lunes, 15 de diciembre de 2014

El modelo de las fábricas recuperadas crece en Europa

Por Manuel Alfieri
Sólo en la Madre Patria el año pasado 75 empresas pasaron a manos de sus propios trabajadores. El modelo de autogestión como forma de defensa de los puestos de trabajo.
Hace cerca de 20 años fue en Argentina. El menemismo llevó a que miles de trabajadores buscaran nuevas salidas para hacer frente al neoliberalismo. Tuvieron que improvisar con creatividad para gambetear los años de flexibilización laboral y ajuste permanente. Luego vino el estallido de 2001: un país en llamas, sumergido en niveles inéditos de miseria y desempleo. Otro golpe. Otra vez hubo que reorganizarse. Repensar el presente y el futuro. Arremangarse la camisa o acomodarse el casco para afrontar una nueva etapa. Y así, de todo ese proceso, surgió de estas tierras un nuevo concepto: el de "fábricas recuperadas". Dos palabras que, lentamente, se expandirían hacia otros rincones del mundo ante situaciones similares, publicó Tiempo Argentino.
La experiencia argentina, donde actualmente hay más de 300 empresas recuperadas, se propagó primero por Latinoamérica. Poco después se convirtió en fuente de inspiración para Europa, donde por estos días la recuperación de empresas aparece cada vez más como una respuesta a las consecuencias del ajuste. Así lo indica la Confederación Europea de Cooperativas de Trabajo (CECOP), cuyos últimos informes señalan el crecimiento del fenómeno.El año pasado, más de 150 empresas que estaban por desaparecer fueron recuperadas por sus trabajadores en el Viejo Continente y volvieron a funcionar gracias a la autogestión.
"La importancia de las cooperativas fue olvidada hasta la crisis", afirmó el comisario europeo de Empleo, Asuntos Sociales e Inclusión, Laszlo Andor, cuando participó en enero de este año del encuentro en Marsella que reunió a representantes de fábricas recuperadas de Europa y Latinoamérica. El hombre destacó el papel que puede jugar el modelo de recuperación de fábricas a la hora de la inserción social, en un momento "en el que el desempleo exige explorar todas las vías para crear trabajo".
Según los datos de CECOP, de las 150 empresas recuperadas el año pasado en Europa, la mitad son de España. Una de ellas es Profinox, una fábrica de aceros inoxidables de Murcia que cerró sus puertas en 2012. Los trabajadores quedaron en la calle, pero recibieron como indemnización las maquinarias de la empresa. Con ese capital en las manos, formaron una cooperativa y reflotaron el negocio. Ahora ya no habría un jefe y varios empleados con inmensas diferencias salariales, sino que todos cobrarían lo mismo.
Otro caso emblemático es el del diario Público, que al momento de su cierre, en febrero de 2012, era un periódico impreso, de tirada nacional. Cuando dejó de editarse, el 90% de sus trabajadores quedaron sin trabajo. Fueron ellos mismos quienes armaron la cooperativaMás Público y pusieron en funcionamiento el diario de manera digital.
Proyectos similares, aunque con sus matices, se repiten en muchas regiones del país ibérico. Ycada vez generan mayores beneficios. Durante el primer semestre de 2012, por ejemplo, las empresas recuperadas españolas crearon un 200% más de empleo que en el mismo período de 2011. Fueron unos 8000 puestos de trabajo en un país en el que el desempleo afecta a más de 6 millones de personas, el 26% de la población económicamente activa.
El beneficio no es sólo económico, sino también humano. "La persona se ubica en el centro. El capital es subordinado al trabajo, cuando en el resto de las empresas el capital es lo más importante", explicó el presidente de la Confederación Española de Cooperativas de Trabajo Asociado (COCETA), Juan Antonio Pedreño, quien además recordó que en ese esquema "una persona es un voto, independientemente del capital que tenga dentro de la empresa".
Italia es otro de los países en el que el movimiento de recuperadas crece al calor de la crisis. De la resistencia contra el neoliberalismo vernáculo surgió una empresa autogestionada que, hasta el momento de su quiebra en 2011, era un taller de reparación de trenes dirigido por su propietario. Un año después de que fundiera, los últimos 33 obreros despedidos decidieron tomar la fábrica. Consiguieron gran apoyo barrial y estudiantil. Y lograron poner en marcha el proyecto Officine Zero. "Cero explotación, cero patrones y cero contaminación", es su lema.
Francia cuenta con Fralib, una fábrica de té cerrada en 2010 bajo el nombre Elephant.Pertenecía a la multinacional Unilever, que decidió bajar las persianas en tierra gala para trasladar la producción a Polonia, donde la mano de obra es más barata. Unos 180 trabajadores quedaron en la calle, pero rápidamente ocuparon la fábrica.
El 26 de mayo pasado, tras más de 1336 días de protestas, los empleados de Fralib obtuvieron una victoria histórica en la batalla legal contra Unilever y reflotaron la producción. Además, consiguieron que la multinacional los indemnice con 20 millones de euros por los daños causados. Ahora no sólo trabajan sin patrón, sino que remplazaron las sustancias químicas por productos naturales y orgánicos provenientes de cooperativas de productores locales.
Experiencias similares se expanden hacia otros países como Grecia, donde la crisis pegó mucho más fuerte que en otros pagos. En la ciudad industrial de Salónica, los trabajadores de la fábrica Vio.Me fueron despedidos en 2011 cuando la fábrica cerró. Desesperados por la delicada situación en la que se encontraban, decidieron tomar las instalaciones y controlar la producción con sus propias manos.
A partir de entonces comenzaron a relacionarse con otras experiencias similares de todo el mundo. Dieron su fraternal solidaridad al Hotel Bauen, de Buenos Aires, recuperado por sus trabajadores y en situación de riesgo constante por una orden de desalojo que continúa vigente. Además, asumieron el trabajo con sus propias reglas. Piensan la producción en términos de necesidades de la comunidad y se manejan cotidianamente en base a prácticas de democracia directa.
"Cada día nos encontramos en la fábrica y decidimos en asamblea durante la primera hora de trabajo las actividades del día", cuenta Dimitris, un trabajador de Vio.Me, que agrega: "Una vez al mes tenemos la asamblea general de todos los integrantes de la cooperativa, en la que tratamos todos los temas de gestión, producción y las cuestiones políticas en conjunto”. Entran a trabajar a las 7 de la mañana y salen a las 3 de la tarde. "Estábamos acostumbrados a trabajar para otros. Ahora lo hacemos para nosotros", resalta Alexandros, otro trabajador de Vio.Me.
Como él, cada vez más trabajadores ven en la autogestión una forma de enfrentar las penurias generadas por el capitalismo más salvaje. Y por eso están conformando una red de relaciones que tiene consecuencias impredecibles. Quizás, como dice el antropólogo argentino y estudioso de este fenómeno Andrés Ruggeri, "la estrategia de recuperación de empresas llegó para quedarse, como una más –y cada vez más importante– de las herramientas de lucha de los trabajadores para defender sus intereses inmediatos y, por qué no, para avanzar en la conformación de una economía alternativa a la capitalista, con lógicas de crecimiento que no privilegian la acumulación sino el trabajo, que al fin y al cabo es lo único que poseen los trabajadores y, al mismo tiempo, su principal y enorme fortaleza".


 El emblemático caso del Bauen
 El caso del Bauen es emblemático. El histórico hotel argentino fue construido en 1978 con un crédito de la dictadura militar que jamás fue pagado por la familia propietaria, los Iurcovich. En el año 2001, la empresa quebró y dos años, después, en 2003 fue recuperada por sus trabajadores, que pasaron a administrar el edificio en clave cooperativa.
Sin embargo, los Iurcovich continúan reclamando el inmueble como propio. Algo que fue legitimado por la justicia en reiteradas ocasiones, inclusive con órdenes de desalojo incluidas, a pesar de que las deudas acumuladas por los ex propietarios alcanzan los 85 millones de pesos.
Pero producto de la incansable lucha de los trabajadores, el Ministerio de Economía (organismo donde se encuentran radicadas esas deudas) se presentó por primera vez en el juzgado comercial donde se tramita el litigio por el inmueble, con la intención de recuperar aquellos créditos impagos. El interés por parte de Economía fue acompañado por la presentación de un proyecto de ley de expropiación en el Congreso Nacional, de la mano del diputado Andrés Larroque. “De esa manera, parece cobrar forma la solución política que tanto reclamaron los trabajadores del Bauen durante estos 11 años de lucha”, aseguró Federico Tonarelli, vicepresidente de la cooperativa.

 Industria nacional
 En Argentina hay 311 empresas recuperadas, según el último relevamiento del programa Facultad Abierta de la UBA, que con el antropólogo Andrés Ruggeri a la cabeza investiga el fenómeno desde hace más de diez años. Los datos que registra el Ministerio de Trabajo de la Nación, que les da apoyo y fomento, indican que estas fábricas dan trabajo a 13.462 personas.
Entre 2010 y la actualidad, en el país hubo 63 nuevas empresas recuperadas. Ocupan casi todo el territorio nacional, ya que están en 21 de los 24 distritos del país.
El fenómeno nació a fines de los años '90, a calor de las privatizaciones y la flexibilización laboral, y creció después de la crisis desatada durante el gobierno de la Alianza.
El 20 de diciembre de 2001, el entonces presidente Fernando de la Rúa abandonó la Casa Rosada en helicóptero. A partir de allí se iniciaría un nuevo período de recuperación de fábricas abandonadas por sus dueños. Es el caso de Viniplast, una empresa recuperada en 2002 y dedicada a la producción de telas plásticas. Se destacan también los casos del histórico Hotel Bauen y de la imprenta Chilavert.

