince. Es una combinación de sabores dulces y salados, mezcla de frutas secas y carne. Así cuenta cómo lo prepara: “Un día antes, se ponen en remojo las ciruelas secas y el pelón. Para el relleno se hacen hervir la carne cortada en trozos, los pelones y ciruelas, y el azúcar en el jugo de las frutas remojadas el día anterior. Se cocina hasta que se forma como un relleno de empanadas y se le agregan las pasas de uva. Para hacer la masa se mezcla la harina con la grasa de cerdo, azúcar, yemas de huevo, vainilla y clavo de olor. Una vez hecha la masa se unta la asadera con manteca, se estira la mitad de la masa, se le agrega el picadillo y se cubre con el resto de la masa. Se presiona con la mano para que el picadillo se entrevere con la masa. Se tapa, se lo deja reposar y se lo lleva al horno. Una vez horneada, se cubre la masa con merengue”.
La torta al rescoldo es la receta que Francisca aportó al recetario. Cuenta que casi siempre está con las manos llenas de harina (“porque me encanta amasar y estoy dele y dele con la masa”). Luego, hace una pausa y se acuerda: “Cuando yo era chiquita mi mamá hacía una torta y la ponía al rescoldo porque éramos diez hermanos nosotros, más mi mamá y mi papá, doce. El rescoldo es la ceniza todavía caliente que se abre al medio, se hace un pocito, se coloca la torta y se la tapa con toda la otra ceniza, entonces así se puede asar. Después de una hora, en lo posible, se limpia la masa con un repasador limpio, se la raspa con un cuchillo y se la come”. Ese amasijo se hace con harina, grasa, un chorrito de aceite y un poquito de bicarbonato “para que no salga demasiado dura y seca”. El rescoldo es esa “brasa menuda resguardada por la ceniza”. Ese ritual de enterrar la masa entre las cenizas para que se cocine representa el acto que hacen la mayoría de las mujeres cotidianamente: cocinar. Un acto que sin duda conlleva amor, pero que además de tener ese valor amoroso tiene un valor económico. De eso justamente habla María del Carmen Quiroga, responsable del Area de Inclusión y Equidad Rural, de la Subsecretaría de Agricultura Familiar. En charla con Las12, observa: “Las mujeres trabajan en la producción desde todos los tiempos, tienen una participación más que significativa en el producto bruto interno. El tema es que, si bien la participación de las mujeres en el trabajo productivo resulta evidente, ha sido históricamente desconocida a la hora de registrar, inventariar y censar las actividades productivas. Lo que hacen Francisca, sus compañeras y la mayoría de las mujeres cuando cocinan tiene un valor económico. Forma parte del producto bruto interno de nuestro país. Francisca produce materia prima, transforma materia prima, le da valor agregado a esa materia prima. Eso es lo que el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación trata de poner sobre la mesa: la participación en lo económico de las mujeres, en este caso de las mujeres rurales, y sobre todo de ellas”.

¿Hay datos formales y específicos sobre el trabajo de las mujeres en el campo?

–Hay un subregistro de las tareas y de las personas que las llevan a cabo. Sabemos que el cuarenta y siete por ciento de la población rural son mujeres. Pero no sabemos qué hacen, cuándo lo hacen, cómo lo hacen. Están subregistradas bajo el genérico masculino. ¿Cuántos propietarios o titulares de propiedades rurales hay? ¿Cuántos varones y cuántas mujeres? No hay registros. El Ministerio está haciendo una investigación y lo que hoy podemos decir es que en el NOA, Santiago del Estero, Tucumán y Catamarca, del cinco al seis por ciento de la propiedad rural está en manos de mujeres. Es muy poco. Sobre todo teniendo en cuenta que nuestra ley es equitativa y las mujeres heredamos igual que los varones. ¿Por qué entonces sólo el cinco o el seis por ciento de la tierra es de las mujeres? Estos temas, como el financiamiento o la asistencia técnica, que mujeres productoras como Francisca necesitan para mejorar su producción, para crecer, para garantizar su salud, la de sus hijxs y la de sus nietxs, están aún pendientes. Es el largo proceso que estamos transitando para equiparar lo que hoy día les llega casi exclusivamente a los varones, aunque sabemos que las mujeres trabajan a la par en la producción. Entonces, no perdamos de vista el valor económico que generan las mujeres cuando trabajan, que no es sólo amor, y no desmerece el acto amoroso, pero que el acto amoroso no desmerezca el aporte económico que hacen las mujeres, que tiene un valor enorme.