Cumbres de autogestionados

Durante los últimos dos años, Europa fue uno de los escenarios en los que el movimiento internacional de fábricas recuperadas se reunió para debatir perspectivas y desafíos, así como también tender puentes políticos y de solidaridad. El primer encuentro se produjo en noviembre del año pasado en Roma. Pocos meses después, en febrero de este año, los obreros, activistas, militantes e investigadores de Europa y América Latina se reunieron en Marsella. Lo hicieron en la emblemática fábrica Fralib, donde discutieron estrategias para fortalecer la autogestión.
Bajo el nombre de "Encuentro regional euro-mediterráneo de Economía de los Trabajadores", se generó un espacio de debate, investigación e intercambio impulsado por el programa Facultad Abierta de la UBA. El próximo encuentro será en Venezuela, en julio de 2015. 
Fuente: Infonews, 13 de diciembre de 2014.

domingo, 2 de noviembre de 2014

Cuevas cambiarias en medio de la Pampa Húmeda


ECONOMIA › EL ROL DE LAS ACOPIADORAS DE CEREALES EN LA RETENCION DE GRANOS Y SU RELACION CON LOS AGROEXPORTADORES
El debate sobre la responsabilidad y la legitimidad de la retención de granos que afecta el ingreso de divisas al país sigue latente, a pesar del acuerdo con las cerealeras para el ingreso anticipado de 5700 millones de dólares en este trimestre.

 Por Raúl Dellatorre
El acuerdo alcanzado entre las cámaras de exportadores de cereales y el Gobierno, en base al compromiso de liquidar exportaciones por 5700 millones de dólares durante este cuarto trimestre, despejó transitoriamente el riesgo de acogotamiento del país por escasez de divisas. A la vez, supuso una postergación del debate acerca de la conveniencia o factibilidad de crear una agencia nacional de comercialización de granos que recupere en parte las funciones de regulación y de actor testigo que tenía, durante su existencia, la Junta Nacional de Granos. Por debajo de estas decisiones, sin embargo, sigue latente una discusión de fondo sobre las responsabilidades y legitimidad en las operaciones de retención de granos con destino a la exportación, y qué debería hacer el Estado para prevenirlos. Algunas expresiones del sector exportador han insistido en que no son las cerealeras que procesan y venden al exterior las que están en condiciones de retener el producto, ni se beneficiarían con ello. Señalan, en cambio, que es el productor quien “decide” el momento en que pone el grano en disponibilidad del agroexportador, siendo en consecuencia este último un sujeto pasivo en aquella maniobra. Varios testimonios de especialistas ligados estrechamente a la producción –en rol profesional o como dirigentes– dan cuenta, aunque con pedido de reserva de la fuente, de que la clave del negocio debe buscarse en los acopiadores, dado el vínculo comercial con el que condicionan al productor, y dada la relación social que mantienen con las grandes exportadoras, aunque formalmente se presenten como unidades independientes. “Esas son las cuevas donde se define, a través de la retención de granos, la tendencia o las presiones sobre el mercado cambiario”, sostuvo concluyente una de las voces consultadas.
Tanto los profesionales no ligados a las grandes empresas agrícolas como los dirigentes sectoriales más cercanos a los pequeños productores e incluso algunos transportistas del rubro, coinciden en señalar que el peso creciente de las acopiadoras en zonas rurales “cambió el panorama” de la comercialización de granos en los últimos años. “Salvo que el productor esté asociado a una cooperativa, no tiene opción a vender que no sea a través del acopiador de la zona. Usualmente, la venta se hace con precio a fijar en 90 días, es decir, el productor entrega el grano físico al acopiador que lo ensila o lo mete en celdas (galpones cerrados), y el productor puede decidir, según la cotización vigente, el día que resuelve realizar la venta. Si llega el día 91 y no vendió, empieza a pagar el costo de almacenaje, pero el grano ya no le pertenece: se lo asegura el acopiador.”
Sobre este tipo de operaciones debería llevarse un registro, a través de un documento denominado “formulario de depósito de granos”, que es el que le permite al productor hacer valer sus derechos para el posterior cobro. La emisión de estos documentos fue concesionada a favor de la Federación Agraria Argentina y la Federación de Acopiadores de Cereales, por lo cual el Estado debería tener un seguimiento estricto del stock físico de granos “con precio a fijar” a través de las entidades que presiden, respectivamente, Eduardo Buzzi y Fernando Rivara. Este último hermano del ex diputado y ex secretario de Asuntos Agrarios bonaerense, Raúl Rivara, muy cercano, entonces y ahora, a Felipe Solá.
Al hacer la consulta sobre la vinculación entre las firmas acopiadoras y las principales firmas exportadoras, la referencia es unánime: la cadena de comercialización muestra cada vez mayor integración vertical. “No son eslabones separados. En general, en toda la Pampa Húmeda, son firmas vinculadas a las grandes exportadoras o a una industria procesadora. Trabajan o compran para ellos. Las exportadoras más grandes pueden tener 60 o 70 acopiadoras en el interior, en zona rural, fuera de las zonas de puerto donde se da otra etapa del acopio. Una vez que reciben el grano, aunque el productor demore 90 días en fijar el precio, ya tienen asegurado el producto, ya es en la práctica de ellos. Esto no quiere decir que no exista retención de granos del productor en su propio campo en silobolsa, sin costo de infraestuctura, pero eso lo puede hacer sólo quien tenga suficiente espalda para no vender y esperar. El agricultor real, el que vive en el campo donde produce, va a vender, apenas la levanta, la mitad de la producción, y podrá entregar la otra mitad al acopiador con condición ‘a fijar precio’, pero no puede especular más allá de eso.”
El otro dato que marca un cambio de época en el negocio agrícola es la extensión de las operaciones de las firmas acopiadoras, hacia la comercialización de la semilla y los agroquímicos (en general, “en paquete”) e, incluso, directamente en la producción mediante el alquiler de los campos y el trabajo de “contratistas” con maquinaria propia que hacen la tarea de siembra y cosecha. Dependiendo de a quién se considere el dueño o controlante de la firma acopiadora, se abre la discusión sobre si los exportadores o las industrias procesadoras tienen o no producción propia. Una condición que las exportadoras, cuando se las consulta, niegan poseer.

Fuente: Página 12, 2 de noviembre de 2014

jueves, 21 de agosto de 2014

Campo adentro


Por Leonardo Rossi

Un árido camino prepara el encuentro. Kilómetros de paisaje dominado por la soja y el maíz sembrados a gran escala agotan la vista. De golpe, manchones de monte irrumpen en la escenografía. Los árboles, añosos, se muestran dignos ante la avanzada de la agricultura moderna. Una tranquera da la bienvenida. A unos 100 metros, un rancho. Adentro, una mujer, campesina, símbolo de la resistencia a los desalojos rurales: Ramona Orellano de Bustamante, de 88 años.

«He vivido toda mi vida, desde que he nacido, en este campo», se presenta. A diez años de haber evitado dos desalojos que ganaron la atención de medios nacionales e internacionales, vuelve a ser demandada por empresarios del agro que pretenden su tierra. No baja los brazos: «¡De acá no me voy a ir!». El paraje Las Maravillas se ubica en el noreste cordobés, a 20 kilómetros de la localidad de Sebastián Elcano (Departamento Río Seco).
Para leer el artículo completo así clik acá:
http://www.iade.org.ar/uploads/c87bbfe5-1241-ea2d.pdf
Fuente: Revista Realidad Económica, agosto de 2014

martes, 15 de julio de 2014

Sólo con políticas activas



Por Alfredo T. García


La economía argentina mantiene la tendencia al amesetamiento iniciada a mediados de 2013 con sectores que están aumentando su producción y otros que evidencian retrocesos. La industria muestra una tendencia declinante, pero resulta muy difícil evaluarla como un todo, ya que cada sector manufacturero tiene sus propias características. Los aumentos salariales otorgados a partir de la firma de las paritarias, sumados a una morigeración de los aumentos de precios, tenderá a generar una mejora en el consumo, que se vio afectado en los últimos trimestres. La economía está funcionando con capacidad instalada ociosa, fruto de estos años de importante inversión, por lo cual debería responder a los estímulos de la demanda sin impactar en los precios.

Las medidas de fomento implementadas, como el Pro.Cre.Ar o el reciente Pro.Cre.Auto, resultan dinamizadoras y tienden a generar impactos positivos en los sectores involucrados. Sólo manteniendo el poder de compra popular la economía podrá seguir avanzando.

No obstante, el crecimiento productivo tiende a generar una mayor demanda de importaciones, y aquí aparece la cuestión de la restricción externa, dado que aún se mantiene la estructura productiva desequilibrada, según la definió Marcelo Diamand; ésta obliga a coordinar las políticas monetaria, cambiaria y productivas.

En este entorno, el caudal de exportaciones es definitorio. Para fomentarlo resulta deseable mantener el tipo de cambio real multilateral en los niveles a los que llegó en enero de este año, al igual que se requieren políticas productivas de fomento a las exportaciones. No obstante, dada la suspensión para el atesoramiento de divisas, salvo el margen permitido mensualmente por la AFIP, y la devoción argentina por el ahorro en dólares o en algún sucedáneo, como el estoqueo de productos exportables, el estímulo para liquidar divisas se encuentra vinculado, aunque no únicamente, a una tasa de interés por depósitos a plazo fijo no muy alejada de las tasas de inflación. Y allí se produce un maridaje entre las tres políticas mencionadas.

Para compensar las altas tasas del momento, el BCRA está utilizando las nuevas capacidades y objetivos de la Carta Orgánica de 2012 para orientar el crédito a través de la línea para la inversión productiva, la regulación de las comisiones bancarias y de las tasas de interés a los préstamos a las personas, herramientas que tienen una alta potencialidad para darle un sesgo positivo a la actividad económica, y resulta deseable que se continúen generando nuevas políticas activas desde la autoridad monetaria.

Es necesario pensar en distintas regulaciones, novedosas, que garanticen los saldos exportables necesarios, evitando un excesivo incremento en los stocks de bienes exportables, junto con políticas de incentivación y mejora de la producción, y la determinación de márgenes “razonables” en las distintas etapas de las principales actividades productivas. Estas son medidas factibles, aunque no son de fácil implementación, luego del desarme del Estado activo que se verificó durante los neoliberales noventa. No significa reponer los organismos regulatorios que fueron cerrados, sino crear otras instituciones o reglamentos adecuados al momento actual, incorporando el concepto de democracia participativa, tanto en la definición de los instrumentos y organismos, como en su administración, con la necesaria participación estatal, compartida con los productores y consumidores. Este concepto de participación democrática está siendo positivamente utilizado en la implementación del programa de Precios Cuidados, y sería deseable una mayor profundización. De la misma forma, el diseño de una política industrial sustitutiva de importaciones debe gestarse desde el trabajo profundo entre el Estado y los distintos sectores involucrados.

Una reforma fiscal con un profundo sesgo progresivo y que fomente la actividad de las pymes es una condición indispensable para seguir avanzando, como también lo es la necesidad de derogar la ley de entidades financieras de la dictadura, por una ley pensada para los usuarios de servicios financieros. No son cuestiones de fácil resolución, pero es la alternativa a otra solución presentada como mucho más simple y eficiente, la libertad de los mercados, cuyos atroces resultados ya conocemos.

Página/12 - 7 de julio de 2014-  Realidad Económica.

miércoles, 4 de junio de 2014

El dilema de la restricción externa


Por Martín Schorr y Andrés Wainer



Los problemas en el sector externo han condicionado el desarrollo de la economía argentina desde el comienzo del modelo de sustitución de importaciones. Si bien en la última dictadura militar y la década del ’90 el endeudamiento externo permitió postergar el estrangulamiento en el balance de pagos, la amortización de la deuda, los intereses pagados y la fuga de divisas terminaron agravando el problema.

A partir de 2002 se dio una mejora en el sector externo asociada a una inicial contracción de las importaciones a raíz del desenlace de la crisis de la convertibilidad (recesión y devaluación), la reversión de los términos de intercambio y la disminución del grado de endeudamiento tras el default y la posterior renegociación de la deuda externa. Esta situación de holgura se extendió varios años y abonó la idea de que los cuellos de botella en el sector externo se habían superado. Pero la incesante disminución de las reservas internacionales que ha venido sufriendo la economía local y la devaluación reciente han puesto nuevamente la cuestión en el centro de la escena.

Si bien en la actual coyuntura existen problemas de iliquidez que terminaron “forzando” medidas que hasta hace poco tiempo el Gobierno quiso evitar (devaluación, suba de la tasa de interés, recorte de subsidios), existen problemas de insolvencia que remiten a cuestiones estructurales que no fueron resueltas e impiden la consolidación de un sendero de desarrollo.

Superávit comercial

El déficit comercial predominante en la convertibilidad fue revertido a partir de 2002, dando lugar a un superávit holgado que viabilizó la política de desendeudamiento y una importante acumulación de reservas hasta 2010. La magnitud del superávit comercial fue decisiva para el resultado general de la cuenta corriente y, dada la importancia que adquirió la misma en la posconvertibilidad, para todo el balance de pagos. Es por ello que su disminución en los últimos años (en 2013 fue de apenas 1700 millones de dólares) derivó en una caída de las reservas, que entre 2011 y 2013 fue de más de 21.000 millones de dólares, según datos del BCRA.

El menor superávit comercial obedeció a un incremento de las importaciones superior a las exportaciones. La desaceleración en la evolución de las exportaciones encuentra varias causas: la parcial retracción y/o desaceleración de los precios de los principales commodities, una menor demanda externa por parte de algunos de los socios comerciales (especialmente Brasil), la menor competitividad derivada del incremento de los costos reales en dólares y la lenta expansión de la frontera agrícola en las actuales condiciones técnicas.

En cuanto a las importaciones, desde 2003 crecieron muy fuertemente por efecto de los legados del neoliberalismo en materia de estructura industrial, el escaso avance en la sustitución de importaciones, la “sustitución inversa” alentada por diferentes vías y el elevado componente importado de muchas de las ramas que lideraron el crecimiento. A esto habría que agregar las cuantiosas importaciones realizadas por la restricción energética.

La virtual desaparición del superávit comercial el año pasado derivó en un déficit pronunciado en cuenta corriente (13.300 millones de dólares), el cual no se compensó por la cuenta capital pese a la imposición de severos límites a la compra de divisas en 2012. Si bien estas medidas permitieron controlar la fuga de capitales y evitar un déficit mayor, tuvieron consecuencias “no deseadas”, como la aparición de un mercado de divisas paralelo y, con ello, mayores expectativas de devaluación que desincentivaron el ingreso de divisas por los canales oficiales. La contracción y desaparición del superávit de cuenta corriente y la inexistencia de un flujo de capitales compensatorio obligaron a sacrificar reservas para sostener la actividad económica.

Inestabilidad crónica

Por acciones y omisiones estatales en diversos frentes y el perfil de los sectores dominantes, en la posconvertibilidad no se revirtió el cuadro histórico de dependencia tecnológica de la industria argentina. Esto se expresa en el déficit comercial estructural de gran parte de las industrias (sobre todo las de mayor densidad tecnológica), con la salvedad de unas pocas vinculadas con las ventajas comparativas del país y controladas por un puñado de grandes firmas.

A la persistencia de una matriz productiva heterogénea y desequilibrada y la crisis energética se le suman dos elementos que también presionan sobre las cuentas externas: el nivel aún relevante de endeudamiento externo y el gran peso que adquirió el capital extranjero en las últimas dos décadas. Si bien la incidencia del primer elemento es menor que en etapas previas, el año próximo deben afrontarse vencimientos importantes. Pero el elemento que más contribuyó a agudizar las transferencias de rentas al exterior fue la creciente remisión de utilidades por parte de las filiales de transnacionales, así como los pagos de regalías, honorarios e intereses.

Si bien el ingreso de divisas por inversión extranjera directa (IED) puede contribuir a corto plazo a aliviar las tensiones en el sector externo, a mediano y largo plazo tiende a agravar los problemas en la medida en que las filiales remiten sus utilidades y realizan variadas transferencias al exterior. Marcelo Diamand sostenía que la IED era un “paliativo transitorio” en tanto las inversiones no fueran a sectores que produjeran y/o ahorraran divisas. Distintas investigaciones recientes muestran cómo la IED hacia América del Sur y Argentina no se orientó mayormente a rubros que permitan una importante sustitución de importaciones ni a promover las exportaciones no tradicionales, sino a actividades extractivas, relacionadas con la explotación de recursos naturales o bien orientadas a servicios o bienes de consumo para el mercado interno con baja integración nacional. A estos factores se les adicionan otros que en la coyuntura exacerban la remisión, como la necesidad de las transnacionales de remitir ganancias a sus casas matrices ante la crisis económica en sus países de origen.

No sólo el capital extranjero contribuye a la salida de divisas, sino que también los grupos económicos locales agravaron los problemas en el sector externo vía la fuga de capitales. Si bien la desconfianza en la moneda nacional y la opción por el ahorro en moneda extranjera es un fenómeno difundido en el mundo empresarial y en amplias capas de los sectores medios y altos, los propietarios de los grupos económicos asumieron un rol destacado en la formación de activos externos en la posconvertibilidad (como lo tuvieron en 1976-2001). La información al respecto es escasa y fragmentaria, pero puede afirmarse que los grandes empresarios locales explican una proporción considerable de la fuga de capitales que se dio entre 2008 y 2011. De los datos que constan en el libro Economía a contramano, de Alfredo Zaiat, surge que entre los principales compradores de divisas figuran varias grandes compañías (o sus directivos) que se expandieron fuertemente tras la “salida devaluatoria” de la convertibilidad.

¿Atrapados sin salida?

En la discusión actual sobre las dificultades en el frente externo han predominado visiones (no excluyentes) que apuntan a sortear los problemas de iliquidez. En cambio, se ha prestado poca atención a los problemas de insolvencia, tarea imprescindible si se busca superar de modo sustentable la restricción externa.

Volver a endeudarse en el exterior es una de las alternativas planteadas desde diversos ámbitos y pertenencias ideológicas, tanto ortodoxas como heterodoxas. Pero a menos que se destine a financiar obras que permitan un ahorro de divisas, el endeudamiento externo en países como la Argentina sólo puede funcionar como un alivio a corto plazo, ya que a largo plazo las divisas que egresan siempre terminan superando a las que ingresan.