Género y propiedad rural

“El sujeto rural prototípico es un varón, flaco, rubio, joven y con plata”, describe Quiroga. Lo que se pretende desde el área donde esta psicóloga social trabaja es que se atienda y se reconozca la especificidad para gestionar políticas específicas. Quiroga caminó mucho campo y conoce de lo que habla. “Lo que tenemos son comunidades indígenas, y tenemos mujeres por sobre todas las cosas, que son la mitad de la población. Todas esas mujeres son productoras pero no están catalogadas como tales. Además del lenguaje sexista, hay un subregistro brutal. El censo agropecuario no mide por personas sino por establecimientos agropecuarios, entonces la información es muy poco precisa. Para investigar la propiedad rural nos fuimos a los catastros, para ver nombre por nombre. Fue un trabajo de hormiga de mucho tiempo. Pero si no sabés quiénes son y cuántos son, no podés generar políticas.

¿Qué políticas se están generando desde su área?

–El reconocimiento de las mujeres como productoras y el redireccionamiento de financiamiento y asistencia técnica. No solamente por una cuestión de equidad sino por una cuestión de eficiencia. Que capaciten a los varones en la poda de frutales de una determinada zona cuando la poda la hacen las mujeres, o que llamen a los hombres para la cuestión caprina cuando sabemos que el noventa por ciento de las cabras están en manos de mujeres, es de terror. Pensar que las mujeres no deciden sobre la producción es un error. Lo que pasa es que deciden adentro de la casa. No son convocadas, no se sienten convocadas. Porque los productores dicen: “Nosotros convocamos familias”. Pero hablan todo en masculino, y las mujeres no van. Hacen la reunión a la noche o al mediodía, cuando ellas están cuidando a sus hijas e hijos. Toda esa carga doméstica y reproductiva –que también tiene un valor económico– es llevada adelante por mujeres. Las mujeres garantizamos una generación sana y educada, porque además si no el Estado nos reta. Todo eso por cero peso. Esa es la tarea de reproducción, que tiene un valor.
Desde su área, María del Carmen se propuso llamarlas productoras, sin anteponer el sexo femenino. Subraya: “La identificación de las funciones productivas, empresariales o directivas con el sexo masculino no hace más que dar cuenta de las viejas y cuestionadas relaciones de poder. El relevamiento de información, en todas sus formas, sigue teniendo el patrón androcéntrico, lo masculino como medida de todas las cosas y como representación de la sociedad toda”.

¿Cuál es el trabajo que hacen las productoras?

–Según los estratos hay economías de subsistencia, que son los de mayor pobreza pero que garantizan el alimento. La huerta, los animales más chicos, gallinas, cabras, chanchos, todo eso lo atienden las mujeres, al mismo tiempo que les dan de comer a los hijos, al mismo tiempo que acarrean agua o leña, al mismo tiempo que todo. Está archidemostrado a través de encuestas en determinadas zonas la cantidad de horas que trabaja una mujer en el campo. Es la primera que se levanta y la última que se acuesta. El varón llega y se sienta. Es una cultura que nos alcanza a las urbanas también, en la que estamos descansando y cosemos un botón. Todas estas cosas son estructurales, incluida la violencia. Como me dijo una vez una santiagueña: “Mi marido me pega pero lo normal”.

¿Qué estrategias abonás para modificar esta realidad?

–Trabajar con los varones. Es una cuestión vincular. Porque si no te quedás en “es un problema de mujeres”. Esto fue lo que ocurrió en los primeros años con este tema. Ningún varón se inquietaba porque era un tema de mujeres, por mujeres, para mujeres. Juntarse las fortaleció.

Reconocerlas como productoras las fortalece también.