En rigor se trata de un círculo vicioso: la deuda externa obliga al pago de intereses en moneda extranjera que, si no pueden ser cubiertos con un superávit en cuenta corriente, deben ser financiados con nueva deuda, que a su vez genera nuevos intereses, lo cual suele terminar en algún tipo de reestructuración de la deuda y/o un gran ajuste interno.

También se promueve la IED como forma de superar el estrangulamiento externo. Pero sin una clara direccionalidad de la misma hacia actividades sustitutivas y/o de fomento a exportaciones no tradicionales, los problemas del sector externo se terminan agravando por la recurrente remisión de utilidades y otras transferencias.

La adopción de políticas monetarias y fiscales contractivas también encuentra un límite estrecho. Un aumento de la tasa de interés puede quitar presión sobre el dólar de forma directa al otorgar una opción de ahorro en pesos y eventualmente atraer capitales especulativos del exterior. La suba de la tasa actúa de manera indirecta al enfriar la economía encareciendo el crédito a la producción y el consumo. Pero justamente esta última es su mayor debilidad, ya que los efectos contractivos, además de tener consecuencias negativas en términos distributivos, impiden la consolidación de un proceso de crecimiento a largo plazo. Así, no se trata de ninguna superación de la restricción externa sino justamente de su consumación. Una reducción del gasto público también tiene efectos sobre el sector externo por la vía recesiva, con el agravante de afectar la capacidad productiva del país a futuro por la desinversión en infraestructura.

La devaluación fue el instrumento más utilizado ante el estrangulamiento del balance de pagos durante el período sustitutivo y la principal medida que logró detener la sangría de reservas a comienzos de 2014. Esta medida implica una modificación de los precios relativos y una traslación de ingresos desde aquellos que tienen ingresos fijos, como los asalariados, hacia los productores de bienes transables, especialmente los exportadores. Además, la devaluación no conlleva automáticamente un incremento significativo de las exportaciones, aunque puede contribuir a incrementar los saldos exportables. Tampoco hay evidencias de que una modificación del tipo de cambio genere por sí misma una efectiva sustitución de importaciones. Es por ello que la devaluación tiende a restablecer el equilibrio externo no por la vía sustitutiva ni exportadora, sino por la retracción del nivel de actividad que surge a raíz de la caída del ingreso. Así, la devaluación puede modificar los precios relativos pero no resolver los déficit de competitividad de nuestra industria, y es poco factible que se pueda mantener un “dólar alto” a largo plazo con una estructura productiva y social como la argentina.

Las medidas mencionadas pueden servir para sortear problemas de iliquidez, pero no alcanzan para resolver los problemas de insolvencia que presenta la Argentina en su sector externo. La conjunción virtuosa que se dio en los primeros años de kirchnerismo entre crecimiento acelerado, elevada rentabilidad empresaria y mejora en el empleo e ingresos de los trabajadores fue posible fundamentalmente por las condiciones macroeconómicas y políticas que imperaron tras la crisis y salida de la convertibilidad, situación que se modificó en los últimos años.

Los intereses complementarios entre trabajadores y burguesía industrial terminan cuando la situación económica se recupera de tal manera que se acerca al pleno empleo de los recursos. Es allí cuando recrudece el tradicional conflicto entre capital y trabajo, dado que se agotan las condiciones que hicieron posible esa “situación de todos ganan” que impulsó tanto la rentabilidad empresaria como los ingresos de los trabajadores, dando paso a diversas modalidades de ajuste, con mayor o menor celeridad e intensidad.

El kirchnerismo ha tratado de evitar tales ajustes tomando algunas medidas heterodoxas como los controles a las importaciones y a la compra de divisas, pero las mismas sólo han logrado dilatar parcialmente el desenlace mientras se iban acumulando tensiones cada vez mayores.

En el presente, el gran dilema del Gobierno es que la política de ajuste atenta contra la forma de construcción política que adoptó, pero los tiempos económicos no parecen alcanzar como para dejar la tarea en manos de una futura administración.

La alternativa al ajuste es el cambio estructural, pero por los intereses en juego el mismo no provendrá de la mano de la actual burguesía nacional ni del capital extranjero, sino de aquellos actores interesados en otro tipo de reindustrialización.


Suplemento CASH de Página/12 - 11 de mayo de 2014

lunes, 26 de mayo de 2014

Las penas son de nosotras



MUJERES Y RESISTENCIAS

El 47 por ciento de la población rural está constituido por mujeres y su tarea resulta un pilar para la economía familiar y nacional, no sólo porque trabajan la tierra y salen a parar la olla cuando es necesario, sino porque crían y educan a la futura fuerza de trabajo. Toda esta carga de empleo está invisibilizada, no remunerada y comúnmente endulzada por el calificativo amoroso, ese que tapa la verdadera repartija de quehaceres entre géneros. 


En el campo se intensifica la inequidad y se naturaliza la violencia, pero también se resiste con legados culturales de alto valor popular: la cocina es uno de ellos y gracias a ella el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación publicó Recetario de comidas rurales, las cocineras y sus historias, donde junto a recetas legendarias, como el locro del NOA o el arrope de chañar, se pone nombre y apellido a las mujeres detrás de los delantales.


 Por Laura Rosso
Francisca Gutiérrez va rezando una “oracioncita”, como le dice. Está bañada en transpiración. Camina con miedo mientras mira los cerros. Son dos kilómetros por la huella y ella va “dele rezar”. Les tiene miedo a las tormentas. Se acuerda de ese olor hediondo que dejó la inundación en su casa de adobe. “Cuando volví estaba todo pegado en el ropero. Hediondo era el olor”, repite. Por esa sensación que le quedó en el cuerpo, por ese olor que recuerda, la oracioncita la acompaña cada vez que el cielo se viste de oscuro y las nubes amenazan mientras ella va a buscar a Chiquito, su burro, como hace todos los días. Francisca –o Pancha, como la conocen en el pueblo– vive sola en la localidad de La Ripiera, Marayes, Departamento de Caucete, en la provincia de San Juan. Es cocinera rural y campesina. Toda su vida cocinó y sembró la tierra. Aprendió a cocinar de muy chica. Lo cuenta así: “Vivíamos en unos campos muy lejos, en el límite entre San Juan y La Rioja. Mi mamá se ponía a hacer queso y nos enseñaba. Nos hacía lavar bien las manos con jabón, nos arremangaba las manguitas y le ayudábamos a hacer la cuajada. La echábamos en una bolsa de tela, muy gruesa, esas bolsas de harina que sabían venir antes. Echábamos la cuajada y apretábamos despacito hasta que se endurecía. Cuando se endurecía la sacábamos de la bolsa, la poníamos en la batea y la amasábamos. Hacíamos pancitos y después los comíamos. Ahí estábamos todas con la mami y ella nos enseñaba. Después, ir a la escuela, hacer los deberes y si algo estaba mal hecho venía el tirón de orejas. Llorábamos, pero después poníamos mucha atención”. Su marido murió hace cinco años y su hijo varón vive a setenta kilómetros de su casa. Le gusta hablar de su familia, de su nieta Tamara Belén, de siete años, con quien tiene una huerta. “Esa nena es muy guapa conmigo. Me quiere mucho pero vive lejos, con mi hija a ciento cuarenta kilómetros, y va a la escuela.” También habla de su padre, que era turco “y muy recto”, de quien no heredó los ojos azules que sí le tocaron a su hermano. Ama el campo, no le gusta el pueblo. Adora Buenos Aires, pero la Buenos Aires de antes, dice, esa que no le daba miedo. Francisca está en la ciudad y aquí, como allá, saluda con dos besos. Dice que uno solo es “poco cariño”. La excusa de la visita fue la presentación del Recetario de comidas rurales, las cocineras y sus historias. Un recetario elaborado por cocineras rurales, mujeres campesinas y productoras de la agricultura familiar. Cada una representa a su provincia con una receta, esas aprendidas en la casa, o en el patio y que se transmiten de generación en generación. Este trabajo de recuperación y recopilación de recetas de comidas fue realizado y editado por la Subsecretaría de Agricultura Familiar de la Nación, a cargo de Emilio Pérsico. Reúne tantos platos de comidas como historias familiares. Un recetario escrito por las voces de las propias cocineras que cuentan los platos característicos de las regiones del país: el locro del NOA, el curanto de la Patagonia, el vino de pomelo del NEA, o el charqui cuyano. De postre, mermelada del centro, y si hay casamiento, el pastel de novia tucumano. Todas ellas acumulan la fuerza y la experiencia en sus cuerpos aguerridos. Huelen a saber popular y sostienen la economía familiar. De sus manos se desprende el calor propio de las ollas que revuelven con cucharones improvisados mientras cocinan en el fuego. Son mujeres que aseguran el alimento familiar y transmiten secretos y saberes que les fueron revelados por generaciones anteriores. Las cocineras rurales como Francisca, Eva, Ana y Emilia (y tantas otras) cuidan y mantienen viva la cocina de su tierra.