–Sí. De ese modo las van a convocar a las reuniones para decidir si siembran algodón o si no siembran algodón, van a participar de cooperativas, van a presidir cooperativas, van a estar en la esfera económica y organizativa. En las situaciones de crisis, las que paran la olla son ellas. Las mujeres se juntan y dicen “¿qué hacemos?”. Agarran sus dulces, sus tortillas, sus conservas, sus panes saborizados y salen a vender. Así surgen los mercados solidarios y la Feria Franca, que ahora es una movida impresionante. La Feria Franca nació en Misiones pero ya está en muchas provincias. Las mujeres empezaron a organizarse para vender sus productos. Hoy día siguen siendo amplia mayoría de mujeres, pero hay cuatro hombres que presiden todo. Siempre pasa así cuando hay éxito. Pero las mujeres están acostumbradas a que decidan ellos, entonces hay todo un trabajo por hacer. Salen a vender adonde sea, lo que no hacen es ocupar espacios públicos, ni políticos, ni de las organizaciones. También hay una pérdida en políticas agropecuarias si no hay una mirada de esa mitad de la población.
Hace falta esa mirada sobre la mitad de la población. No sólo en este tema que incumbe a las cocineras y productoras rurales, que con sus historias y comidas se sienten orgullosas de sus saberes y, mientras revuelven la cacerola, plasman su sabiduría en la raigambre popular. Ellas también sufren la invisibilización. Ellas, como todas, trabajan, cuidan a hijos e hijas, nietas y nietos, dan de comer, ayudan con la escuela, lavan, planchan, amasan, limpian, cocinan platos heredados de madres y abuelas y quieren –queremos– ser reconocidas en nuestros derechos.

 Fuente: Página 12, Viernes, 23 de mayo de 2014

miércoles, 21 de mayo de 2014

“No hay ningún giro ortodoxo”


Entrevista a Abraham Gak
Revista Realidad Económica, 15 de mayo de 2014


Entrevista. Abraham Gak. Economista - director del plan Fenix. Para Abraham Gak, actual director del Plan Fénix de la UBA, el Gobierno ha logrado grandes avances en la economía, pero no ha podido modificar aspectos clave. Descarta, de todas formas, que haya abandonado el camino iniciado en 2003.

Bromea diciendo que, con 84 años, debe ser “la persona con mayor edad en ser contratada”. Pero en rigor, fue una reelección la que llevó a Abraham Gak a continuar por otros seis años con su labor como defensor del Pueblo del Municipio de Morón. Con una trayectoria que le valió en 2011 la distinción como Ciudadano Ilustre de la Ciudad, debido a su trabajo como secretario general de la Universidad de Buenos Aires, secretario académico y de posgrado de su facultad de Ciencias Económicas, y la rectoría de la escuela secundaria Carlos Pellegrini, actualmente Gak combina su trabajo en el municipio de Morón con la dirección de la cátedra abierta de economía Plan Fénix, que nació en la UBA por iniciativa suya. “Veníamos de más de veinte años de pensamiento único –sostiene Gak ante Miradas al Sur–, de un neoliberalismo que se fue afianzando y que en los noventa estaba casi consolidado, por lo que a fines del año 2000 planteé la necesidad de ofrecer algo diferente y convoqué a las autoridades de esta facultad y a otros economistas para que definan los principales problemas de esa Argentina neoliberal. Pero el presidente de la Comisión de Doctorado, Julio Olivera, me señaló que estaba cansado de escuchar diagnósticos y propuso, en cambio, animarnos a hacer un plan, al que denominó “Hacia el Plan Fénix, diagnóstico y propuestas. Una estrategia de reconstrucción de la economía argentina para el crecimiento con equidad”. Así fue como comenzamos a reunimos todas las semanas, y fuimos de los primeros en hacer referencia a la necesidad de salir de la convertibilidad”.

–¿Cuántas de aquellas ideas ve presentes en el actual gobierno?

–Si se ve el discurso de Néstor Kirchner el día de su asunción, se puede ver que estuvo presente la filosofía de nuestras ideas; supongo que los materiales que producimos le llegaron por intermedio de funcionarios con quienes nos reunimos. Se trata, hasta el día de hoy, de una política económica donde la independencia y la soberanía en la toma decisiones, es decir, básicamente desvincularse de la deuda externa, es un eje central, así como también lo es el empleo y el sostenimiento a ultranza de las paritarias, por encima de algún equilibrio financiero o de la inflación, cuestiones también importantes, pero subordinadas a la defensa del trabajo, el mercado interno y las políticas sociales.

–¿Y cuáles no ve reflejadas?

–Aún no ha cambiado la fuerte extranjerización y concentración de la economía, y no hay una definición sobre estas inversiones extranjeras ni sobre límites a la utilización de insumos fabricados afuera. Los subsidios, en absoluto me causan escozor, pero sí la eficacia de su aplicación. Tampoco se ha modificado la política tributaria y eso implica seguir manteniendo grandes inequidades.

–¿Por qué cree que el Gobierno no avanzó en estos aspectos?

–Hay cuestiones que tienen que ver con las correlaciones de fuerza, por eso se ve que el Gobierno ha librado batallas con algunos sectores, pero no con otros, y en cuanto a la extranjerización seguimos igual, aunque tampoco se ha contado con una burguesía dispuesta a arriesgar para profundizar la sustitución de importaciones. En diferentes cuestiones, el Gobierno no dio o no pudo dar todas las peleas, aunque es claro que una cosa es analizar y otra es gobernar, hay limitantes que uno no conoce. Por ejemplo, es inconcebible que Argentina no haya incentivado la apertura de bancos regionales, pero si se analiza, se ve que Brasil tiene el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (Bndes) y no está interesado en compartir su manejo, por lo que poco puede hacer el Gobierno.

–¿Esas materias pendientes no le han restado, entonces, su apoyo al Gobierno?

–En absoluto, porque sé bien lo que hay del otro lado y me hiela la sangre.

–¿Eso incluye a la autodenominada centroizquierda?

–En este momento, la mayor parte de la izquierda es claramente funcional a la derecha, porque privilegia la oposición a este gobierno por sobre cualquier cosa, sin siquiera detenerse a analizar cuáles son las opciones reales de país.

–Los acuerdos del año pasado con las empresas litigantes en el Ciadi y la búsqueda actual de entendimiento con el Club de París o la devaluación y la suba de interés, llevaron a la oposición a hablar de un giro ortodoxo. ¿Cuál es su visión?

–No hay ningún giro ortodoxo, hay sí una necesidad obvia de atender compromisos este año, y las reservas del Banco Central no pueden quedar debilitadas por atenderlos, porque eso pone en riesgo la estabilidad económica. Por eso hay acuerdos con el Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco Mundial, y se busca expandir el crédito privado, pero siguen habiendo limitaciones, se demostró que con el FMI no se va a volver al pasado y la devaluación fue limitada. Hay que entender que Argentina no es la dueña del mundo y requiere ciertos acuerdos con el mercado. Creo igual que la devaluación fue manejada torpemente, pero en su momento no había otra alternativa. El giro ortodoxo hubiera sido volver sin reparos al mercado financiero y sacar programas sociales y de regulación pública, como “Precios Cuidados”.

–Hizo referencia oportunamente a una lucha entre dos modelos. ¿Cómo describe el modelo alternativo al actual?

–Es un modelo de ajuste, de dependencia de los mercados, de subordinación a la división internacional del trabajo en donde nos quieren sólo como agroexportadores y tomadores de créditos, sin industrias y con un porcentaje elevado de la sociedad sin empleo. La única industria en ese modelo es la vinculada al agro, las famosas Manufactura de Origen Agropecuario (MOA) y eso deja a un montón de desocupados y al país en una completa dependencia de la producción primaria, ya que si bajan los precios internacionales de los productos primarios la Argentina queda profundamente vulnerable. Por supuesto que en absoluto se puede prescindir de la producción primaria, porque hay allí grandes potencialidades, pero el país debe tener como uno de sus ejes centrales al desarrollo industrial y el mercado interno.

–¿Cuán lejos estamos de ese desarrollo industrial?

–El mayor problema tiene que ver con no haber logrado un desarrollo científico y tecnológico local, que se pueda aplicar a una industria y a un mercado diferenciado. Es imposible competir con los salarios bajos de China, por lo que una industrialización en nichos especializados, con buenos salarios y en economía de escala, es el camino que se debe tomar, y que hasta el momento es sólo incipiente. Pero para eso se necesita un empresariado nacional en condiciones de incorporar tecnología, asociarse con otras empresas de la región, y combinar producción con demanda, para lo cual es muy importante el vínculo con la región. También es fundamental, de parte del Estado, garantizar el acceso a la educación pública y a estudios superiores, porque esos egresados pueden ser los emprendedores del futuro, abiertos al mundo, innovadores. Para esto último es imprescindible un Estado que permita una independencia de investigación y tecnología. Así, se podría, por ejemplo, llegar a crear sustitutos del glifosato, que está causando estragos en los campos de nuestro país, desarrollando otros productos adaptados a las necesidades locales y no tan dañinos para el medio ambiente.