Ellas, las alquimistas

Eva Leal es tucumana y conoce de memoria los ingredientes del locro. Asegura que hay que tenerlos todos preparados previamente y dispuestos en la mesa para ir tomando lo necesario en el momento adecuado. Trabaja en la huerta, atiende a los animales en el corral y mantiene el surco. Para Eva el trabajo de preparación del locro lleva meses. La mayoría de los ingredientes son producidos en sus huertas y corrales. Cuando carnea un chancho guarda una pata, mondongo, espinazo o cuero y va acopiando. También usa maíz molido, zapallo, batata, puchero de vaca, chorizo colorado y porotos. Para la locreada, son cuatro o cinco horas a fuego de leña, Eva agrega uno a uno los ingredientes y revuelve con un palo resistente.
El arrope es la golosina más antigua. Además se le atribuyen propiedades medicinales. “Es un postre que cura y sana”, revela Ana Manrique. Cada región tiene un arrope que la distingue. Puede hacerse con tunas, con maíz, con algarroba, con el fruto del chañar. Ana es de la zona de Jáchal, en San Juan, y recoge el chañar en el campo. Cuenta que el arrope se lo enseñaron a hacer sus abuelas, la materna y la paterna. Una se llamaba Amelia y la otra Romelia. “Después me casé y mi suegra lo hacía igual que yo, así que continuamos haciendo el arrope las dos. Hay que lavarlo y hacerlo hervir bien hasta que se disuelva, sin apretarlo porque si no se hace muy arenoso. Haciéndolo hervir sale un color clarito, bien limpio. Se gasta bastante leña para hacer el arrope porque no le tiene que faltar leña hasta que esté a punto; se nota porque se va poniendo espesito. En ese momento, hay que agregarle el azúcar para que no se queme y no quede con el sabor amargo.”
Pocha es Emilia Ramos, tuvo siete hijos y quedó viuda a los treinta y cinco años. Fue peladora de caña, cosechera de maíz, plantadora de batatas y cocinera, tarea que aún hoy continúa. Vive en Tucumán y tiene fama de buena repostera, siente un gran entusiasmo cuando le piden que haga el pastel de novia para fiestas de casamiento y festejos de quince. Es una combinación de sabores dulces y salados, mezcla de frutas secas y carne. Así cuenta cómo lo prepara: “Un día antes, se ponen en remojo las ciruelas secas y el pelón. Para el relleno se hacen hervir la carne cortada en trozos, los pelones y ciruelas, y el azúcar en el jugo de las frutas remojadas el día anterior. Se cocina hasta que se forma como un relleno de empanadas y se le agregan las pasas de uva. Para hacer la masa se mezcla la harina con la grasa de cerdo, azúcar, yemas de huevo, vainilla y clavo de olor. Una vez hecha la masa se unta la asadera con manteca, se estira la mitad de la masa, se le agrega el picadillo y se cubre con el resto de la masa. Se presiona con la mano para que el picadillo se entrevere con la masa. Se tapa, se lo deja reposar y se lo lleva al horno. Una vez horneada, se cubre la masa con merengue”.
La torta al rescoldo es la receta que Francisca aportó al recetario. Cuenta que casi siempre está con las manos llenas de harina (“porque me encanta amasar y estoy dele y dele con la masa”). Luego, hace una pausa y se acuerda: “Cuando yo era chiquita mi mamá hacía una torta y la ponía al rescoldo porque éramos diez hermanos nosotros, más mi mamá y mi papá, doce. El rescoldo es la ceniza todavía caliente que se abre al medio, se hace un pocito, se coloca la torta y se la tapa con toda la otra ceniza, entonces así se puede asar. Después de una hora, en lo posible, se limpia la masa con un repasador limpio, se la raspa con un cuchillo y se la come”. Ese amasijo se hace con harina, grasa, un chorrito de aceite y un poquito de bicarbonato “para que no salga demasiado dura y seca”. El rescoldo es esa “brasa menuda resguardada por la ceniza”. Ese ritual de enterrar la masa entre las cenizas para que se cocine representa el acto que hacen la mayoría de las mujeres cotidianamente: cocinar. Un acto que sin duda conlleva amor, pero que además de tener ese valor amoroso tiene un valor económico. De eso justamente habla María del Carmen Quiroga, responsable del Area de Inclusión y Equidad Rural, de la Subsecretaría de Agricultura Familiar. En charla con Las12, observa: “Las mujeres trabajan en la producción desde todos los tiempos, tienen una participación más que significativa en el producto bruto interno. El tema es que, si bien la participación de las mujeres en el trabajo productivo resulta evidente, ha sido históricamente desconocida a la hora de registrar, inventariar y censar las actividades productivas. Lo que hacen Francisca, sus compañeras y la mayoría de las mujeres cuando cocinan tiene un valor económico. Forma parte del producto bruto interno de nuestro país. Francisca produce materia prima, transforma materia prima, le da valor agregado a esa materia prima. Eso es lo que el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación trata de poner sobre la mesa: la participación en lo económico de las mujeres, en este caso de las mujeres rurales, y sobre todo de ellas”.

¿Hay datos formales y específicos sobre el trabajo de las mujeres en el campo?

–Hay un subregistro de las tareas y de las personas que las llevan a cabo. Sabemos que el cuarenta y siete por ciento de la población rural son mujeres. Pero no sabemos qué hacen, cuándo lo hacen, cómo lo hacen. Están subregistradas bajo el genérico masculino. ¿Cuántos propietarios o titulares de propiedades rurales hay? ¿Cuántos varones y cuántas mujeres? No hay registros. El Ministerio está haciendo una investigación y lo que hoy podemos decir es que en el NOA, Santiago del Estero, Tucumán y Catamarca, del cinco al seis por ciento de la propiedad rural está en manos de mujeres. Es muy poco. Sobre todo teniendo en cuenta que nuestra ley es equitativa y las mujeres heredamos igual que los varones. ¿Por qué entonces sólo el cinco o el seis por ciento de la tierra es de las mujeres? Estos temas, como el financiamiento o la asistencia técnica, que mujeres productoras como Francisca necesitan para mejorar su producción, para crecer, para garantizar su salud, la de sus hijxs y la de sus nietxs, están aún pendientes. Es el largo proceso que estamos transitando para equiparar lo que hoy día les llega casi exclusivamente a los varones, aunque sabemos que las mujeres trabajan a la par en la producción. Entonces, no perdamos de vista el valor económico que generan las mujeres cuando trabajan, que no es sólo amor, y no desmerece el acto amoroso, pero que el acto amoroso no desmerezca el aporte económico que hacen las mujeres, que tiene un valor enorme.

Género y propiedad rural

“El sujeto rural prototípico es un varón, flaco, rubio, joven y con plata”, describe Quiroga. Lo que se pretende desde el área donde esta psicóloga social trabaja es que se atienda y se reconozca la especificidad para gestionar políticas específicas. Quiroga caminó mucho campo y conoce de lo que habla. “Lo que tenemos son comunidades indígenas, y tenemos mujeres por sobre todas las cosas, que son la mitad de la población. Todas esas mujeres son productoras pero no están catalogadas como tales. Además del lenguaje sexista, hay un subregistro brutal. El censo agropecuario no mide por personas sino por establecimientos agropecuarios, entonces la información es muy poco precisa. Para investigar la propiedad rural nos fuimos a los catastros, para ver nombre por nombre. Fue un trabajo de hormiga de mucho tiempo. Pero si no sabés quiénes son y cuántos son, no podés generar políticas.

¿Qué políticas se están generando desde su área?

–El reconocimiento de las mujeres como productoras y el redireccionamiento de financiamiento y asistencia técnica. No solamente por una cuestión de equidad sino por una cuestión de eficiencia. Que capaciten a los varones en la poda de frutales de una determinada zona cuando la poda la hacen las mujeres, o que llamen a los hombres para la cuestión caprina cuando sabemos que el noventa por ciento de las cabras están en manos de mujeres, es de terror. Pensar que las mujeres no deciden sobre la producción es un error. Lo que pasa es que deciden adentro de la casa. No son convocadas, no se sienten convocadas. Porque los productores dicen: “Nosotros convocamos familias”. Pero hablan todo en masculino, y las mujeres no van. Hacen la reunión a la noche o al mediodía, cuando ellas están cuidando a sus hijas e hijos. Toda esa carga doméstica y reproductiva –que también tiene un valor económico– es llevada adelante por mujeres. Las mujeres garantizamos una generación sana y educada, porque además si no el Estado nos reta. Todo eso por cero peso. Esa es la tarea de reproducción, que tiene un valor.
Desde su área, María del Carmen se propuso llamarlas productoras, sin anteponer el sexo femenino. Subraya: “La identificación de las funciones productivas, empresariales o directivas con el sexo masculino no hace más que dar cuenta de las viejas y cuestionadas relaciones de poder. El relevamiento de información, en todas sus formas, sigue teniendo el patrón androcéntrico, lo masculino como medida de todas las cosas y como representación de la sociedad toda”.

¿Cuál es el trabajo que hacen las productoras?

–Según los estratos hay economías de subsistencia, que son los de mayor pobreza pero que garantizan el alimento. La huerta, los animales más chicos, gallinas, cabras, chanchos, todo eso lo atienden las mujeres, al mismo tiempo que les dan de comer a los hijos, al mismo tiempo que acarrean agua o leña, al mismo tiempo que todo. Está archidemostrado a través de encuestas en determinadas zonas la cantidad de horas que trabaja una mujer en el campo. Es la primera que se levanta y la última que se acuesta. El varón llega y se sienta. Es una cultura que nos alcanza a las urbanas también, en la que estamos descansando y cosemos un botón. Todas estas cosas son estructurales, incluida la violencia. Como me dijo una vez una santiagueña: “Mi marido me pega pero lo normal”.

¿Qué estrategias abonás para modificar esta realidad?

–Trabajar con los varones. Es una cuestión vincular. Porque si no te quedás en “es un problema de mujeres”. Esto fue lo que ocurrió en los primeros años con este tema. Ningún varón se inquietaba porque era un tema de mujeres, por mujeres, para mujeres. Juntarse las fortaleció.

Reconocerlas como productoras las fortalece también.

–Sí. De ese modo las van a convocar a las reuniones para decidir si siembran algodón o si no siembran algodón, van a participar de cooperativas, van a presidir cooperativas, van a estar en la esfera económica y organizativa. En las situaciones de crisis, las que paran la olla son ellas. Las mujeres se juntan y dicen “¿qué hacemos?”. Agarran sus dulces, sus tortillas, sus conservas, sus panes saborizados y salen a vender. Así surgen los mercados solidarios y la Feria Franca, que ahora es una movida impresionante. La Feria Franca nació en Misiones pero ya está en muchas provincias. Las mujeres empezaron a organizarse para vender sus productos. Hoy día siguen siendo amplia mayoría de mujeres, pero hay cuatro hombres que presiden todo. Siempre pasa así cuando hay éxito. Pero las mujeres están acostumbradas a que decidan ellos, entonces hay todo un trabajo por hacer. Salen a vender adonde sea, lo que no hacen es ocupar espacios públicos, ni políticos, ni de las organizaciones. También hay una pérdida en políticas agropecuarias si no hay una mirada de esa mitad de la población.
Hace falta esa mirada sobre la mitad de la población. No sólo en este tema que incumbe a las cocineras y productoras rurales, que con sus historias y comidas se sienten orgullosas de sus saberes y, mientras revuelven la cacerola, plasman su sabiduría en la raigambre popular. Ellas también sufren la invisibilización. Ellas, como todas, trabajan, cuidan a hijos e hijas, nietas y nietos, dan de comer, ayudan con la escuela, lavan, planchan, amasan, limpian, cocinan platos heredados de madres y abuelas y quieren –queremos– ser reconocidas en nuestros derechos.

 Fuente: Página 12, Viernes, 23 de mayo de 2014

miércoles, 21 de mayo de 2014

“No hay ningún giro ortodoxo”


Entrevista a Abraham Gak
Revista Realidad Económica, 15 de mayo de 2014


Entrevista. Abraham Gak. Economista - director del plan Fenix. Para Abraham Gak, actual director del Plan Fénix de la UBA, el Gobierno ha logrado grandes avances en la economía, pero no ha podido modificar aspectos clave. Descarta, de todas formas, que haya abandonado el camino iniciado en 2003.

Bromea diciendo que, con 84 años, debe ser “la persona con mayor edad en ser contratada”. Pero en rigor, fue una reelección la que llevó a Abraham Gak a continuar por otros seis años con su labor como defensor del Pueblo del Municipio de Morón. Con una trayectoria que le valió en 2011 la distinción como Ciudadano Ilustre de la Ciudad, debido a su trabajo como secretario general de la Universidad de Buenos Aires, secretario académico y de posgrado de su facultad de Ciencias Económicas, y la rectoría de la escuela secundaria Carlos Pellegrini, actualmente Gak combina su trabajo en el municipio de Morón con la dirección de la cátedra abierta de economía Plan Fénix, que nació en la UBA por iniciativa suya. “Veníamos de más de veinte años de pensamiento único –sostiene Gak ante Miradas al Sur–, de un neoliberalismo que se fue afianzando y que en los noventa estaba casi consolidado, por lo que a fines del año 2000 planteé la necesidad de ofrecer algo diferente y convoqué a las autoridades de esta facultad y a otros economistas para que definan los principales problemas de esa Argentina neoliberal. Pero el presidente de la Comisión de Doctorado, Julio Olivera, me señaló que estaba cansado de escuchar diagnósticos y propuso, en cambio, animarnos a hacer un plan, al que denominó “Hacia el Plan Fénix, diagnóstico y propuestas. Una estrategia de reconstrucción de la economía argentina para el crecimiento con equidad”. Así fue como comenzamos a reunimos todas las semanas, y fuimos de los primeros en hacer referencia a la necesidad de salir de la convertibilidad”.

–¿Cuántas de aquellas ideas ve presentes en el actual gobierno?

–Si se ve el discurso de Néstor Kirchner el día de su asunción, se puede ver que estuvo presente la filosofía de nuestras ideas; supongo que los materiales que producimos le llegaron por intermedio de funcionarios con quienes nos reunimos. Se trata, hasta el día de hoy, de una política económica donde la independencia y la soberanía en la toma decisiones, es decir, básicamente desvincularse de la deuda externa, es un eje central, así como también lo es el empleo y el sostenimiento a ultranza de las paritarias, por encima de algún equilibrio financiero o de la inflación, cuestiones también importantes, pero subordinadas a la defensa del trabajo, el mercado interno y las políticas sociales.

–¿Y cuáles no ve reflejadas?

–Aún no ha cambiado la fuerte extranjerización y concentración de la economía, y no hay una definición sobre estas inversiones extranjeras ni sobre límites a la utilización de insumos fabricados afuera. Los subsidios, en absoluto me causan escozor, pero sí la eficacia de su aplicación. Tampoco se ha modificado la política tributaria y eso implica seguir manteniendo grandes inequidades.

–¿Por qué cree que el Gobierno no avanzó en estos aspectos?

–Hay cuestiones que tienen que ver con las correlaciones de fuerza, por eso se ve que el Gobierno ha librado batallas con algunos sectores, pero no con otros, y en cuanto a la extranjerización seguimos igual, aunque tampoco se ha contado con una burguesía dispuesta a arriesgar para profundizar la sustitución de importaciones. En diferentes cuestiones, el Gobierno no dio o no pudo dar todas las peleas, aunque es claro que una cosa es analizar y otra es gobernar, hay limitantes que uno no conoce. Por ejemplo, es inconcebible que Argentina no haya incentivado la apertura de bancos regionales, pero si se analiza, se ve que Brasil tiene el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (Bndes) y no está interesado en compartir su manejo, por lo que poco puede hacer el Gobierno.

–¿Esas materias pendientes no le han restado, entonces, su apoyo al Gobierno?

–En absoluto, porque sé bien lo que hay del otro lado y me hiela la sangre.

–¿Eso incluye a la autodenominada centroizquierda?

–En este momento, la mayor parte de la izquierda es claramente funcional a la derecha, porque privilegia la oposición a este gobierno por sobre cualquier cosa, sin siquiera detenerse a analizar cuáles son las opciones reales de país.

–Los acuerdos del año pasado con las empresas litigantes en el Ciadi y la búsqueda actual de entendimiento con el Club de París o la devaluación y la suba de interés, llevaron a la oposición a hablar de un giro ortodoxo. ¿Cuál es su visión?

–No hay ningún giro ortodoxo, hay sí una necesidad obvia de atender compromisos este año, y las reservas del Banco Central no pueden quedar debilitadas por atenderlos, porque eso pone en riesgo la estabilidad económica. Por eso hay acuerdos con el Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco Mundial, y se busca expandir el crédito privado, pero siguen habiendo limitaciones, se demostró que con el FMI no se va a volver al pasado y la devaluación fue limitada. Hay que entender que Argentina no es la dueña del mundo y requiere ciertos acuerdos con el mercado. Creo igual que la devaluación fue manejada torpemente, pero en su momento no había otra alternativa. El giro ortodoxo hubiera sido volver sin reparos al mercado financiero y sacar programas sociales y de regulación pública, como “Precios Cuidados”.

–Hizo referencia oportunamente a una lucha entre dos modelos. ¿Cómo describe el modelo alternativo al actual?

–Es un modelo de ajuste, de dependencia de los mercados, de subordinación a la división internacional del trabajo en donde nos quieren sólo como agroexportadores y tomadores de créditos, sin industrias y con un porcentaje elevado de la sociedad sin empleo. La única industria en ese modelo es la vinculada al agro, las famosas Manufactura de Origen Agropecuario (MOA) y eso deja a un montón de desocupados y al país en una completa dependencia de la producción primaria, ya que si bajan los precios internacionales de los productos primarios la Argentina queda profundamente vulnerable. Por supuesto que en absoluto se puede prescindir de la producción primaria, porque hay allí grandes potencialidades, pero el país debe tener como uno de sus ejes centrales al desarrollo industrial y el mercado interno.

–¿Cuán lejos estamos de ese desarrollo industrial?

–El mayor problema tiene que ver con no haber logrado un desarrollo científico y tecnológico local, que se pueda aplicar a una industria y a un mercado diferenciado. Es imposible competir con los salarios bajos de China, por lo que una industrialización en nichos especializados, con buenos salarios y en economía de escala, es el camino que se debe tomar, y que hasta el momento es sólo incipiente. Pero para eso se necesita un empresariado nacional en condiciones de incorporar tecnología, asociarse con otras empresas de la región, y combinar producción con demanda, para lo cual es muy importante el vínculo con la región. También es fundamental, de parte del Estado, garantizar el acceso a la educación pública y a estudios superiores, porque esos egresados pueden ser los emprendedores del futuro, abiertos al mundo, innovadores. Para esto último es imprescindible un Estado que permita una independencia de investigación y tecnología. Así, se podría, por ejemplo, llegar a crear sustitutos del glifosato, que está causando estragos en los campos de nuestro país, desarrollando otros productos adaptados a las necesidades locales y no tan dañinos para el medio ambiente.

–¿Cómo ve el rol del Estado en este apoyo a los emprendedores y a la educación?