–¿Cómo ve el rol del Estado en este apoyo a los emprendedores y a la educación?

–En relación con lo industrial, estos diez años no fueron en vano, de ningún modo. Hubo planes de estímulo a la industria, pero todavía sigue sin haber un rumbo productivo integrado y definido por el Estado. En cuanto a la educación, no es poca cosa el haber quintuplicado el presupuesto educativo y pasar a tener de 200 a 4.500 investigadores del Conicet, pero falta el debate de fondo, definir algunos aspectos fundamentales como cuál es el objetivo de formación de la educación media o cómo formar investigadores que en lugar de continuar el trabajo de los grandes centros mundiales, trabajen con una mirada nacional. También el Estado debe hacerse cargo de los chicos desde su nacimiento, pero estas cosas cambian en veinte años.

–Por último, ¿qué riesgos enfrenta el actual ciclo económico?

–Existe la posibilidad de un estancamiento en la producción industrial, ya que no ha cambiado sustantivamente la oferta y se complica abarcar nuevos mercados, por lo que desde hace cuatro años que no se crece en exportaciones industriales. La actual demanda interna es muy útil, pero tiene sus limitaciones, con lo que es necesario diversificar la oferta para apuntar al exterior, como forma de hacer crecer la producción industrial. Y eso está vinculado a la distribución del ingreso, ya que como señalaba Jorge Schvarzer, el industrial ya tiene lo que tiene, pero es posible redistribuir diferente lo que va a producir en el futuro. Pero es cierto que esto depende tanto del Estado como del sector privado, y es un problema, porque entre el empresariado nacional generalmente no hay vocación de asumir riesgos. Yo estuve hace poco en Israel, y hablando con expertos en la materia, ponían mucho énfasis en el carácter de sus empresarios, que constantemente buscan la forma de innovar, asumiendo riesgos, aunque ayudados también por un Estado que supo orientarse a nichos especializados, como la alta tecnología, y brindarles apoyos para sus desarrollos.

Cuestión de peso
El rol de los sectores concentrados


Para Gak, resulta imposible analizar la política económica de un gobierno sin tener en cuenta los limitantes que enfrenta, fundamentalmente debido a lo que denomina como “sectores concentrados de la economía”. Según señala, “estos sectores son claves y se puede ver en el manejo de los precios internos, en lo que cuesta que acepten que una pequeña parte de su producción tenga algunas regulaciones de precios, efectuando aumentos que estuvieron por encima de cualquier variable que puedan justificarlos. También la especulación de las cerealeras, con su retición a exportar si no es con el dólar que ellos quieren, el tema mismo de la presión sobre el dólar o la fuga de divisas.

–¿Estas acciones corresponden mayormente a especulaciones económicas o a acciones de desestabilización política?

–Es una combinación, la desestabilización también está presente porque este gobierno es un riesgo para estos sectores concentrados. En otros tiempos, los gobiernos sabían lo que tenían que hacer, porque estaban subordinados a estos grupos de poder económico; pero al actual, no se le puede ordenar que haga las cosas que ellos quieren. También está este proceso de juzgar a los responsables civiles de la violación a los derechos humanos durante la dictadura, lo que les genera inquietudes y resistencias.


Miradas al Sur - 11 de mayo de 2014

lunes, 5 de mayo de 2014

Viento de frente en Sudamérica


ECONOMIA › LA CEPAL PRONOSTICO UN AñO DIFICIL PARA LOS PAISES DEL CONO SUR

El organismo de Naciones Unidas redujo la semana pasada la previsión de crecimiento de América latina y el Caribe de 3,2 a 2,7 por ciento. El menor dinamismo de la región se observa fundamentalmente en Venezuela, Argentina y Brasil.