–En relación con lo industrial, estos diez años no fueron en vano, de ningún modo. Hubo planes de estímulo a la industria, pero todavía sigue sin haber un rumbo productivo integrado y definido por el Estado. En cuanto a la educación, no es poca cosa el haber quintuplicado el presupuesto educativo y pasar a tener de 200 a 4.500 investigadores del Conicet, pero falta el debate de fondo, definir algunos aspectos fundamentales como cuál es el objetivo de formación de la educación media o cómo formar investigadores que en lugar de continuar el trabajo de los grandes centros mundiales, trabajen con una mirada nacional. También el Estado debe hacerse cargo de los chicos desde su nacimiento, pero estas cosas cambian en veinte años.

–Por último, ¿qué riesgos enfrenta el actual ciclo económico?

–Existe la posibilidad de un estancamiento en la producción industrial, ya que no ha cambiado sustantivamente la oferta y se complica abarcar nuevos mercados, por lo que desde hace cuatro años que no se crece en exportaciones industriales. La actual demanda interna es muy útil, pero tiene sus limitaciones, con lo que es necesario diversificar la oferta para apuntar al exterior, como forma de hacer crecer la producción industrial. Y eso está vinculado a la distribución del ingreso, ya que como señalaba Jorge Schvarzer, el industrial ya tiene lo que tiene, pero es posible redistribuir diferente lo que va a producir en el futuro. Pero es cierto que esto depende tanto del Estado como del sector privado, y es un problema, porque entre el empresariado nacional generalmente no hay vocación de asumir riesgos. Yo estuve hace poco en Israel, y hablando con expertos en la materia, ponían mucho énfasis en el carácter de sus empresarios, que constantemente buscan la forma de innovar, asumiendo riesgos, aunque ayudados también por un Estado que supo orientarse a nichos especializados, como la alta tecnología, y brindarles apoyos para sus desarrollos.

Cuestión de peso
El rol de los sectores concentrados


Para Gak, resulta imposible analizar la política económica de un gobierno sin tener en cuenta los limitantes que enfrenta, fundamentalmente debido a lo que denomina como “sectores concentrados de la economía”. Según señala, “estos sectores son claves y se puede ver en el manejo de los precios internos, en lo que cuesta que acepten que una pequeña parte de su producción tenga algunas regulaciones de precios, efectuando aumentos que estuvieron por encima de cualquier variable que puedan justificarlos. También la especulación de las cerealeras, con su retición a exportar si no es con el dólar que ellos quieren, el tema mismo de la presión sobre el dólar o la fuga de divisas.

–¿Estas acciones corresponden mayormente a especulaciones económicas o a acciones de desestabilización política?

–Es una combinación, la desestabilización también está presente porque este gobierno es un riesgo para estos sectores concentrados. En otros tiempos, los gobiernos sabían lo que tenían que hacer, porque estaban subordinados a estos grupos de poder económico; pero al actual, no se le puede ordenar que haga las cosas que ellos quieren. También está este proceso de juzgar a los responsables civiles de la violación a los derechos humanos durante la dictadura, lo que les genera inquietudes y resistencias.


Miradas al Sur - 11 de mayo de 2014

lunes, 5 de mayo de 2014

Viento de frente en Sudamérica


ECONOMIA › LA CEPAL PRONOSTICO UN AñO DIFICIL PARA LOS PAISES DEL CONO SUR

El organismo de Naciones Unidas redujo la semana pasada la previsión de crecimiento de América latina y el Caribe de 3,2 a 2,7 por ciento. El menor dinamismo de la región se observa fundamentalmente en Venezuela, Argentina y Brasil.


La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) redujo la semana pasada de 3,2 a 2,7 por ciento la perspectiva de crecimiento regional para este año. Si bien la cifra todavía representa una leve suba respecto del 2,5 por ciento con que cerró 2013, no logra revertir una tendencia complicada, fundamentalmente para los países de América del Sur. En el informe se remarca que Brasil no crecerá un 2,6 por ciento, como se había pronosticado en diciembre, sino un 2,3 por ciento, mientras que la previsión de la Argentina se redujo de 2,6 a 1 por ciento y la de Venezuela de 1 a -0,5 por ciento. Más allá de las razones puntuales de cada país, se advierte que “las economías de América del Sur más especializadas en la producción y exportación de recursos naturales se verán afectadas negativamente por el menor crecimiento de China, dada la menor demanda de estos productos por parte de ese país”.
El organismo regional dependiente de las Naciones Unidas sostiene que en lo que va del año los índices de actividad de países desarrollados, como Estados Unidos, Reino Unido, Corea del Sur, Alemania y varios otros de la zona del euro, mostraron signos de una moderada aceleración del crecimiento y, en otros casos, del fin de la recesión. “Los ritmos de expansión observados indican que el crecimiento económico de los países desarrollados en su conjunto se situará en 2014 en un 2,2 por ciento, lo que representa un avance en comparación con el 0,3 por ciento observado en promedio entre 2007 y 2010”, resalta el informe.
Como el factor dominante de la aceleración del crecimiento mundial este año estará basado en el aumento de la actividad de los países desarrollados, cuyo crecimiento es menos intensivo en bienes primarios, la Cepal proyecta una nueva caída moderada de los precios de estos bienes. A su vez destaca que ese escenario se vería potenciado por la progresiva reorientación de la estructura productiva de la economía china hacia una mayor provisión de servicios, y también por una reorientación de su gasto hacia el fortalecimiento del consumo en detrimento de la inversión.
Los moderados descensos de los precios, fundamentalmente de los productos alimenticios y mineros, se traducirán en términos de intercambio menos favorables y para la región en su conjunto se prevé un nuevo deterioro, esta vez de alrededor del 1 por ciento. “El deterioro afectaría, sobre todo, a los países sudamericanos; en cambio, para los países centroamericanos y caribeños, que son importadores netos de alimentos, se espera una leve mejora de los términos de intercambio”, destaca el texto.
Otra luz amarilla para la región está dada por la política monetaria de Estados Unidos. El Banco Central de ese país ya redujo el ritmo de compra de activos financieros en tres ocasiones, y se estima que la tendencia de moderación de la política de estímulo continuará durante este año y al menos hasta el primer trimestre de 2015. Debido a ello se espera una menor disponibilidad de recursos financieros para América latina. “Las consecuencias de ese escenario de menor disponibilidad de recursos dependerán de un conjunto de circunstancias propias de cada país, incluidas la vulnerabilidad externa, la tradición previa como deudor y la calidad de las políticas macroeconómicas en curso”, remarca la Cepal.
Una alternativa ante la salida creciente de los flujos financieros volátiles es la Inversión Extranjera Directa, que en varios países ha venido sirviendo para financiar el déficit de la cuenta corriente. En 2013, la IED aumentó 19 por ciento en la región. Según la Cepal, esto se explica porque, si bien las economías latinoamericanas exhibieron cierto grado de desaceleración, continuaron expandiéndose más rápido que los países desarrollados. No obstante, el informe señala que esta expansión no fue generalizada sino que se concentró sobre todo en México. “Si no se considera este país, el flujo de la inversión extranjera neta regional presenta una leve disminución respecto de 2012”, remarca el organismo internacional.
Ante una escasez de financiamiento externo, las reservas internacionales son las encargadas de proveer la liquidez que se requiere para mantener el ritmo de importaciones y de compromisos externos. Sin embargo, la situación de la región también ha venido empeorando en este aspecto. Como proporción del PIB, las reservas internacionales de América latina y el Caribe registraron una disminución de 0,4 punto en 2013 respecto de los valores de 2012, un comportamiento que dista mucho del observado en los años previos cuando las reservas de la región se incrementaron de manera sostenida. En el caso de la Argentina, por ejemplo, el año pasado cayeron casi un 30 por ciento y representan cerca del 40 por ciento de las importaciones anuales del país.
Por último, el informe destaca que el escaso crecimiento económico proyectado para la región impactará en la generación de empleo y el bajo dinamismo de la demanda laboral atenuará los incrementos de los salarios nominales. Esta situación, sumada a cierto aumento de la inflación, derivará en un crecimiento menor de los salarios reales en la mayoría de los países, pudiendo haber incluso una caída del salario real, donde la inflación es más alta que el promedio.

Fuente: Pagina 12, 5 de mayo de 2014

viernes, 25 de abril de 2014

ECONOMÍA • Domingo 20 de Abril de 2014 | 02:07. INFONEWS
Por Genaro Grasso

Las claves para desconcentrar y nacionalizar la economía argentina

Los analistas coinciden en que hace falta un papel más decisivo del Estado para que las grandes multinacionales no impongan su receta al gobierno nacional y los locales. Principales problemas: freno al desarrollo y la cesión de soberanía.

Usualmente se habla de los procesos de transformación del sector público en la economía argentina. Sin embargo, las políticas económicas, la desregulación y la apertura económica y financiera generaron cambios en el sector privado, particularmente sobre la concentración económica y, fundamentalmente, la extranjerización. Sin dudas, la incorporación de empresas multinacionales y transnacionales han tenido efectos positivos en la economía, pero también fueron numerosas las consecuencias negativas, y ambas deben ser puestas en una balanza.Asimismo, la existencia de tanques multinancionales exige un mayor poder del Estado para regular la economía y poner las reglas del mercado, contrastando el peso político que estas empresas poseen.
La política market friendly implementada por Domingo Cavallo y Carlos Menem no sólo incentivó la entrada de empresas extranjeras sino que, en afán de promover la seguridad jurídica de ellas, se aceptó la cesión de soberanía en los litigios con esas empresas, por lo que Argentina debe recurrir al tribunal del CIADI (el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones) para dirimir las disputas. Es necesario replantear el rol del Estado como empresario y la unión latinoamericana en el repudio contra este tipo de entrega de soberanía judicial.