La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) redujo la semana pasada de 3,2 a 2,7 por ciento la perspectiva de crecimiento regional para este año. Si bien la cifra todavía representa una leve suba respecto del 2,5 por ciento con que cerró 2013, no logra revertir una tendencia complicada, fundamentalmente para los países de América del Sur. En el informe se remarca que Brasil no crecerá un 2,6 por ciento, como se había pronosticado en diciembre, sino un 2,3 por ciento, mientras que la previsión de la Argentina se redujo de 2,6 a 1 por ciento y la de Venezuela de 1 a -0,5 por ciento. Más allá de las razones puntuales de cada país, se advierte que “las economías de América del Sur más especializadas en la producción y exportación de recursos naturales se verán afectadas negativamente por el menor crecimiento de China, dada la menor demanda de estos productos por parte de ese país”.
El organismo regional dependiente de las Naciones Unidas sostiene que en lo que va del año los índices de actividad de países desarrollados, como Estados Unidos, Reino Unido, Corea del Sur, Alemania y varios otros de la zona del euro, mostraron signos de una moderada aceleración del crecimiento y, en otros casos, del fin de la recesión. “Los ritmos de expansión observados indican que el crecimiento económico de los países desarrollados en su conjunto se situará en 2014 en un 2,2 por ciento, lo que representa un avance en comparación con el 0,3 por ciento observado en promedio entre 2007 y 2010”, resalta el informe.
Como el factor dominante de la aceleración del crecimiento mundial este año estará basado en el aumento de la actividad de los países desarrollados, cuyo crecimiento es menos intensivo en bienes primarios, la Cepal proyecta una nueva caída moderada de los precios de estos bienes. A su vez destaca que ese escenario se vería potenciado por la progresiva reorientación de la estructura productiva de la economía china hacia una mayor provisión de servicios, y también por una reorientación de su gasto hacia el fortalecimiento del consumo en detrimento de la inversión.
Los moderados descensos de los precios, fundamentalmente de los productos alimenticios y mineros, se traducirán en términos de intercambio menos favorables y para la región en su conjunto se prevé un nuevo deterioro, esta vez de alrededor del 1 por ciento. “El deterioro afectaría, sobre todo, a los países sudamericanos; en cambio, para los países centroamericanos y caribeños, que son importadores netos de alimentos, se espera una leve mejora de los términos de intercambio”, destaca el texto.
Otra luz amarilla para la región está dada por la política monetaria de Estados Unidos. El Banco Central de ese país ya redujo el ritmo de compra de activos financieros en tres ocasiones, y se estima que la tendencia de moderación de la política de estímulo continuará durante este año y al menos hasta el primer trimestre de 2015. Debido a ello se espera una menor disponibilidad de recursos financieros para América latina. “Las consecuencias de ese escenario de menor disponibilidad de recursos dependerán de un conjunto de circunstancias propias de cada país, incluidas la vulnerabilidad externa, la tradición previa como deudor y la calidad de las políticas macroeconómicas en curso”, remarca la Cepal.
Una alternativa ante la salida creciente de los flujos financieros volátiles es la Inversión Extranjera Directa, que en varios países ha venido sirviendo para financiar el déficit de la cuenta corriente. En 2013, la IED aumentó 19 por ciento en la región. Según la Cepal, esto se explica porque, si bien las economías latinoamericanas exhibieron cierto grado de desaceleración, continuaron expandiéndose más rápido que los países desarrollados. No obstante, el informe señala que esta expansión no fue generalizada sino que se concentró sobre todo en México. “Si no se considera este país, el flujo de la inversión extranjera neta regional presenta una leve disminución respecto de 2012”, remarca el organismo internacional.
Ante una escasez de financiamiento externo, las reservas internacionales son las encargadas de proveer la liquidez que se requiere para mantener el ritmo de importaciones y de compromisos externos. Sin embargo, la situación de la región también ha venido empeorando en este aspecto. Como proporción del PIB, las reservas internacionales de América latina y el Caribe registraron una disminución de 0,4 punto en 2013 respecto de los valores de 2012, un comportamiento que dista mucho del observado en los años previos cuando las reservas de la región se incrementaron de manera sostenida. En el caso de la Argentina, por ejemplo, el año pasado cayeron casi un 30 por ciento y representan cerca del 40 por ciento de las importaciones anuales del país.
Por último, el informe destaca que el escaso crecimiento económico proyectado para la región impactará en la generación de empleo y el bajo dinamismo de la demanda laboral atenuará los incrementos de los salarios nominales. Esta situación, sumada a cierto aumento de la inflación, derivará en un crecimiento menor de los salarios reales en la mayoría de los países, pudiendo haber incluso una caída del salario real, donde la inflación es más alta que el promedio.

Fuente: Pagina 12, 5 de mayo de 2014