Antes de la dictadura militar de 1976, el Estado tenía una gran participación en la economía con el objetivo del desarrollo industrial nacional manteniendo la equidad. Se buscaba, por lo tanto, generar campeones nacionales, emisarios emergentes de una burguesía nacional con honor de cuerpo que –esperaban los gobiernos– en algún momento pudieran insertarse en el mercado mundial. Paradójicamente, algunas de esas empresas, como Techint, se convirtieron en las últimas décadas en grupos concentrados con casa matriz en el extranjero, que pujan, al igual que una multinacional extranjera, por las mismas políticas antipopulares.
Pero 1976 marcó un cambio de rumbo en las políticas económicas. Se procuró desnacionalizar los depósitos bancarios, abrir el comercio exterior, flexibilizar el trabajo y reducir los salarios, privatizar empresas públicas y autorizar fusiones entre empresas que concentraron el mercado y desregular el mercado financiero con la Ley de Entidades Financieras y la Ley de Inversión Extranjera, las altas tasas de interés, y la búsqueda de apreciación cambiaria, generando grandes rendimientos en divisas para esa clase de empresas. De esta manera, se indujo un cambio brutal en la composición de la estructura económica que privilegió a los grandes productores y a las multinacionales.  
Con el tipo de cambio anclado para frenar las subas de precios y necesidad apremiante de divisas, el gobierno menemista no discriminó, y privatizó a cambio de entradas de dólares todo tipo de empresas estratégicas.

La política del ex presidente Carlos Menem, de la mano de su ministro de Economía, Domingo Cavallo, terminó de dinamitar el peso del Estado en la economía, al mismo tiempo que un nuevo discurso, de la mano del neoliberalismo, promovía la "inserción en el mundo" a través de las transnacionales. Se eliminaron las juntas de granos, se reformó la Constitución dándoles a los acuerdos comerciales vigencia constitucional (algo que ningún país hace, dado que en general estos pactos tienen peso de ley y pueden ser derogados por el Congreso), se promovió la inversión en minería con la Ley de Inversiones Mineras y el ingreso de capitales extranjeros, en particular hacia las empresas públicas de servicios que se estaban privatizando. 
Con el tipo de cambio anclado para frenar las subas de precios y necesidad apremiante de divisas, el gobierno menemista no discriminó, y privatizó a cambio de entradas de dólares todo tipo de empresas estratégicas, muchas de las cuales siguen en manos de extranjeros. Por otro lado, cuando se avecinó la crisis, una forma de reacción era la venta de empresas quebradas a productores más grandes, lo que hizo aumentar la extranjerización y la concentración. El argumento del neoliberalismo era que las empresas nacionales no habían sido del todo competitivas y dependían de la protección indefinida del Estado para competir con atraso tecnológico. Las empresas extranjeras, por el contrario, traerían nuevas tecnologías, lo que mejoraría nuestra competitividad e inserción en el mundo con productos confiables. Si bien era cierto que parte de la industria nacional no podía competir, la extranjerización sólo logró un cambio de manos. 
La extranjerización no se ha revertido. Según Martín Schorr y Pablo Manzanelli, en el documento llamado "Extranjerización y poder económico industrial en Argentina" de 2012, hubo "ausencia de modificaciones significativas del perfil de especialización, profundización de la dependencia tecnológica y la incipiente manifestación de una dinámica de stop-and-go."
Las estimaciones realizadas por ambos investigadores de FLACSO determinaron que hay incluso más extranjerización de la producción industrial en el promedio 2003-2009 (27,8% del total) que en 2002, luego de la alta devaluación. Para 2009, estas empresas todavía retenían un 48,8% de las exportaciones industriales. Esto les da un peso político y económico muy grande. Las desventajas de la participación excesiva de transnacionales en la economía es evidente. Por un lado, las ganancias se remiten al exterior para sus casas matrices. Por otro, qué se produce en el país y qué afuera es una decisión exenta de soberanía y digitada desde la casa matriz, lo cual suele implicar una gran cantidad de insumos importados. Por último, están los llamados precios de transferencia entre empresas. Según Arístides Corti, abogado tributarista, "antes de la dictadura existían límites a la remisión de utilidades y no podía haber contratos entre filiales y matrices; ahora las empresas pueden saquear al país remitiendo utilidades por tecnologías obsoletas." Esta última cuestión no es menor. Dado que las dos partes son la misma empresa, el empresario puede "venderse" a sí mismo un bien a un valor artificial para pagar menos impuestos o fugar dólares. 
De esta manera, se pueden sobrefacturar importaciones o traer tecnología obsoleta, ponerla a valores más caros que máquinas nuevas, y contarlo como inversión tecnológica. 
Corti aclara: "Todo está relacionado: remisión de utilidades y déficit de la balanza comercial industrial por importación de partes, una evasión fiscal del 30% de la recaudación potencial y activos en el exterior producto de la fuga en el exterior por U$S 400 mil millones." 
En un documento reciente llamado "La economía desde la izquierda", Claudio Katz, economista de EDI, criticó las políticas que se implementaron en los últimos años: "Las empresas transnacionales controlan el grueso de la actividad industrial y no realizan transferencias de tecnologías. Como el mercado argentino es marginal a sus estrategias globales, el nivel de reinversión local o creación de empleo son muy bajos." 
Sin embargo, tampoco tuvo consideración para las políticas de desarrollo de la industria nacional: "La burguesía local participó de todos los negocios rentables que le ofreció el kirchnerismo y se retiró cuando debía aportar capital propio. Con esta conducta participaron de las privatizaciones en los '90 y ahora observan con atención el regreso de los fondos de inversión, al lucrativo negocio de reestructurar empresas." 
Se necesitan, ahora, estrategias para desextranjerizar la industria, promoviendo a las empresas privadas y públicas nacionales. 
Martín Burgos, economista coordinador del Departamento de Economía del Centro Cultural de la Cooperación, considera que la política actual no va hacia una nueva ley de inversiones extranjeras. Según él, "la única manera de reducir la extranjerización es la estatización de empresas clave en términos de servicios, transportes, comercio exterior y otras áreas en las que las multinacionales predominan".
De hecho, este fue el camino empleado por Argentina en el sector hidrocarburífero, con la estatización del 51% de Repsol, retrocediendo en la extranjerización de uno de los sectores más estratégicos para un país, que es la producción de energías fósiles. "Los privados nacionales no van a nacionalizar las empresas. Y sería poco importante. El problema no es el origen del capital, sino el destino. Si una empresa nacional fuga sus divisas hacia el exterior, el resultado es el mismo", aclara, subrayando que "la política de compra a proveedores nacionales para estimular el crecimiento de las pymes con tecnología de punta sólo la puede lograr el Estado con sus empresas, y es la política de desarrollo industrial que se viene". 
El problema es que cualquier expropiación lleva a un conflicto con el CIADI, organismo que excede nuestra soberanía. La posibilidad de una sanción impide al gobierno tomar medidas osadas en materia de expropiaciones, o posponerlas hasta que resulta inevitable. 
"Es flagrantemente inconstitucional", señala Corti. "El artículo 27 de nuestra Constitución dice que los tratados internacionales deben estar en conformidad con los principios del derecho público de la misma, y eso mismo es lo que corrobora la Convención de Viena". 
El artículo 116, además, dice que estos casos "corresponden a la Corte Suprema". Sin embargo, no estuvo de acuerdo con derogar las cláusulas de prórroga de soberanía que habilitan al CIADI a intervenir, porque "seguirían valiendo por diez años. Hay que pedir la nulidad en base a la inconstitucionalidad para que no rijan más." 
Otros países, como Bolivia, Ecuador y Venezuela, han tenido litigios en el CIADI, y estos países han rechazado los fallos por ir contra la soberanía. Esto da cierto margen a una alianza estratégica entre estos países para declarar inapropiada la injerencia de esta clase de tribunales internacionales. 
Corti también llamó a discutir en el mismo sentido la Ley de Inversiones Extranjeras, la Ley de Entidades Financieras y la Ley de Inversiones Mineras. "Hay un principio que es el de razonabilidad de la ley. Algunas de estas leyes garantizan ganancias extraordinarias que son poco razonables y, por lo tanto, inválidas."
Para Burgos, sin embargo, el sector transnacional tiene cierto rol en  este marco. "Las multinacionales tienen mejor acceso a los mercados mundiales, aunque las decisiones de fragmentación de la producción se dan a escala mundial. Esta es la forma de producir en el mundo, y tenemos que buscar la forma autónoma de insertarnos en ese esquema." 
Lo que está claro es que si los actores son más grandes y fuertes, necesitamos un Estado más grande y fuerte y con más potestades, y no menos, para controlarlos. Si no, se cristalizará la profecía del texto de Schorr y Manzanelli: "Todo esto tiene hondas repercusiones en términos políticos: una superior capacidad de coacción por parte de estos grandes agentes económicos y la desnacionalización en la toma de decisiones con la consecuente erosión del margen de maniobra estatal".
La cifra. 26,5 era el porcentaje de extranjerización de la producción industrial en 2009. El máximo desde 1991 fue en 2008, con un 30,2% de extranjerización.